ORO. La delegación olímpica rusa quebró la hegemonía estadounidense en la gimnasia femenina, luego del abandono de Simone Biles.
Por Juliet Macur
En el aire, mientras giraba sobre el potro, Simone Biles se dio cuenta de que había perdido el rumbo. Llegó a los Juegos Olímpicos como la estrella estadounidense y se esperaba que regresara a casa con medallas de oro después de cumplir con las obligaciones de una celebridad global del deporte. El peso de las expectativas se cernía sobre ella. Los fanáticos esperaban que fuera espectacular y perfecta, incluso aquí, en los juegos de Tokio que se realizan en medio de una pandemia y sin espectadores.
Y ella se sentía lejos de ser perfecta. El martes dijo que comenzó a “luchar contra todos esos demonios”, y no pudo contenerlos. En los que quizás sean sus últimos Juegos Olímpicos, después de haber ganado cuatro medallas de oro en las Olimpiadas de 2016, Biles llegó a preguntarse por qué estaba aquí. Cuando giró en el aire menos veces de las que había planeado en el potro, quedó claro que no era ella misma, que ya había perdido la pista de sus movimientos y que no lograría ejecutar las osadas rutinas por las que es conocida.
Biles, la gimnasta más premiada del mundo, salió del escenario y abandonó la competencia, diciendo que no estaba preparada mentalmente para continuar. Más tarde dijo que no estaba segura de poder volver a competir en los Juegos de Tokio. En su ausencia, el equipo ruso ganó la medalla de oro. Las estadounidenses consiguieron las preseas de plata.
La retirada de Biles fue un giro sorprendente para las estadounidenses que habían dominado el evento por equipos, y se produjo horas después de que Naomi Osaka, otra superestrella, fuera derrotada en la tercera ronda del torneo de tenis individual femenino por una jugadora de un ranking mucho más bajo.
Después de la competencia, Biles dijo que quería competir por ella misma pero “sentía que todavía lo estaba haciendo por otras personas”. Y agregó: “Me duele en el corazón, porque de alguna manera me han quitado de hacer lo que amo por complacer a otras personas”.
Biles, Osaka y Huston son solo algunos de los atletas que han manifestado la gran presión de cumplir con las expectativas de los demás.
Osaka también habló de las altas exigencias del escenario olímpico, después de haber encendido el pebetero olímpico y sentir la expectativa de su país de origen, Japón, de ganar el oro. “La escala de todo es un poco difícil”, dijo. Incluso hace varios años, habría sido inimaginable para un atleta olímpico admitir dudas importantes durante los Juegos, y mucho menos retirarse de un evento. Pero Biles, Osaka y otras atletas de su generación han expresado su opinión sobre anteponer su salud mental y, en el mejor de los casos, dejar las expectativas de los demás en segundo plano.
Incluso en tiempos normales, la competencia olímpica puede ser emocionalmente tensa para los atletas, algunos solo adolescentes, que portan las banderas de sus países y albergan las esperanzas de innumerables seguidores mientras compiten frente a una audiencia mundial. El aplazamiento de los Juegos el año pasado aumentó la tensión al provocar algo que los atletas detestan: un cambio en sus rutinas.
“Mantienes tu ritmo porque sabes que el cuarto año es el año olímpico”, dijo Steven Ungerleider, un psicólogo deportivo de Eugene, Oregón. “Te preparas psicológica, emocional y físicamente y, de repente, alguien decide postergarlos y te sientas a morderte las uñas mientras piensas: ‘Tengo que esperar otro año’. Se acumula mucha ansiedad”.
Y en los Juegos de Tokio falta la energía del apoyo de los fanáticos porque las instalaciones deportivas están, en gran medida, vacías. “Te alimentas de eso”, dijo Ungerleider.
El estadounidense Nyjah Huston, el competidor más importante en el patinaje en tabla, también era favorito para la medalla de oro. Pero quedó en el séptimo lugar en la competencia urbana del domingo, y luego dijo en una publicación de Instagram que “nunca había sentido tanta presión”. Y añadió: “Lo siento. Sé que definitivamente decepcioné a algunas personas. No tengo ningún problema en admitirlo, pero soy humano”.
Biles dijo que llegó a los Juegos Olímpicos “sintiéndose bastante bien”, pero que estaba lidiando con algunos problemas que se volvían más difíciles cada día. La terapia y los medicamentos generalmente funcionan, explicó, pero incluso en ese caso, las situaciones de mucho estrés pueden hacer que “en verdad me asuste” porque no sabe cómo manejar sus emociones.
Hace cuatro o cinco años, dijo Biles, habría cumplido con la competencia, a pesar de estar en un estado de agitación mental, incluso con el riesgo de sufrir una lesión grave. Pero esta vez no. Es mayor y más inteligente, y se da cuenta de que hay más cosas en la vida que la gimnasia. “Hoy me pasó algo como: sabes qué, no, no quiero hacer algo estúpido y lastimarme”, dijo. “Y simplemente no vale la pena, en especial cuando tienes a tres atletas increíbles que pueden dar un paso al frente y hacerlo. No vale la pena”.
Que dos de las estrellas deportivas más importantes del mundo se derrumbaran el mismo día sorprendió a muchos, pero no a ellas. Para Biles, quien había visto el documental que Osaka produjo sobre su vida y sus desafíos de salud mental, era simplemente una cuestión de encontrar la determinación para salvarse.
Para Biles, era simplemente una cuestión de encontrar la determinación para salvarse.
“Al final del día, también somos humanas, tenemos que proteger la mente en nuestros cuerpos en lugar de simplemente salir y hacer lo que el mundo quiere que hagamos”, dijo. “Con cómo ha transcurrido el año pasado, realmente no me sorprende lo que ha pasado”.
Ungerleider dijo que Biles ha soportado el estrés de ser el rostro de los Juegos para NBC; de hablar sobre su abuso a manos de un médico del equipo de gimnasia estadounidense, Lawrence G. Nassar; y de tratar de manejar las obligaciones de su patrocinador mientras se preparaba para los Juegos Olímpicos.
“Lleva muchos sombreros”, dijo Ungerleider. “La mayoría de los atletas no van a los Juegos Olímpicos siendo diplomáticos al mismo tiempo que intentan ser atletas concentrados. Tiene mucho peso sobre sus hombros. Para cualquier persona, especialmente para una joven de 24 años, eso es una gran carga”.
Biles les dijo a sus compañeras de equipo que no estaba en el mejor lugar mental para continuar con la competencia y que no quería costarles una medalla. Lloraron de preocupación y tristeza. Sin embargo, la entendieron porque, como dijo su compañera de equipo Jordan Chiles, “todas hemos pasado por lo mismo”.
Además, no habrían llegado tan lejos sin ella, la mejor gimnasta viva. Se alegraron de que Biles, con más medallas internacionales que cualquier gimnasta y una atleta que incluso tiene su propio emoji de “la mejor de todos los tiempos”, volvió a la competencia para animarlas. “Fue muy emotivo perder a alguien tan importante para el equipo”, afirmó Sunisa Lee, quien dijo que Biles ha sido su inspiración. “Sentí que estos Juegos Olímpicos serían para ella”.
El equipo terminó compitiendo en los últimos tres aparatos, algunas de las gimnastas ni siquiera calentaron o incluso no sabían si competirían en esos eventos, pero el conjunto logró ganar una medalla de plata de todos modos. Permanecieron juntas después de una larga noche y se felicitaron por lo que habían logrado. Felicitaron a Biles por ser tan valiente y hacer lo correcto para mantenerse sana. “Hicimos esto por nosotras mismas. Pero también lo hicimos por ella”, dijo Jordan Chiles.
"No, felicitaciones a ustedes por seguir adelante sin mí", respondió Biles. “Son medallistas de plata”, les dijo. “Es algo de lo que deberían estar muy orgullosas porque lo hicieron sin mí”.
Rusia terminó con una puntuación total de 169.528, una diferencia de más de 3 puntos con Estados Unidos, que ganó plata con un total de 166.096 puntos. Reino Unido ganó la medalla de bronce con un puntaje de 164.096. Con esta victoria, Rusia acabó con el dominio avasallante en gimnasia que había mantenido el equipo estadounidense durante más de una década.
En la clasificación del domingo, Rusia había sorprendido a las estadounidenses, lo que aumentó la presión para que el equipo estadounidense mantuviera su éxito indiscutible en el deporte.
La última vez que Estados Unidos perdió una final por equipos en unas Olimpiadas o en un campeonato mundial fue en 2010, ante Rusia. Desde entonces, Estados Unidos ha sido muy superior en este deporte al resto del mundo, y ha ganado campeonatos mundiales y Juegos Olímpicos por márgenes considerablemente grandes.
En Tokio, el equipo de Estados Unidos hizo lo que pudo para preservar su exitoso legado. Pero sin Biles, las estadounidenses simplemente no podrían seguir el ritmo de las rusas. Y, sin embargo, en el evento final, el ejercicio de suelo, parecían tener una oportunidad de ganar el oro, y estaban a solo ocho décimas de la primera posición. Una caída inesperada de Chiles, quien en uno de sus movimientos aterrizó mal, le dio un total de solo 11,7 puntos, con lo que las rusas se consolidaron en la delantera.
Un día después de que el equipo masculino ruso ganó la medalla de oro, las mujeres ejecutaron sus rutinas complejas con precisión y elegancia, mientras las estadounidenses hacían todo lo posible por reagruparse. No ayudó a la confianza de las estadounidenses que llegaron a la final tratando de recuperarse de un segundo lugar ante Rusia en la clasificación.
Durante la clasificación del domingo, Biles y algunas de sus compañeras de equipo cometieron errores inusuales porque estaban nerviosas. Al aterrizar desde la barra de equilibrio, Biles dio un gran paso y varios pequeños hacia atrás. En el ejercicio de suelo, se salió tanto de los límites que se deslizó por el borde de la plataforma. En el potro, aterrizó fuera de la colchoneta.
Al día siguiente, escribió una publicación en su página de Facebook: “Realmente a veces siento que tengo todo el peso del mundo en mis hombros. Sé que lo olvido y hago que parezca que la presión no me afecta, pero, maldita sea, ¡a veces es difícil, jajaja! ¡Los Juegos Olímpicos no son una broma!”.
John Branch colaboró desde Tokio y Jeré Longman desde Philadelphia.
@2020 The New York Times Company