Lo que venimos viviendo en las últimas semanas no deja de tener un sabor a repetición. No puedo evitar en pensar que el tiempo siempre fue circular en este territorio al que llamamos hoy Perú.
El aturdimiento ciudadano desde la estridencia de la guerra sucia es la estrategia para paralizar, para que cerremos ojos y oídos, esperando que de una buena vez las cosas se definan el 5 de junio. Pero si permitimos eso, si nos dejamos aturdir, si dejamos de escuchar y mirar, el totalitarismo mafioso habrá ganado antes de tiempo. Por eso nos volvemos a autoconvocar, desde distintos espacios, ciudadanos comunicadores tratando de producir piezas que logren algún tipo de efecto en la opinión pública, aunque el ruido electorero a estas alturas es ya ensordecedor.
El 5 de abril del 2011 el documental La Cantuta: en la Boca del Diablo fue estrenado en la plaza San Martín, al término de una jornada de memoria por el autogolpe de Alberto Fujimori de 1992. La cinta es un ejercicio de memoria.
Este documental busca ser, en esta coyuntura, una pieza de memoria audiovisual sobre un caso emblemático del terrorismo de estado que se vivió durante el fujimorismo.
A las 80 mil copias que se distribuyeron con el diario La República, podemos sumar las cinco versiones pirata que llegamos a conocer, aunque es imposible calcular el volumen de esa producción. Luego, en los meses que siguieron se activaron cine foros en todas las regiones del Perú y algunos puntos del exterior. El equipo del documental se repartió viajando para ser parte de conversatorios. Fue una experiencia pionera que demostró cómo desde la comunicación es posible generar procesos de activismo ciudadano de impacto.
En ese momento se tomó la decisión de hacer el lanzamiento a pesar de no haber terminado completamente el proceso de edición. Fue una decisión más política, dejando de lado los criterios y tiempos del mundo cinematográfico. Una ausencia que lamentamos en esa versión es el testimonio del exgeneral Rodolfo Robles, perseguido por negarse a ser cómplice del fujimontesinismo. La versión que presentamos hoy es la final, con su valiente testimonio, a modo de reconocimiento por las decisiones que tomó en su momento y cuyas consecuencias pagaron él y toda su familia.
El contexto político, aunque parece el mismo, tiene algunas diferencias. Luego de cinco años una nueva generación ha ingresado en la arena política. Este documental busca ser, en esta coyuntura, una pieza de memoria audiovisual sobre un caso emblemático del terrorismo de estado que se vivió durante el fujimorismo, y aporta luces para el debate y la reflexión nacional.
Pueden ver aquí el documental completo: