ESTUDIO. Gabriel Rada y la Fundación Epistemonikos han analizado la evidencia científica vinculada a la exactitud diagnóstica de las pruebas rápidas para Covid-19.
Si hay cientos de estudios sobre la hidroxicloroquina en el contexto de la Covid-19, ¿por qué aún hay dudas sobre si es o no efectiva contra los síntomas de esta enfermedad? A pesar de que hemos producido "cantidades inéditas" de información científica sobre esta nueva cepa del coronavirus, esto no siempre se ha traducido en conocimiento, asegura Gabriel Rada el médico chileno y presidente de la Fundación Epistemonikos.
Desde el año 2009, Rada es uno de los fundadores de esta organización sin fines de lucro basada en Chile que tiene como objetivo acercar la evidencia científica de calidad a las personas encargadas de tomar decisiones sobre políticas públicas de salud. Los proyectos de esta fundación incluyen la solución tecnológica Living Overview of Evidence, o L·OVE, "como la palabra amor en inglés", según explica Rada. Esta herramienta organiza evidencia científica sobre salud en base a más de 300 mil revisiones sistemáticas.
"La cantidad de información científica producida durante la pandemia es inédita", dice Gabriel Rada.
"La revisión sistemática es un tipo de publicación que recopila la evidencia disponible para presentarla de manera más accesible", dice Rada en esta entrevista con OjoPúblico. Epistemonikos ha recopilado e interpretado la evidencia científica vinculada a pruebas moleculares y rápidas de Covid-19. El análisis ha hecho énfasis en las pruebas rápidas, pues "son parte de un mercado con mucha desinformación". La evidencia recopilada es concluyente: las pruebas rápidas tienen "un rol mínimo" en el diagnóstico precoz de pacientes de Covid-19, y ninguna estrategia basada en estos test será exitosa.
La crisis de la Covid-19 ha traído consigo la diseminación de información falsa y la difusión de artículos académicos que no han sido revisado por pares. En este contexto, ¿cómo ha cambiado la producción de información científica?
La cantidad de información científica producida durante la pandemia es inédita. Por ejemplo, una revisión sistemática toma meses o años en realizarse; aún así, en este contexto se han publicado miles. También identificamos más de 10 mil artículos científicos sobre pacientes [de Covid-19]. En ese sentido, tenemos una plataforma digital llamada L·OVE, donde organizamos la evidencia disponible sobre esta nueva cepa del coronavirus. Con esta plataforma estamos apoyando al Ministerio de Salud y Colegio Médico de Chile, y demás entes involucrados en la toma de decisiones sanitarias.
¿Qué criterios deben considerar desde un periodista hasta una autoridad sanitaria para acercarse a la evidencia científica sobre la Covid-19?
La revisión sistemática es la mejor manera de acercarse a la evidencia científica. En salud, por ejemplo, es prácticamente imposible que un usuario acceda por sí solo a un conjunto de evidencia, aún así sea un experto en este ámbito científico, y será aún más complicado para las personas no habituadas a la búsqueda de este tipo de evidencia. Además, los artículos tienen una jerga bastante sofisticada y específica; no están escritos para el público en general. La revisión sistemática es un tipo de publicación que recopila la evidencia disponible para presentarla de manera más accesible. En nuestra plataforma producimos revisiones sistemáticas con un lenguaje más llano, que incluyen infografías y modelos interactivos para que cualquiera pueda entender la información.
ALERTA. En junio, médicos peruanos alertaron que no existe evidencia científica confiable que garantice la eficacia de la hidroxicloroquina en pacientes con Covid-19.
Foto: Adobe Stock
¿Qué otras dificultades encuentran en la revisión de evidencia científica?
La producción científica está muy desagregada, por falta de colaboración [entre académicos]. Por ejemplo, cada grupo de investigadores que quiera determinar si sirve o no la hidroxicloroquina, tiene que comenzar sus indagaciones desde cero. Es como el mito griego de Sísifo, quien empuja una roca hasta la cima del cerro y luego la deja caer. Nosotros apuntamos a que la producción de conocimiento sea aditiva: que cada vez que alguien empiece a abordar una problemática, inicie desde donde la dejó el grupo anterior.
¿Por qué es importante generar conocimiento colaborativo?
En el contexto de esta pandemia, tenemos una cantidad gigante de información, pero aún no logramos transformarla en conocimiento real. Si hay tanta información, ¿cómo es posible que persistan dudas en cosas fundamentales? Hay más de 60 revisiones sistemáticas sobre la hidroxicloroquina y cientos de artículos científicos sobre el uso de este fármaco en más de 10 mil pacientes. Ya es categórico que la hidroxicloroquina no sirve, pero aún así hay dudas en la gente, en los tomadores de decisiones y en los profesionales de salud. Hay una disociación entre la cantidad de información y el conocimiento existente.
¿A qué conclusión han llegado sobre la producción científica en América Latina?
La investigación sigue siendo más voluminosa en el hemisferio norte, o en los países de altos ingresos. En términos de uso de evidencia, los números muestran que nuestros países son grandes consumidores de evidencia científica. De hecho, Chile es de los países que más revisiones sistemáticas accede por población de habitantes del mundo. En ese contexto, hemos apoyado al Servicio Nacional del Consumidor de Chile para la interpretación de evidencia científica vinculada a pruebas moleculares y rápidas de Covid-19. Nos hemos centrado en las pruebas rápidas, porque son parte de un mercado con mucha desinformación.
Es categórico que la hidroxicloroquina no sirve, pero aún así hay dudas en los tomadores de decisiones y en los profesionales de salud.
¿Qué información debe tener en cuenta un usuario al momento de acceder a una prueba rápida de Covid-19?
Es fundamental la situación clínica. No es lo mismo diagnosticar a una persona asintomática, que a una con síntomas iniciales. Las pruebas moleculares, por ejemplo, tienen un porcentaje cercano al 30% de falso negativo cuando está comenzando la enfermedad. La cantidad de falsos negativos con test rápidos es muchísimo mayor. Los test rápidos de serología tienen un rol mínimo en el diagnóstico precoz; como herramienta aislada de diagnóstico no son suficientes y deben complementarse con otros test. Algunos incluso han planteado que no tiene mucho sentido usarlas porque su sensibilidad (capacidad de detectar los casos que son relevantes) es muy baja.
¿Cuál es la diferencia entre eficacia y sensibilidad en una prueba rápida?
La eficacia es un término que tratamos de no usar en el contexto de diagnóstico, sino exactitud diagnóstica. Esta tiene dos componentes: la capacidad del examen para detectar los casos, es decir, la sensibilidad; y el nivel de posibles falsos positivos. Estas dos característica se combinan en los test, y suele ocurrir que cuando una capacidad mejora, la otra empeora. Por eso es importante que el uso de las pruebas sea mediado a través de profesionales de salud. Cada situación clínica tiene una estrategia diagnóstica, que la población en general no maneja a la perfección. Por eso es complicado la venta directa de estas pruebas.
TEST. El Gobierno peruano ha basado sus diagnósticos de Covid-19 en el uso de pruebas rápidas, sobre todo aquellas producidas por el laboratorio chino Orient Gene.
Foto: Minsa
¿Las pruebas serológicas (que detectan anticuerpos IgM e IgG ante la Covid-19) deben indicar el porcentaje de sensibilidad?
Con el Servicio Nacional del Consumidor de Chile constatamos que la mayoría de estos test presentan estos porcentajes. Sin embargo, no dan una referencia sobre la fuente de dichos porcentajes. Pueden ser porcentajes falsos o el resultado de una selección no objetiva de los distintos estudios que hay sobre estas pruebas. Hoy en día tenemos cientos de estudios de un mismo test, entre los cuales algunos dirán que es mejor o peor. Entonces, el laboratorio puede elegir la cereza más bonita del cajón, pero no la más representativa.
Ninguna estrategia que se base exclusivamente en los test rápidos va a ser exitosa.
El diagnóstico en Perú se realiza principalmente con pruebas rápidas. Además, estas se están usando para estudios de seroprevalencia. ¿Qué otras banderas rojas han encontrado sobre estos test?
El uso de las pruebas rápidas para el diagnóstico tiene muchas limitaciones, pues capturan un porcentaje muy bajo de los casos. En cambio, sí sirven para determinar cuál es la tasa de personas que han tenido la enfermedad en una población. Aún así existe polémica porque parece que no todas las personas desarrollan anticuerpos. Estos casos solo presentan inmunidad celular que no es captada por el test serológico. La agencia reguladora de cada país tiene una tarea bastante grande de fiscalización y certificación de los distintos test. Estos test rápidos son riesgosos porque dan una falsa sensación de seguridad.
¿Qué lecciones nos deja la respuesta de los gobiernos de nuestra región ante la primera ola de contagios?
Una primera lección es que la gradualidad es fundamental. Levantar la cuarentena en un momento exacto genera la falsa sensación de que todo se superó. También se deben evitar los lugares con aglomeraciones. Finalmente, se debe testear rápido, identificar los casos positivos y sus contactos, y aislarlos. Esto falló en casi todos los países de Latinoamérica.
¿Y en esta estrategia debemos replantear el rol de las pruebas rápidas?
Cada país debe evaluar la capacidad de sus laboratorios. Algunos gobiernos tienen que usarlas cuando su capacidad de testeo está sobrepasada. Las pruebas rápidas pueden ser un complemento, pero ninguna estrategia que se base exclusivamente en los test rápidos va a ser exitosa.