Los pueblos en aislamiento voluntario son los más vulnerables y expuestos al contagio.
Mientras el SARS-Cov-2 se diseminaba rápidamente en la ciudad amazónica de Pucallpa, afectando a la heterogénea población indígena que habita en los alrededores, las noticias sobre una nueva enfermedad llegaban hasta las más alejadas comunidades nativas.
En la cuenca del río Callería (distrito Callería, provincia Coronel Portillo, región Ucayali), a mediados del mes de abril, la población indígena comenzó a experimentar algunos síntomas -fiebres altas y persistentes- que asoció al dengue, un virus que aqueja fuertemente el territorio amazónico y que por sus características fue confundido con el nuevo coronavirus.
Entre ellos, los signos que presentaban los iskonawa, un pueblo en situación de contacto inicial (1), traían nuevamente a la memoria las trágicas escenas de los primeros contactos que sostuvieron con madereros que invadían su territorio y misioneros que los buscaron con el fin de evangelizarlos durante la segunda mitad del siglo XX. Todos ellos con fatídicos resultados en la población, que experimentó un declive demográfico debido a enfermedades desconocidas que, incluso hoy, ellos no pueden nombrar.
El grupo iskonawa que sobrevivió decidió abandonar el territorio que habitaba en las cabeceras de los ríos Utuquinía y Abujao, muy cerca de la frontera entre Ucayali (Perú) y Acre (Brasil). Alrededor de 25 personas de este pueblo indígena finalmente se asentaron en la parte baja del río Callería, donde comparten territorio desde hace 60 años con los shipibo-konibo. Actualmente, viven en dos comunidades nativas (Callería y Chachibai) que se ubican fuera de la Reserva Indígena Isconahua (RII). Esta reserva, creada en 1998 sobre el territorio que ocuparon los iskonawa que hoy se encuentran en situación de contacto inicial, continúa albergando a otro grupo iskonawa en aislamiento voluntario (2).
Ninguna estrategia de acción
Tras la declaración de la emergencia sanitaria, los iskonawa decidieron acatar la cuarentena en sus comunidades nativas. Mientras algunos ya se encontraban ahí, otros iskonawa que residen desde hace varios años en la ciudad de Pucallpa decidieron volver a sus comunidades para refugiarse del virus. Sin embargo, la dependencia a los alimentos industrializados, y el cobro de los programas sociales y los bonos ofrecidos por el gobierno los obligaron a continuar transitando entre sus comunidades y Pucallpa. De tal manera, las medidas de apoyo que el gobierno del presidente Martín Vizcarra puso en marcha desde inicio de la emergencia sanitaria fueron también para los iskonawa del río Callería, así como para mucha población indígena en zona rural, el principal vector del virus.
La dependencia a alimentos industrializados y el cobro de los programas sociales los obligaron a continuar transitando entre sus comunidades y Pucallpa.
Entre el 17 y 18 de abril, quien escribe y otros amigos nos comunicamos con los iskonawa, y ellos nos contaron sobre los síntomas que presentaban. Por ello, enviamos una alerta al Ministerio de Cultura, entidad estatal que tiene bajo su rectoría a los pueblos indígenas en situación de aislamiento y contacto inicial (PIACI). Aún cuando no se había aprobado el DL N° 1489 (10 de mayo) –que establece criterios para la protección y atención de los pueblos indígenas en general y de manera particular de los PIACI–, este ministerio tuvo que maniobrar bajo presión, en coordinación con el Ministerio de Salud, acciones ante la inminente repetición de las fatídicas escenas epidemiológicas que enfrentaron los iskonawa hace no muchas décadas atrás.
Un primer equipo de respuesta rápida de la Dirección Regional de Salud (Diresa) Ucayali se movilizó por vía fluvial el 20 de abril hasta la comunidad de Callería llevando únicamente 9 pruebas rápidas. Algunos días después, el 30 de abril, luego de otra alerta que enviamos, una nueva brigada de salud ingresó con 6 pruebas rápidas hasta la comunidad de Chachibai, ubicada en una zona interfluvial y de más difícil acceso.
Ambos tamizajes incluyeron no solo a la población iskonawa, sino también a los shipibo-konibo. Todos los resultados fueron negativos. Sin embargo, las pruebas rápidas tienen una baja sensibilidad durante las dos primeras semanas de contagio, por lo que no se podía tener certezas si los síntomas que presentaba la población podrían ser el inicio del desarrollo del virus. Adicionalmente, se llegaron a recoger dos muestras de hisopado para pruebas moleculares entre los iskonawa para ser analizadas en Lima, pero hasta el día de hoy no se conocen los resultados oficiales.
La Diresa Ucayali ha registrado al 29 de junio 160 personas que han dado positivo al Covid-19 en las Comunidades Nativas de la cuenca que alberga a los pueblos iskonawa.
El 12 de junio se detectó el primer caso positivo entre los iskonawa, luego de que una persona que había estado en la comunidad de Chachibai volvió a la ciudad de Pucallpa con síntomas de Covid-19. El mismo día una brigada de la Diresa detectó a través de pruebas serológicas 59 personas indígenas contagiadas en Callería. Esto motivó a que un grupo de investigadores enviemos otra alerta, debido a las altas probabilidades de que la más anciana del pueblo iskonawa y una de los cinco sobrevivientes del periodo de contacto se encontrara también contagiada.
Sin la posibilidad de conocer su estado de salud por la falta de cobertura telefónica, Diresa tuvo que retornar a la cuenca del río Callería el 20 de junio. Esta vez lo hizo mediante un puente aéreo del Gobierno Regional que fue necesario activar incluso antes de su inauguración oficial el 22 de junio.
Elaboración: Carolina Rodríguez Alzza
Así, las idas y venidas del Ministerio de Cultura y la Diresa a la cuenca del Callería ponen en evidencia de que su accionar se ha limitado a “apagar incendios”, los cuales solo detecta a partir de alertas que prácticamente los coacciona a actuar. Del mismo modo, ha mostrado que la sociedad civil ha jugado un rol importante en la alerta temprana de los casos sospechosos de Covid-19 entre los iskonawa.
Invisibilización de los iskonawa
A pesar de haber ingresado en el mes de abril a las comunidades nativas donde se encuentra la población iskonawa, cuando aún no se registraba ningún caso positivo, el Mincu y la Diresa Ucayali no desarrollaron ninguna estrategia para contener la diseminación de la Covid-19 y tampoco propusieron un plan de monitoreo especial en la zona.
De esta manera, el gobierno peruano estaba actuando una vez más como un potencial agente del etnocidio de la población indígena en la Amazonía, sobre todo en el caso de los PIACI, ya que debió desarrollar acciones para la protección de su vida y su salud contemplando su vulnerabilidad sociocultural, inmunológica y territorial, de acuerdo a la Ley N° 28736 y el DL N° 1489. Para los iskonawa, esta vulnerabilidad se traduce en el bajo número poblacional que llegó hasta 17 personas en su época más crítica en los años 70 y que actualmente solo existen 5 sobrevivientes a los contactos de los años 50.
El nuevo coronavirus se encuentra ampliamente extendido en esta cuenca, en la cual se observa una serie de problemas que ya se vienen denunciando entre otros pueblos indígenas y en diferentes zonas de la Amazonía rural.
Llama la atención que el Mincu no haya vigilado el tamizaje de los iskonawa y el conteo con exactitud de los casos.
La escasa distribución de pruebas serológicas, la falta de aplicación de pruebas moleculares y la ausencia de un seguimiento que permita dar cuenta de un incremento en los casos ofrecen una mirada parcial sobre el registro de la variable de pertenencia étnica. En la Comunidad Nativa Callería, existe una población de 250 personas, número al que se le debe añadir las personas que retornaron de las ciudades por la cuarentena. A pesar de ello, el mayor tamizaje que se realizó contó únicamente con 79 pruebas rápidas (12 de junio).
La Diresa Ucayali ha registrado al 29 de junio 160 personas que han dado positivo al Covid-19 en las Comunidades Nativas de la cuenca del Callería que albergan a los pueblos iskonawa y shipibo-konibo: 58 en Saposoa, 31 en Patria Nueva, 59 en Callería, 12 en Chachibai. El registro de contagios, que ya presenta otras deficiencias, no ofrece diferencias étnicas entre la población indígena que ha contraído el virus.
Del total de indígenas contagiados, la Diresa ha registrado únicamente 3 casos positivos entre los iskonawa en el “Reporte Covid-19” que publica a diario. De acuerdo a nuestros cálculos, a partir de toda la información recopilada con los iskonawa, alrededor de 6 personas de este pueblo habrían contraído el nuevo coronavirus hasta el 30 de junio, considerando aquí el caso de la persona que fue tamizada en la ciudad de Pucallpa y que también dio positivo.
Llama la atención que el Mincu no haya vigilado el tamizaje de los iskonawa y el conteo con exactitud de los casos, puesto que las acciones que desarrolle deben asegurar la protección de su salud, ¿pero de quiénes? Así, el no distinguir a los iskonawa en medio de un predominante grupo shipibo-konibo viviendo en el mismo territorio agrava la situación e invisibiliza a la población que podría requerir una atención prioritaria dadas sus condiciones.
Covid-19 a un paso de los pueblos en aislamiento
Finalmente, algo que nadie ha advertido hasta el momento es que el río Callería es una de las principales puertas de acceso a la Reserva Indígena Isconahua, donde habita población en aislamiento. De tal manera, el que existan personas que han contraído el SARS-CoV-2 en las comunidades de esta cuenca significa que ya se ha vulnerado el cordón sanitario, que debía ser asegurado por el Ministerio de Cultura al ser el ente rector que garantiza los derechos de los PIACI.
La población en aislamiento al interior de esta reserva, que ya viene siendo amenazada por la tala ilegal y el narcotráfico, está ahora expuesta a un nuevo peligro. La Covid-19 ya no solo ha afectado a la población iskonawa en contacto inicial sino que está también a un paso de la población en aislamiento de la RII. Todos ellos, sobrevivientes de los mismos procesos de contacto que trajeron las nuevas enfermedades, esperan una respuesta, aunque tardía, del gobierno ante una historia fatídica que podría volverse a repetir.
1. Contacto Inicial: Situación de un pueblo indígena, o parte de él, que ocurre cuando éste ha comenzado un proceso de interrelación con los demás integrantes de la sociedad nacional (Ley N°29736).
2. Aislamiento: Situación de un pueblo indígena, o parte de él, que ocurre cuando éste no ha desarrollado relaciones sociales sostenidas con los demás integrantes de la sociedad nacional o que, habiéndolo hecho, han optado por descontinuarlas (Ley N°29736).