No sé si los dirigentes del Frente de Defensa de Machu Picchu son personas honorables (quizá sí lo son efectivamente), pero lo que sí puede decirse es que la empresa PerúRail no parece serlo. Y que los reclamos [que demandan mejores servicios por parte de la empresa] son justos pues lo que sucede en el Cusco es realmente indignante y vergonzoso.
Yo estuve ahí por el feriado largo. Tengo dos hijos; somos cuatro en la familia. No pudimos visitar Machu Picchu porque si lo hubiéramos hecho nos hubiera costado cerca de 500 dólares. Es el precio promedio: 120 dólares por persona. Esto no incluye los buses de subida (otro escándalo) y tampoco el boleto de entrada. De Ollataytambo a la ciudadela Inca hay solo 60 kilómetros de distancia, es decir, poco más de una hora, pero el pasaje cuesta mucho más que el boleto de avión.
PerúRail funciona como un monopolio y tiene todo muy organizado para que los peruanos tengamos que pagar esa cantidad. Hay, es cierto, una forma más barata de hacerlo (los domingos, a 15 soles el pasaje) pero sucede que hay que comprarlos con 5 días de anticipación, con DNI y, por si fuera poco, hay que hacer una cola desde las 4 de la mañana.
Es increíble, pero en realidad es mucho peor aún: si uno consigue un pasaje, ese tren no sale del Cusco sino de Ollantaytambo, a las 6:00 am y entonces hay que salir del Cusco a las 3:00 am. Dicho de otra manera: es casi imposible que alguien que no viva en el Cusco pueda acceder a dichos boletos. Los peruanos ya no podemos conocer Machu Picchu a un precio razonable.
Hoy es imposible que una familia de clase media de Cajamarca, Iquitos, Huancavelica o de Lima pueda acceder a un buen boleto para conocer la ciudad sagrada. Luego de varias décadas de tanto ingreso de dinero (de muchísimo dinero) es increíble que en el Cusco no exista una buena estación de trenes, con un servicio diversificado según las condiciones de la población. Machu Picchu está casi privatizado.
¿Cómo es posible ello? ¿Cómo es posible que el principal destino turístico del país no haya modernizado sus estaciones de trenes? Solo en el Perú pasan estas cosas. PerúRail parecería ser ese tipo de empresas que solo quiere maximizar ganancias en extremo y no le interesa contribuir hacia algo que no sea ella misma.
Es imposible que una familia de clase media de Cajamarca, Iquitos, Huancavelica o de Lima pueda acceder a un buen boleto para conocer Machu Picchu.
En décadas anteriores, todos los días había un tren local y muchos peruanos podían beneficiarse de ese servicio. Hoy ese tren no existe más. Por lo demás, la organización actual es discriminatoria e insultante: los boletos para extranjeros se pueden comprar por la web, pero los boletos para peruanos (esos de los días domingos) no se compran por internet.
Para los turistas, siempre hay espacio. Para los peruanos, los cupos son muy limitados (y de pésima calidad). Para los extranjeros (que no tienen la culpa de esto) todo es rápido y eficiente; para los nacionales sin mucho presupuesto solo hay infernales colas en la madrugada y poco personal atendiendo a la gente.
Polémicos contratos. El servicio que presta PeruRail, operador de Ferrocarril Trasandino (Fetransa), de Cusco a Machu Picchu comenzó en 1999 y tiene un contrato hasta el 2029. Foto: Andina
El pedido es claro: los trenes y los buses a Machu Picchu deben reorganizarse. El Estado debe intervenir. Hay que encontrar soluciones y diversificar el acceso. PerúRail hace lo que le da la gana y nadie parece fiscalizarlo.
Por un puro interés de investigación, me acerqué a varias de sus agencias (la del aereopuerto, la del centro del Cusco, la de Wanchaq e, inclusive, la de Ollantaytambo) y en todas ellas los vendedores informan mal o, mejor dicho, informan “a medias” y manipulan la información para que uno termine comparando boletos a precios increíbles. Todo parece indicar que la empresa capacita así a sus vendedores.
Los días que estuve por allá conversé con muchos cusqueños y todos andan indignados con el maltrato y el permanente abuso de esta empresa. Estoy casi seguro que si el periodismo de investigación profundiza encontrará muchas otras situaciones escandalosas.
Los trenes y los buses a Machu Picchu deben reorganizarse. Hay que encontrar soluciones y diversificar el acceso.
Uno se pegunta entonces ¿Y el Gobierno Regional qué función cumple? ¿E Indecopi? ¿Y los Ministerios relacionados al tema? ¿Y si la división desconcentrada está efectivamente “deconcentrada”? Nadie duda de la importancia del turismo, nadie duda de ello, pero el turismo a un lugar como Machu Picchu no puede organizarse de esa manera y a costa de excluir a la mayoría de peruanos.
Por todo el Cusco, hay letreros que dicen que “El patrimonio es de todos y que hay que cuidarlo” pero, como suele suceder, se trata de una frase naif y mentirosa. Lugares como Machu Picchu, ya no son para peruanos y tienen precios imposibles.
Nuevamente, podemos poner en cuestión el mito de que la empresa privada soluciona todos los problemas y hace mejor las cosas. En este caso, solo vemos abuso y más abuso. Nuevamente, los peruanos volvemos a confrontarnos con un Estado que no sabe negociar con los privados y no sabe exigir un mínimo de respeto por los derechos de los ciudadanos.
Quizá PerúRail se encuentre hoy en el ranking de las empresas más más enfrentadas a la población. Hacen bien un grupo de cusqueños (me contaron que los primeros en protestar fueron los estudiantes) en levantar la voz al respecto. Todo indica que hacen muy bien. Este no es solo un problema de los cusqueños. Es un problema que afecta a todos los peruanos. Todos los que quisiéramos conocer Machu Picchu deberíamos sumarnos a esa huelga.