VÍCTIMA. La taricaya figura como vulnerable en la lista de especies amenazadas. Aunque se logró salvarla de la extinción suele estar en la mira de los traficantes de fauna.
Desde el año 2019, diversas organizaciones y profesionales insistimos en la necesidad de abordar el tráfico de vida silvestre desde las técnicas y bajo el amparo de la Ley Contra el Crimen Organizado, Ley 30077, tal como ha sucedido con la tala ilegal y la minería ilegal. Las dinámicas de estos delitos requieren usar las técnicas adecuadas para la investigación y establecer una sanción que sirva no solo como desincentivo para quienes cometan estos delitos, sino para erradicar a aquellas organizaciones que operan bajo el manto de legalidad y en la práctica destruyen el patrimonio de todos los(as) peruanos(as).
En el período parlamentario pasado se presentaron dos iniciativas legislativas que planteaban incorporar a la categoría de crimen organizado los delitos de tráfico de vida silvestre: el 13 de agosto de 2019, Fuerza Popular elaboró el Proyecto de Ley n.o 3200-2018/CR y el 21 de agosto de 2020, el Partido Morado hizo lo propio con el Proyecto de Ley n.o 6051-2020. En este nuevo Congreso, el 15 de setiembre de 2021, el congresista Edward Málaga Trillo presentó el Proyecto de Ley n.o 196/2021, el cual contiene disposiciones similares a los proyectos mencionados. La última iniciativa al respecto es la del congresista Héctor Ventura Ángel, quien el 15 de octubre presentó el Proyecto de Ley n.o 0463-2021/CR que, además, suma el tráfico de recursos genéticos a la propuesta.
El tráfico de la vida silvestre es la cuarta actividad ilícita mas lucrativa del mundo, solo después de la comercialización de drogas, la falsificación de dinero y la trata de personas. El valor del tráfico ilegal de vida silvestre en el mundo asciende a USD 20,000 millones anuales, por lo que un país como el nuestro, de altísima diversidad, es muy apetecible para organizaciones criminales que usan empresas fachada para facilitar el tráfico internacional de muchas de nuestras especies.
La vida silvestre de nuestro país, de altísima diversidad, es muy apetecible para las organizaciones criminales.
No podemos dejar de mencionar que este delito está asociado a la dispersión de enfermedades con efectos nocivos no solo para otras especies silvestres, sino también para los seres humanos (zoonosis). Por tanto, el tráfico ilegal de vida silvestre representa un serio peligro para la salud pública de todos los países involucrados en la cadena de comercialización. Al respecto, el último informe presentado por el Grupo de Trabajo Científico para la Prevención de Pandemias, un equipo creado por el Instituto de Salud Global de Harvard y el Centro para el Clima, la Salud y el Medio Ambiente Global de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard, afirma que la probabilidad de que aparezca otra pandemia es “mayor que nunca” y ello está conectado al comercio de animales silvestres.
La relevancia de incluir estos delitos en el ámbito de la Ley Contra el Crimen Organizado es cada día evidente si vemos hechos que están asociados a grupos económicos que disfrazan la realidad y usan documentos falsos para exportar, por ejemplo, aletas de tiburón, caballitos de mar, huevos de taricaya, entre otros actos que solo pueden ser investigados mediante las técnicas de investigación que ofrecen los delitos incluidos dentro de la Ley Contra el Crimen organizado como son:
Es urgente que nuestro Congreso debata las más recientes iniciativas sobre este tema y tome en cuenta que los dos proyectos anteriores contaron con dictámenes favorables y fueron incluso agendados para su debate en el Pleno, pero, debido a la crisis política que atravesaba nuestro país en aquellos meses, no se logró su concreción.
Los proyectos de ley más recientes son una gran oportunidad para que la Comisión de Justicia y Derechos Humanos del Congreso de la República pueda generar un dictamen que refleje las propuestas de los congresistas Málaga y Ventura, y se dote de estas herramientas a nuestros operadores de justicia.
Seamos responsables con nuestro patrimonio natural que cada día y, a pesar de la pandemia, está en sus máximos niveles de amenaza y sobreexplotación. No olvidemos que el tráfico ilegal de vida silvestre depende, en gran medida, de redes organizadas, muchas de ellas transnacionales, y suele estar ligado a la corrupción (sobornos), la desinformación, el lavado de dinero, la violencia, el fraude, entre otros graves delitos.