INVISIBLE. Millones de personas viven con la infección, pero hay poco progreso en los tratamientos y las pruebas para detectarla.
Por Dani Blum
Cuando Lauren fue a ver a sus médicos con varios conjuntos de úlceras muy dolorosas en los genitales, pensaba que el dolor se debía a una infección en las vías urinarias. Pero en el área de ginecología y obstetricia, el médico tomó una muestra de los bultos y le dijo que ese sarpullido era herpes. Ella recuerda haber contestado “No, no lo es”.
En ese entonces, Lauren, quien para poder hablar de temas relacionados con su salud solicitó que se omitiera su apellido, era una estudiante universitaria de 19 años. Tenía una relación monógama con su segunda pareja sexual, un chico que tenía una úlcera intermitente en el labio.
No sabían que el herpes oral podía producir aftas ni que el virus causante del herpes, el HSV-1, podía trasladarse a los genitales. El novio de Laurent estaba seguro de que lo había engañado y terminó con ella, contó.
Lauren se volvió retraída y casi fracasa en sus estudios. “Pensé que ya nada importaba”, comentó. “No voy a volver a salir con nadie, nunca voy a tener novio”.
La OMS calcula que alrededor de 3.700 millones de personas viven con HSV-1, el virus que causa el herpes, ya sea oral o genital".
Eso sucedió en 2013. En toda la última década, Lauren ha tenido solo unos cuantos brotes adicionales, pero ninguno como el primero. El estrés psicológico —la depresión en la que cayó después del diagnóstico, el temor de que sus futuras parejas no la aceptaran— ha sido, sin duda, lo más difícil de gestionar de su enfermedad. “Esto daña tu autoestima”, subrayó.
El herpes es algo muy común: la Organización Mundial de la Salud calcula que 3.700 millones de personas viven con HSV-1, ya sea oral o genital. Y en las últimas décadas han aumentado muchísimo los casos, como el de Lauren, en los que el HSV-1 se transmite a los genitales durante el sexo oral, señaló Jonathan Zenilman, profesor de Medicina, especialista en infecciones de transmisión sexual, en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.
Sin embargo, el herpes no es algo prioritario para los investigadores, señaló Larry Corey, profesor y virólogo que ha estudiado este virus en el Centro de Cáncer Fred Hutch en Seattle. Ni siquiera es prioritario para quienes estudian las infecciones de transmisión sexual, añadió. “Tanto la industria farmacéutica como el sistema de investigación médica casi han descartado esta enfermedad”, aseveró.
Los especialistas tienen la teoría de que existen muchas posibles razones para que esto suceda. Por ejemplo, que la mayoría de los pacientes tengan síntomas físicos relativamente leves, la renuencia del personal sanitario a hablar sobre salud sexual y lo difícil que es desarrollar una vacuna contra el herpes.
En las últimas décadas, han aumentado los casos en los que el HSV-1 se transmite a los genitales durante el sexo oral".
“El hecho de que gran parte del daño sea psicológico hace que a los médicos no les interese”, explicó Anna Wald, viróloga clínica y profesora de Medicina en la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington.
En las últimas décadas ha habido pocos avances en lo referente a la precisión de las pruebas, la vacuna u otros tratamientos, señaló Wald. Parte del desafío es que el virus del herpes puede esconderse dentro de las neuronas que no están protegidas por el sistema inmunitario, lo cual hace que la respuesta inmunitaria del cuerpo no sea suficiente para erradicar el virus, explicó.
Por eso, el herpes se queda toda la vida en el cuerpo de quien lo contrae. Hasta ahora, los intentos de vacunas no han estimulado una respuesta inmunitaria que pueda controlar el virus o prevenir el contagio, afirmó.
Si el paciente no tiene síntomas, normalmente los médicos diagnostican el herpes con una prueba de anticuerpos que casi siempre es imprecisa. Según investigaciones anteriores, hasta la mitad de los resultados arrojados por las pruebas comerciales podrían ser falsos positivos.
Existe otra prueba de anticuerpos, llamada técnica de inmunotransferencia, que los científicos consideran el test de referencia para diagnosticar el herpes, pero esta prueba solo está disponible a través de la Universidad de Washington, por lo que su obtención puede resultar cara y complicada para los pacientes.
Ha habido pocos avances respecto a la precisión de las pruebas, la vacuna u otros tratamientos", explicó la viróloga Anna Wald.
Las pruebas casi siempre son confiables, si el paciente tiene síntomas: los médicos pueden tomar una muestra de la lesión y llevar a cabo una prueba molecular muy sensible.
Debido, en parte, a que los índices de falsos positivos son tan altos, el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de Estados Unidos no recomienda los exámenes de rutina para detectar herpes en personas que no presentan síntomas.
El martes, este grupo de trabajo reiteró esa recomendación. En un artículo relacionado, un grupo de médicos escribió que la recomendación se basaba en cierta medida en los “daños psicosociales” vinculados a los falsos positivos en las pruebas para detectar herpes.
Por lo tanto, el virus sigue propagándose sin control, lo que se agrava por la ineficacia de las pruebas para detectar el herpes que están más disponibles, señaló Terri Warren, una enfermera especialista que ha realizado investigaciones sobre el herpes.
A medida que se generalizan los casos, los pacientes tienen que afrontar un diagnóstico que puede ser psicológicamente devastador, afirmó Zenilman. “Los síntomas pueden controlarse, pero mucha gente se siente estigmatizada… sucia”, añadió.
Cómo fue que el herpes fue marginado
Hay ciertos casos en los que el herpes puede ser grave: los bebés pueden contraer herpes neonatal de su madre, lo cual los pone en riesgo de tener complicaciones muy graves e incluso de morir. Los brotes pueden ser más prolongados y dolorosos para las personas que están inmunodeprimidas.
Pero, en la inmensa mayoría de los casos, los pacientes tienen síntomas muy leves y muchos no presentan ninguno de estos. En parte, esa es la razón por la que hay tantos contagios: las personas transmiten el herpes a sus parejas sin saber que lo tienen.
Es posible que a quienes contraen HSV-1 les salgan úlceras en la boca o alrededor de ella o, en algunos casos, en los genitales. El HSV-2, la otra cepa predominante, casi siempre se caracteriza por producir una o más lesiones alrededor de los genitales o el recto.
En Estados Unidos, aproximadamente una de cada seis personas de entre 14 y 49 años tiene herpes genital y más de la mitad de los adultos tienen herpes oral.
El virus del herpes puede esconderse dentro de las neuronas que no están protegidas por el sistema inmunitario".
Los medicamentos antivirales ayudan a disminuir la cantidad de virus que disemina una persona, cosa que reduce la posibilidad de que alguien con herpes lo transmita a su pareja sexual.
Algunos pacientes toman antivirales todos los días, otros solo lo toman cuando tienen brotes. Pero siempre existe el riesgo de diseminar el herpes. La enfermedad se queda en el cuerpo, lo cual obliga al paciente a informar sobre su diagnóstico a cualquier persona con quien tenga contacto íntimo.
Después de que la diagnosticaron, cuando Lauren comenzó a salir con otros chicos, terminó quedándose en las relaciones durante más tiempo de lo que habría permanecido si no hubiese tenido miedo de que nadie más fuera a querer estar con ella. “Pensé que iba a morir sola”, comentó.
Los científicos han trabajado en vacunas contra el herpes de manera errática desde la década de 1970, señaló Harvey Friedman, profesor de Medicina en la Escuela de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania, quien ha estudiado esta enfermedad durante más de 40 años. Pero los intentos anteriores han fracasado por motivos que los investigadores siguen tratando de dilucidar.
Hasta la mitad de los resultados arrojados por las pruebas comerciales podrían ser falsos positivos".
Debido a que el herpes ha estado presente durante tanto tiempo, los virus han evolucionado a la par de nosotros, lo cual hace que sea más difícil erradicarlos, aseveró Christine Johnston, profesora adjunta en la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington, quien ha realizado estudios sobre el herpes.
Hay nuevas vacunas en desarrollo. Friedman está trabajando con BioNTech en una candidata a vacuna contra el HSV-2 que se administró al primer ser humano en diciembre.
Pero ninguna está en las últimas fases de los ensayos clínicos, subrayó Ina Park, profesora de Medicina Familiar y Comunitaria en la Universidad de California, campus San Francisco, y autora del libro Strange Bedfellows: Adventures in the Science, History, and Surprising Secrets of STDs. “En ninguna parte hay nada que se acerque al éxito”, afirmó.
Una de las sociedades más secretas
Cuando Ella Dawson, de 30 años, era estudiante universitaria y contrajo HSV-1, comenzó a publicar abiertamente su diagnóstico en las redes sociales. Para su sorpresa, hubo gente que apareció de la nada a compartir sus historias; amigos, familiares, hasta una cajera que trabajaba en la tienda de comestibles del campus. Muchas personas le dijeron que nunca le habían revelado a nadie su diagnóstico más que a su pareja sexual.
“Es una de las sociedades más secretas del mundo”, comentó Dawson, escritora y novelista que, con frecuencia, habla públicamente sobre su experiencia con el herpes.
Después de ser diagnosticado con HSV-2, Courtney Brame, de 34 años, creó la organización en favor de la educación sobre el herpes y el podcast Something Positive for Positive People. Él ha visto como la enfermedad “altera por completo la identidad de la persona”, señaló, en parte debido a lo importante que puede ser la sexualidad para la autoestima del paciente.
“Solo por tener herpes, ahora siente que no puede aportar nada a una relación”, puntualizó. “Es como si dijera: ‘Y ahora que tengo esto, ¿quién va a quererme?’”.
Brame lo ha vivido en carne propia. Una vez se estaba comunicando por medio de mensajes en Tinder con una mujer que empezó a conversar sobre su problema de asma crónica. Cuando él le habló de su propia enfermedad crónica, ella dejó de responderle.
En la inmensa mayoría de los casos, los pacientes tienen síntomas muy leves y muchos no presentan ninguno".
Pero contó que, cuando da a conocer su diagnóstico, lo más frecuente no es que enfrente el rechazo, sino que reciba una respuesta distinta: las mujeres divulgan que ellas también tienen herpes.
El estigma del herpes se deriva de la idea de que las personas que viven con esa infección han hecho algo “malo”, comentó Park. Sin embargo, podemos tomar todas las precauciones y aun así contraerla, añadió. Los condones no previenen el contagio por completo y, para contraer el virus, ni siquiera es necesario que haya penetración en el sexo.
Aunque los condones pueden disminuir el riesgo de transmisión, no todas las personas con herpes usan un método de barrera cuando tienen una relación monógama por mucho tiempo.
En 2021, Something Positive for Positive People realizó una encuesta de más de 1.000 personas diagnosticadas con herpes: cerca del 66% dijeron que sus parejas habían aceptado tener relaciones sexuales sin condón y sin ningún otro método de barrera. Aunado a esto, hay pocas investigaciones acerca de la manera en que se propaga el virus entre las mujeres que tienen relaciones con otras mujeres, señaló Park.
En términos generales, no es muy frecuente que los profesionales de la salud reciban mucha capacitación acerca de cómo hablar con los pacientes sobre la salud sexual, aseveró Johnston. Cuando se trata concretamente del herpes, “los profesionales de la salud pueden ser muy insensibles y no darle importancia”, añadió. “Se considera más una incomodidad que una infección grave”.
A pesar de que miles de millones de personas viven con herpes, ha habido muy pocos avances en lo que se refiere a pruebas y tratamientos.