Lo peor que puede hacer un funcionario que se estrena como cabeza de una institución pública es mentir o decir las cosas a medias, que a veces es lo mismo. El nuevo director de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), Alejandro Neyra, no dice la verdad. El viernes último, Ojo-publico.com reveló que su gestión ha cancelado la campaña “Se buscan libros perdidos”, que durante cinco años generó conciencia nacional e internacional sobre los graves casos de robo de libros y documentos antiguos del principal repositorio del país. Horas después, Neyra salió a los medios a decir que esa información no era cierta y que la campaña continúa, solo que con un cambio de imagen. ¿En qué consiste ese cambio de imagen? En que se elimina el logo de la campaña, se elimina el mural de fotos de todos los intelectuales que apoyaron la campaña, se eliminan las redes sociales de la campaña y hasta la sección especial de la campaña en la web de la BNP, y se anuncia una gestión con otras prioridades. Hay mucho que decir sobre este peculiar estilo de 'promover' una causa eliminando todos sus referentes.
El señor Neyra asegura que la campaña no se ha cancelado porque la recuperación del patrimonio es una labor permanente del Estado. Ese es un argumento falaz. Una cosa es la obligación esencial del Estado de proteger a sus ciudadanos y sus bienes –una responsabilidad en efecto permanente, como tener hospitales eficaces o policías en las calles–, y otra cosa es una campaña destinada a generar conciencia sobre una situación precisa que se quiere prevenir o solucionar. Una campaña es una actividad organizada, con un logo o signo distintivo, un lema o mensaje específico, una metodología y canales de difusión también específicos y, al menos en este caso, con adherentes de prestigio nacional e internacional que prestan su nombre –menudo gesto– para apoyar una causa de todos los peruanos. Algo como lo que se hizo con la campaña denominada Marca Perú, destinada específicamente a construir una imagen que de otro modo no se puede dar por sentada.
En lugar de eso, el Director de la BNP, que tiene apenas mes y medio en el cargo, elimina todos los mensajes y pretende confundir a la opinión pública. No ha anunciado una segunda etapa de la campaña, no ha presentado una nueva estrategia ni convocado a nuevos aliados. Solo eliminó lo avanzado hasta ahora y espera que las cosas se produzcan por la natural eficacia del Estado. ¿Alguien puede creer que esa es una forma efectiva de reforzar o siquiera mantener una cruzada?
CAMPAÑA. Anuncio de las primeras recuperaciones de tomos valiosos gracias a la campaña "Se buscan libros perdidos", hoy desactivada por la nueva gestiòn de la BNP.
Pero incluso esta medida tan desacertada queda como un error anecdótico frente al verdadero problema de fondo, que es la investigación sobre el saqueo de los tesoros de la Biblioteca Nacional. En una conversación previa a la entrevista que le hice para el informe, Alejandro Neyra me dijo que, a su juicio, el tema había sido magnificado. Adujo que ni siquiera se tenía un inventario preciso y que se habían planteado denuncias a muchas personas sin mayor sustento. Esa, por supuesto, es la postura de los propios implicados en las denuncias, que conozco bien por mis indagaciones periodísticas. En la entrevista propiamente dicha, el nuevo Director de la BNP insistió en que las gestiones anteriores habían iniciado procesos sin sustento suficiente, y mencionó para muestra el llamado “Caso 30 libros”. “Es un caso que no sé si tendrá algún éxito, porque me parece un poco vago, sobre pérdida de libros”, señaló. Cuando le pedí una precisión sobre este punto, dijo lo siguiente: “Como yo lo tengo, son 30 libros. Se ha hecho una acusación, pero no por el listado exacto de los libros, hasta donde tengo información. Y la fiscalía resolvió que no procede la formalización de una denuncia penal por presunta comisión del delito contra el patrimonio. No tengo el detalle de los libros”.
Me parece que este desconocimiento es el síntoma más evidente del riesgo que existe ahora en la BNP, acentuado por decisiones equivocadas, y por eso le voy a explicar al señor Neyra en qué consiste el “Caso 30 libros”: se trata de la primera evidencia del robo sistemático de las joyas de la Biblioteca Nacional. Se descubrió en el 2009, tras un reportaje sobre la venta de cuatro libros robados de la Biblioteca en el mercado negro, que publiqué en el diario El Comercio. La BNP dispuso una revisión de sus bóvedas y solo entonces los encargados reportaron que los libros desaparecidos no eran cuatro, sino treinta.
En el informe respectivo, en lugar de datos precisos de los ejemplares faltantes, los funcionarios presentaron una confusa lista de números: Código de barras 62406, Código de barras 62744, Código de barras 62923, y así. Nada que llamara la atención de un lector desprevenido. De modo que ese reporte fue suficiente para dejar las cosas como estaban. No hubo sanción ni proceso administrativo o legal contra los presuntos responsables y el caso pasó al olvido.
Cuando la siguiente gestión, alertada de los robos, exigió un reporte detallado de ése y otros casos, se descubrió que la ‘traducción’ de esa lista aparentemente intrascendente arrojaba los siguientes títulos: “Tratado del dulcísimo nombre de María…” (1642), “Manual de la Missa rezada…” (1757), “Problemi naturali e morali de Hieronimo Garimberto…” (1550), “Rosa Limensis…” (1711), “El Testamento Nuevo de Nueftro Señor Iesu Chrifto” (1596), y así. En el documento que estaba pasando desapercibido había tres títulos del siglo XVI, trece del siglo XVII y otros trece del siglo XVIII. El restante era un libro moderno. Solo en ese momento se inició una investigación formal que ahora, por lo que el nuevo Director de la BNP señala, tiene todos los visos de que será archivada.
JOYAS. Capturas de los títulos involucrados en el "Caso 30 libros", en ediciones que pertenecen a otras bibliotecas y en algunos casos digitalizadas por Google.
Si el problema de las denuncias es la tipificación o los detalles formales –como el ex director Ramón Mujica denunció ante el propio Congreso de la República–, ¿no debería ser una prioridad corregir esa situación para evitar la impunidad de los que trafican con el patrimonio? Si no hay un inventario preciso, como señala Neyra, ¿no debería ser una prioridad absoluta para saber qué falta y evitar nuevos robos? Si los juicios están a punto de caerse debido a un mal planteamiento, ¿no deberìa reclamar una acción más firme de la procuraduría del Ministerio de Cultura?
El problema es que, a juzgar por lo que ha dicho hasta ahora, Alejandro Neyra piensa lo contrario. “Creo muy aventurado hablar de una mafia interna de robos”, me dijo en la entrevista. Con apenas mes y medio en el cargo, contradice lo expresado por al menos dos anteriores directores nacionales de la BNP ante una situación que incluso motivó el cierre temporal para un proceso de inventario que ahora Neyra desconoce (le recomiendo revisar este video, en especial lo relatado por Hugo Neira). Tal vez no lo sabe, pero hasta un ministro recibió amenazas cuando empezaron las investigaciones.
CRISIS. Los ex directores Ramón Mujica, Hugo Neira y Sinesio López en la conferencia para anunciar el cierre por inventario tras los graves indicios de robo.
Sería importante que la nueva gestión enmendara su lista de prioridades. Neyra -cuya respetable trayectoria diplomática y literaria está fuera de dudas- está a tiempo de dar señales claras de un firme interés por investigar los robos y recuperar más joyas del patrimonio cultural bibliográfico que todavía circulan fuera de la BNP. Pero necesita comprender que la Biblioteca Nacional está lejos de ser solo una apacible institución cultural. Lea. Investigue. Pregunte. Todo está documentado.
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David Hidalgo es Director Periodístico de OjoPúblico y durante los últimos años ha investigado el tráfico de patrimonio cultural en el Perú para un libro que será publicado próximamente.
Foto principal: Andina.