SIN ESTEREOTIPOS. Los aprendizajes deben integrarse para enriquecer el pensamiento diverso.
“¿Por qué las flores son de colores? ¿Tienen sonido los átomos? ¿Por qué los humanos vivimos tan poco tiempo?”. Estas son algunas preguntas que se hacen las niñas peruanas en Kuriotik, una red social educativa que busca cerrar las brechas de género en Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas (Steam, por su sigla en inglés).
Escuchar voces de niñas que integran iniciativas vinculadas a temas científicos y sociales es alentador. Sin embargo, la participación de las niñas y mujeres en la educación vinculada a las Steam comparada a la de los hombres todavía presenta una enorme brecha de género.
Esta desigualdad se amplía todavía más en la etapa profesional. Según el informe Descifrar el código: la educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología y matemáticas (STEM), publicado en 2019 por la Unesco, solo el 28% de todos los investigadores en el mundo son mujeres.
En Perú, de los 6.884 investigadores inscritos en el Registro Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Renacyt) apenas el 31% (2.166) son mujeres. Esto ocurre a pesar de que el 90% de mujeres muestra mayor atención a la innovación que los hombres, de acuerdo al Ranking de Innovación C-3 de 2020.
¿A qué se deben estas diferencias? La brecha no es de habilidad ni responde a una falta de interés por parte de las jóvenes y mujeres. Es, sobre todo, un problema de prejuicios y falta de incentivos. Un estudio sobre los estereotipos de género en la capacidad intelectual —elaborado en Estados Unidos y publicado en la revista Science— muestra, por ejemplo, que los prejuicios de género influyen en los niños y niñas desde edades muy tempranas.
Solo el 28% de todos los investigadores en el mundo son mujeres.
Aunque a los 5 años no se observan diferencias significativas en la percepción entre ambos, a partir de los 6 años, ellas son menos propensas que los niños a creer que los miembros de su género son “muy, muy inteligentes”. A esa misma edad, las niñas también empiezan a rehuir de actividades que, se dice, son para niños “muy, muy inteligentes”.
En el ámbito nacional, detalla el libro Ser Mujer en el Perú, la diferencia en aspiraciones y actitudes frente a las matemáticas entre hombres y mujeres es una de las más altas del mundo. “Por tanto, es mucho más probable que las mujeres piensen que las matemáticas ‘no son para ellas’”, explican Josefina Miró Quesada Gayoso y Hugo Ñopo, autores de la publicación.
En el caso peruano también sobresalen otros problemas. El estudio Adolescentes Mujeres y Aprendizaje de la Ciencia, realizado por la investigadora Irma Miyagui Nakahodo, analiza la enseñanza del curso de Ciencia, Tecnología y Ambiente en las escuelas públicas de Lima a partir de los textos escolares empleados y de una serie de entrevistas con docentes del área.
“Los libros oficiales —concluye la autora— no consideran temáticas a favor de la igualdad desde las ciencias. Es más: aquellos temas que potencialmente podrían servir para tal propósito invisibilizan los aportes de las mujeres, refuerzan estereotipos, presentan información fragmentada e irreal y no utilizan un lenguaje inclusivo”.
En lo que respecta a las prácticas docentes, la investigadora encontró que los estereotipos femeninos asociados a estas áreas —como la prolijidad y el cuidado— les permiten, paradójicamente, asumir roles de liderazgo y responsabilidad a las niñas. “Pero, a la vez, refuerzan el rol que han cumplido las asistentas y acompañantes de científicos a lo largo de la historia”, destaca.
Solo el 57,4% de los hogares del país tenía conexión a Internet.
Todos estos datos revelan estereotipos que asocian, de manera errónea, aspectos biológicos con el rendimiento intelectual de los y las estudiantes, que repercuten en sus aprendizajes. Por lo tanto, resulta imprescindible que las y los docentes examinen los discursos —implícitos y explícitos— de los materiales educativos y las dinámicas que generan en sus clases.
Los distintos espacios de aprendizajes sobre ciencias no son los únicos cargados de estereotipos. En el campo del arte, por ejemplo, ocurre algo similar. Y, como en el caso anterior, mellan los intereses de las niñas y adolescentes, además de afectar la construcción de sus identidades.
En Perú, otro reto indudable es la brecha digital. Hasta el segundo trimestre de 2022, solo el 57,4% de los hogares del país tenía conexión a Internet, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
Sin embargo, si se observa este indicador por área geográfica se encuentra que solo el 7,2% de los hogares rurales tienen acceso al servicio. A esto se añade una brecha de género en el uso de Internet. Esta, de acuerdo al INEI, es de 4,8 puntos porcentuales a favor de los hombres.
Los discursos sobre innovación —que tanta importancia tienen en el campo de la ciencia y tecnología en organizaciones públicas y privadas— son fundamentales para reflexionar sobre cómo muchos niños y niñas actualmente resultan excluidos en sus ecosistemas.
Los aprendizajes deben integrarse para enriquecer el pensamiento diverso.
Para mejorar las condiciones sociales de la población no alcanza con soluciones aisladas. Es necesario un trabajo integrador. Pensemos, primero, en la metodología: el enfoque educativo Steam propone desarrollar aprendizajes colectivos e interdisciplinarios, rompiendo la dicotomía de las ciencias versus las artes.
En ese proceso, sería valioso recuperar la mirada de la antropóloga Margaret Mead sobre la educación, como un proceso mediante el cual se transmite una tradición cultural de una generación a otra. En otras palabras, una educación que no siempre depende de la escuela, sino también del entorno en el que ésta se lleva a cabo. Es decir, la familia o la comunidad.
Si observamos el tipo de vida que se lleva en las zonas rurales y en las zonas urbanas, comprobamos que hay diferencias: en las primeras hay un sentido de colectividad (ayuda mutua), que en las ciudades modernas y tecnologizadas pareciera haberse perdido.
En ese sentido, los aprendizajes deben integrarse para enriquecer el pensamiento diverso. Pero considerando también que la escuela y los otros lugares de aprendizajes están inmersos dentro de una cultura impregnada de estereotipos y prejuicios, adscritos a un modelo económico neoliberal que despliega una pedagogía consumista, veloz e individualista.
Por ello, es necesario potenciar espacios donde las niñas y las mujeres se sientan seguras, identificadas y autónomas. Esto es desafiante porque el espacio público actualmente se contrapone al ejercicio de los afectos y la comunicación, lo cual tiene efectos violentos, como vemos en la crisis que atraviesa el Perú.
Sin embargo, si desde edades tempranas fomentamos a que las niñas y los niños conozcan diferentes formas de entender el mundo, intercambiando saberes y respetándolos, es posible que vayamos quebrando el legado que discrimina al otro por ser diferente, establece relaciones de poder jerárquicas y fomenta solo la competencia y el individualismo.
Las niñas y los niños no son el futuro: son el presente y existe una tarea pendiente para ayudarlos a protagonizar la deconstrucción de las opciones binarias en las ciencias y las artes. Esto permitirá, a la vez, generar una conciencia ciudadana y comunitaria donde prevalezcan los vínculos humanos.