El río: un ser con derechos

El río: un ser con derechos
Leonardo Tello Imaina

Kukama - Director de Radio Ucamara

Los kukama, explica el periodista Leonardo Tello, han creado una relación afectiva con el Marañón. No solo han aprendido a relacionarse con él de manera armónica, sino a dialogar con su río y con los seres que lo habitan. ¿Qué significa eso para este pueblo indígena?

HISTÓRICO. En marzo, el Juzgado Mixto de Nauta reconoció, en primera instancia, al río Marañón como titular de derechos.

HISTÓRICO. En marzo, el Juzgado Mixto de Nauta reconoció, en primera instancia, al río Marañón como titular de derechos.

Foto: Leonardo Tello


 

Y el dios kukama, sacó su balista y una gran flecha,

la tensó y la lanzó fuertemente hacía adelante,

así se formaron los grandes ríos.

Luego, sacó las flechas pequeñas

y también las lanzó fuertemente

y estas dieron origen

a los ríos pequeños, quebradas y cochas.


(Relato kukama de cómo aparecieron los ríos)

 

El río Marañón es considerado por los kukama como un ser vivo y con derechos, porque el mismo río forma parte de las “gentes” que habitan la Amazonía; categoría que también reciben personas, plantas, animales y espíritus. 

Estas “gentes” habitan un determinado espacio del territorio, lo que les convierte en “dueños” de esos espacios. Dueños en sentido de responsabilidad, cuidado y equilibrio. 

Así, han construido una relación muy particular con su entorno. Una en la que el equilibrio para sostener a la Amazonía es posible y que, a la vez, conlleva una cosmovisión fundamental: nada en la Amazonía está vacío.    

Mural_Leoncio Ramírez

PROTECCIÓN MÚTUA. Los kukama han desarrollado relaciones con las distintas formas de vida alrededor del río, explica el autor.
Foto: Leoncio Ramírez

 

Entre espíritus buenos y maitsangaras 

Maitsangara: Espíritus o gentes malas que destruyen todo lo que tocan.

“Ya no más maitsangara”. Así, cierra la canción titulada Maitsangara, interpretada por jóvenes kukama del Marañón, en la que expresan su rechazo a las actividades extractivas que afectan brutalmente a sus comunidades y a su territorio.

Esta nueva generación, heredera de los daños, la exclusión y la muerte que surge alrededor de esas actividades  —como ocurrió con  tres kukama asesinados en el Puinahua, en 2020— pone de manifiesto la impunidad. 

Al mismo tiempo, el grito de los más jóvenes reclama el fin de la violencia sobre los pueblos indígenas: “ya no más maitsangara”.

 

Un pueblo alegre que defiende la vida

Un pueblo que busca defender su río y su territorio necesita pasar de la confrontación a la interpelación creativa. Así es cómo, a lo largo de más de dos décadas, muchas acciones de los kukama han ido tejiendo una red colectiva. 

Esta incluye la formación de sus líderes y lideresas y la presentación de demandas legales por daños al río que incorporan, en su argumento jurídico, los conocimientos, la memoria y el modo de relacionarse de este pueblo con el Marañón. 

El mismo río forma parte de las 'gentes' que habitan la Amazonía en la cosmovisión kukama".

También la elaboración de una cartografía detallada del río —trabajada en los distritos de Nauta, Parinari y Urarinas—, y la producción de textos sobre relatos tradicionales, reportajes, videoclips musicales y una película documental realizada por los mismos kukama. 

Todos estos trabajos, junto con el sueño de salvar su lengua, es el esfuerzo de muchos kukama, aliados territoriales y de fuera del territorio, que se han sumado.

Cartografía_Leonardo Tello

ESFUERZO. Los kukama de los distritos de Nauta, Parinari y Urarinas han elaborado una cartografía detallada del río Marañón.
Foto: Leonardo Tello

 

¿Cómo se llega a conocer un río y a sostener una relación vital con él?

Los kukama conocen los ríos, y a su Marañón. Lo han navegado por cientos de años. Sus chamanes o “banco” son capaces de introducirse en él levantando sus orillas, como si estuvieran entrando en su mosquitero, convocando a sus espíritus para curar a los enfermos o para sostener la armonía de la vida.  

Muchas madres sueñan con sus hijos que viven allí dentro. Hijos que alguna vez, por las razones que fueren, cayeron al río y cuyos cuerpos nunca se encontraron. De esta manera, han creado una relación afectiva muy profunda con el río. 

En todo este tiempo, han aprendido a dialogar con él y con los seres que lo habitan. Han desarrollado relaciones de "gente a gente", de protección mutua. Relaciones afectivas intrínsecas en sus formas de vida y de trato. Un significado, un valor,  que el mundo desconoce. Pero que los kukama, con cariño y seguridad, han empezado a contar.

Los kukama han aprendido a dialogar con el río y con los seres que lo habitan".

En los últimos años, proyectos extractivos que no respetan la vida de los pueblos y la misma Amazonía se han reactivado. Otros, como la minería aurífera en los ríos, amenazan con consolidar sus acciones nefastas y asesinas, tanto para los ríos como para los pueblos. Así ocurre, por ejemplo, en Madre de Dios y en ríos como el Nanay, Napo, Tigre, Putumayo, entre otros. 

Los kukama saben que son tiempos duros, que hay que estar organizados y articulados entre cuencas, pueblos y organizaciones. Pero, sobre todo, con la comunidad y la familia. Ya no se trata solo de salvar al Marañón, a la Amazonía o a los pueblos que se relacionan y viven con ella. Se trata de algo mayor, de algo urgente, se trata de salvar el planeta. 

 

Un proceso que puede sostenerse en tiempos difíciles

El proceso legal del Marañón ha involucrado a mucha gente e instituciones, pero ha sido impulsado, principalmente, por los kukama. Hace una década, la Asociación Cocama de Desarrollo y Conservación de San Pablo de Tipishca (Acodecospat) lideró otra demanda que exigía la consulta previa, frente al proyecto de construcción de la Hidrovía Amazónica. 

Tras eso, el gobierno peruano y la empresa china Cohidro dimitieron en su interés por dragar el Amazonas, el Marañón, el Ucayali y el Huallaga; algo que hubiera acabado destruyéndolos, junto a muchos pueblos. 

Desde hace tres años aproximadamente, la federación de mujeres kukama Huaynakana Kamatahuara Kana lidera una demanda por el reconocimiento del río Marañón como sujeto de derechos. 

Este recurso legal exalta y hace trascender la importancia del río más allá de su agua dulce, su valor biológico y geográfico. Lo lleva a un nivel más alto: el de ser vivo, con voluntad para existir, moverse y relacionarse con las otras categorías de “gentes”, incluyendo a los humanos. 

El Marañón busca ser una unidad articulándose como cuenca".

La demanda va logrando sus objetivos. En marzo de 2024, el Juzgado Mixto de Nauta falló, en primera instancia, a favor de la federación y reconoció al Marañón como “titular de derecho”. 

Los kukama, acompañados por el Instituto de Defensa Legal (IDL), esperan el fallo en segunda instancia. En este contexto, este pueblo del Marañón debe estar unido. Aliarse, también, con otros pueblos con quienes comparte la cuenca, intereses y relaciones vitales.

El Marañón busca ser una unidad articulándose como cuenca. Para ello, sus propios moradores —familias, comunidades y organizaciones— apelan a diversas estrategias. La memoria es la base de su fuerza y su sabiduría. Por ese motivo, las políticas actuales deben ser pensadas más allá de su cuestionable “seguridad económica”. 

 

Editado por Gloria Ziegler

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