En redes sociales estuvo circulando un video que muestra a un supuesto profesional de la salud que alerta sobre el peligro que implican las vacunas que se desarrollan actualmente para generar inmunidad ante el SARS-CoV-2, el virus que causa la enfermedad de la Covid-19. Para sustentar su afirmación, el personaje en cuestión afirma lo siguiente: “Una vez vacunados [contra la Covid-19] vamos a pasar a ser humanos transgénicos, así como la soya, así como el trigo”. Tras revisar los antecedentes y consultar con especialistas, OjoPúblico precisa que esto es falso.
En el video en cuestión se realizan una serie de afirmaciones, pero el foco central de esta verificación se encuentra en la siguiente frase:
“Hay tres tipos de ensayos sobre las vacunas [contra la Covid-19]. El primer ensayo es querer inocularnos una fracción de ADN para que nosotros produzcamos el anticuerpo. Es decir, que una vez vacunados, vamos a pasar ser nosotros a humanos transgénicos [sic]. Así como la soya, así como el trigo, así como el maíz que tantos daños están ocasionándole al mundo. Vamos a pasar a ser humanos transgénicos porque nos han inoculado un ADN para producir un anticuerpo. Eso es permanente, es ADN permanente”.
En primer lugar, hay que precisar que el ADN, o ácido desoxirribonucleico, es la molécula que contiene la información genética de todos los seres vivos, incluso de algunos virus, y está formada por genes, los cuales determinan las características físicas y biológicas de cada individuo. Por otro lado, la condición de transgénico hace referencia a cuando la secuencia genética de un ser vivo ha sido alterada artificialmente, y estas modificaciones son transmisibles de una generación a otra.
El panorama de las vacunas
Ahora bien, para entender el tema es necesario conocer que existen a la fecha cuatro tipos de vacunas: 1) las atenuadas; 2) las inactivadas; 3) las subunidades, recombinantes, polisacáridas y combinadas; y 4) las vacunas con toxoides.
Las vacunas atenuadas son virus que han sido producidos en condiciones especiales para que pierdan su capacidad de hacer daño, según explicó Alfonso Zavaleta, doctor en farmacología de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, en conversación con OjoPúblico. Por usar el mismo virus o patógeno, estas vacunas producen una fuerte inmunidad, que, por tanto, perdura por más tiempo. Algunas de las vacunas de este tipo son las aplicadas para prevenir la fiebre amarilla, el sarampión, la rubéola o la varicela.
En las vacunas inactivadas, los virus han sido tratados con sustancias químicas para producir su muerte, pero mantienen su estructura. Al ser inyectados, producen una respuesta inmunológica, aunque esta es menor, según añade Zavaleta. Algunos ejemplos de este tipo de vacunas son las generadas para la gripe, la rabia, o la Hepatitis A.
Las vacunas del tipo toxoide son similares a las vacunas inactivadas, con la diferencia de que en vez de usar completamente la bacteria o el virus, solo se trabaja con la toxina que provoca los síntomas de la enfermedad. De esta forma, se trabaja solo con algunos compuestos que producen dichos microorganismos. En este grupo de vacunas se encuentran las fabricadas contra el tétano y la difteria.
Finalmente, las vacunas del tipo recombinantes, subunidades o polisacáridas solo utilizan una parte del patógeno, ya sea alguna proteína, o algún elemento que lo constituye, como los polisacáridos, o la cápsula que los envuelve, para el caso de los virus. Estas vacunas ofrecen una respuesta inmunitaria muy fuerte, ya que contienen algunos fragmentos claves del microorganismo.
Estos son los tradicionales tipos de vacunas desarrollados, estudiados y validados por décadas. Sin embargo, una de sus principales desventajas es que requieren de un tiempo considerable para producirlos, así como de cadenas de frío para almacenarlos. Por ello, desde hace más de 20 años se realizan estudios científicos para desarrollar vacunas del tipo ADN (ácido desoxirribonucleico) o ARN (ácido ribonucleico), cuyos beneficios son su facilidad y rapidez para producirse, así como que son más estables ante las condiciones climáticas, por lo que pueden ser accesibles en lugares que no cuentan con refrigeración.
¿Cómo son las vacunas de ADN y ARN?
Este método consiste en extraer el ADN de alguna proteínas que envuelve al SARS-CoV-2, para inyectarlo en las células del paciente, y así lograr que una pequeña fracción de las moléculas de ADN lleguen al núcleo de la célula. Una vez allí, estas proteínas correspondientes al virus se copiarían, y las células humanas podrían generar una respuesta de defensa. Sin embargo, los estudios generados antes del inicio de la pandemia de la Covid-19 indican que es complicado que el cuerpo humano produzca suficientes proteínas usando este método, pues muy poco ADN logra llegar al núcleo de las células. Al no existir una cantidad suficiente de proteínas, no se despierta una fuerte respuesta inmunológica.
Aunque actualmente ninguna tiene licencia para uso humano, se han generado ya diversas investigaciones preclínicas sobre este tipo de vacunas. Por ejemplo, las desarrolladas por el Centro de Investigación de Vacunas del National Institute of Allergy and Infectious Diseases de los Estados Unidos, que desarrolló estudios en vacunas de ADN para afrontar enfermedades virales durante los brotes del coronavirus SARS-CoV en 2003, la influenza aviar H5N1 en 2005, la influenza H1N1 en 2009 y el virus Zika en 2016.
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) ya ha aprobado ciertos tipos de vacunas de ADN para usos veterinarios en peces, perros, cerdos y caballos. Para su aplicación en humanos, la principal dificultad de las vacunas de ADN es que éste atraviese la membrana protectora de las células, pero no una posible alteración del ADN del receptor, como indica el video analizado en esta verificación.
También se están desarrollando vacunas basadas en ARN mensajero (ARNm), un intermediario entre el ADN y la proteína de los virus. Los avances tecnológicos recientes han superado en gran medida los problemas con la inestabilidad del ARNm y la dificultad de administrarlo a las células, y algunas vacunas de ARNm han demostrado resultados iniciales alentadores.
Este tipo de vacunas de ARN superarían a las de ADN en cuanto a que tendrían mayores facilidades para ingresar a las células, y producirían, por tanto, una mayor activación del sistema inmunitario. Las desventajas de este tipo de vacunas es que son más sensibles a las condiciones ambientales, a diferencia de las vacunas de ADN. Se están llevando a cabo ensayos clínicos de fase inicial con vacunas de ARN para enfermedades como la rabia, la infección por VIH y la fiebre de Zika.
Cabe señalar que las vacunas de ADN se producen en bacterias que tardan un día en crecer, mientras que las vacunas de ARN se producen en tubos de ensayo a través de reacciones bioquímicas que están listas en dos horas.
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¿Son seguras las vacunas de ADN?
Existen estudios previos sobre el desarrollo de vacunas de ADN que han revisado a su vez la seguridad en torno a estas vacunas. Por ejemplo, el artículo “Seguridad e inmunogenicidad de una vacuna de ADN de coronavirus contra el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS)” da cuenta de que la vacuna GLS-5300 MERS fue bien tolerada por 75 adultos de 18 a 50 años de los Estados Unidos. El estudio indicó que no se encontraron efectos adversos graves asociados a la aplicación de la vacuna, ni mucho menos alteraciones genéticas. Además, se identificó que las respuestas inmunitarias se detectaron en más del 85% de los participantes después de dos vacunas, tras un año de seguimiento.
El artículo “Vacunas de ADN: ¿qué tan lejos del uso clínico?”, publicado por investigadores del Departamento de Dermatología del University Medical Center, de Alemania, recoge también estudios que descartaron que las vacunas de ADN produjeran mutaciones o expresiones genéticas desreguladas. En uno de ellos, los autores calcularon que la frecuencia de integración del ADN estaba muy por debajo del número que podía producir mutaciones genéticas espontáneas. En un estudio posterior, se descubrió que la mayoría del ADN administrado en los músculos de roedores permanecía en el lugar de la inyección, mientras que también se detectaron fracciones menores en otros órganos, pero no integrado en el genoma de los animales.
La FDA recomienda que se incluyan estudios de integración de ADN siempre que al finalizar la investigación se supere cierto límite de ADN en cualquier tejido del huésped.
Al respecto, la Organización Mundial de la Salud informa en su portal oficial sobre los potenciales beneficios que ofrecen las vacunas de ADN debido a su estabilidad, la ausencia de agentes infecciosos en la solución final de la vacuna, así como su relativa facilidad de fabricación a gran escala.
“Como prueba del principio de la vacunación con ADN, se han obtenido respuestas inmunitarias en animales utilizando genes de una variedad de agentes infecciosos, incluidos el virus de la influenza, el virus de la hepatitis B, el virus de la inmunodeficiencia humana, el virus de la rabia, el virus de la coriomeningitis linfocítica, parásitos de la malaria y micoplasmas. En algunos casos, también se ha obtenido protección contra enfermedades en animales. Sin embargo, el valor y las ventajas de las vacunas de ADN deben evaluarse caso por caso y su aplicabilidad dependerá de la naturaleza del agente contra el que se inmuniza [...]”, indica el reporte del ente internacional.
No obstante, la OMS también aconseja incorporar estudios de integración de ADN como parte del programa de seguridad preclínica de las vacunas de ADN.
En agosto de este año, se publicó en la revista Science el estudio “Protección de la vacuna de ADN contra el SARS-CoV-2 en macacos rhesus” elaborado por un grupo de científicos de la Universidad de Harvard que encontraron que los macacos a los que les aplicaron los prototipos de las vacunas desarrollaron respuestas inmunitarias humorales y celulares protectoras cuando luego fueron expuestos al virus.
Según el reporte del Panorama de las vacunas candidatas para la Covid-19 de la OMS, de los 42 proyectos de vacunas que se encuentran en la fase de experimentación clínica, cuatro son del tipo ADN, que son desarrolladas por Inovio Pharmaceuticals, Osaka University, Cadila Healthcare Limited y Genexine Consortium. Mientras que otras tres candidatas de vacunas de ARN son producidas por Moderna y el National Institute of Allergy and Infectious Diseases de EE.UU.; BioNTech, Fosun Pharma y Pfizer; y Curevac.
Evidencias de un mito
No es la primera vez que se esparce este tipo de rumores sobre las vacunas de ADN. En mayo de este año, la agencia Reuters desmintió una afirmación similar. En esa oportunidad, Mark Lynas, miembro del grupo Alliance for Science de la Universidad de Cornell (EE.UU.), desmintió que sea posible que una vacuna pueda modificar genéticamente un organismo.
“Eso es solo un mito, uno a menudo difundido intencionalmente por activistas contra la vacunación para generar deliberadamente confusión y desconfianza”, dijo el experto a la agencia. “La modificación genética implicaría la inserción deliberada de ADN extraño en el núcleo de una célula humana, y las vacunas simplemente no hacen eso. Las vacunas funcionan entrenando al sistema inmunológico para que reconozca un patógeno cuando intenta infectar el cuerpo”, explicó.
En septiembre del 2020, el medio de verificación especializado en salud Health Feedback explicó también que es muy improbable que las vacunas hechas a partir de ácidos nucleicos, es decir ADN o ARN, puedan alterar el genoma humano. Los especialistas consultados por el medio, como Robert Carnahan, profesor asociado de la Universidad de Vanderbilt, explicó que una vez que los ácidos cumplen su propósito, las células del cuerpo tienen mecanismos innatos para degradarlos.
Por su parte, Angéline Rouers, investigadora de la Red de Inmunología de Singapur, dijo a Health Feedback que dado el perfil de seguridad bien establecido de las vacunas de ácido nucleico, la comunidad científica estaba más preocupada por si la vacuna proporcionaría inmunidad duradera contra el SARS-CoV-2.
En función a lo expuesto, OjoPúblico concluye que la afirmación de que las vacunas del tipo ADN pueden modificar genéticamente a las personas es falso.
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