La madrugada del 25 de abril de 1993 el grupo Colina (integrado por militares) ingresó a la quebrada de Chavilca, en Cieneguilla, para enterrar por segunda vez los restos de los nueve estudiantes y el profesor Antonio Muñoz secuestrados de la Universidad Enrique Guzmán y Valle – La Cantuta. Justo Arizapana Vicente, un humilde reciclador que se había quedado a dormir en ese terral, trepó a la cima del cerro cuando vio que unas camionetas se aproximaban. Fue testigo del ocultamiento de los cadáveres.

TESTIGO. Arizapana dibujó el mapa que permitió ubicar a los estudiiantes y profesores de La Cantuta asesinados por el grupo Colina, durante el gobierno de Fujimori.

Poco después, él y Guillermo Catacora elaboraron un croquis que sirvió para dar con el lugar del entierro y, tras una larga investigación periodística y fiscal, determinar las responsabilidades de altas autoridades en el gobierno de Alberto Fujimori en el secuestro y asesinato de los catuteños.

Documental. La Cantuta en la Boca del Diablo: narra la investigación que permitió revelar el asesinato de los estudiantes y un profesor.

Arizapana ahora vive en un cuarto de esteras de cuatro por siete metros cuadrados en Cañete. Tiene difícultades para desplazarse por la parálisis de su lado izquierdo que lo aqueja desde setiembre del 2011. Por falta de dinero, su rehabilitación se ha interrumpido. La Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, junto a otras organizaciones, han empezado una colecta para comprarle una casa prefabricada de drywall.

Exrectores de La Cantuta, Gisela Ortiz, Cronwell Castillo y otros familiares y víctimas de la violencia han abierto una cuenta mancomunada para apoyarlo. Los interesados en colaborar pueden realizar sus depósitos a la cuenta en soles N°19336983105070 del Banco de Crédito del Perú (BCP). Se informará sobre la recaudación, la entrega de la obra y su estado de salud.