Escoliosis: el vía crucis de cientos de pacientes por un implante médico

Tan solo en el 2017, el Ministerio de Salud registró más de 17 mil casos de escoliosis, una desviación de la columna que tiene diversas causas. De ese grupo, más de cien niños y adolescentes requieren cirugías complejas e implantes que corrijan su posición. Pacientes y médicos reclaman que EsSalud utiliza dispositivos médicos obsoletos pese a las recomendaciones de especialistas peruanos y extranjeros.

Desde la cama donde reposa, en su propio dormitorio, la estudiante universitaria Adriana Farje hace la cuenta regresiva para que su cuerpo vuelva a sostenerse sin problemas. Hace apenas dos semanas fue operada para corregir una desviación de columna vertebral que ponía en riesgo su vida: no solo le causaba dolores insoportables, sino que un anterior implante de columna, colocado en una primera operación, había empezado a sobresalir como un bulto en su espalda. Los médicos le dijeron que corría el riesgo de que la pieza terminara por rasgar todas las capas de músculo y piel hasta la superficie y le generara una infección peligrosa. Entonces, mientras averiguaba sus opciones, Adriana supo que casi todo lo que los médicos le habían hecho antes estuvo mal.

Adriana Farje tiene 23 años. Sus problemas empezaron a los 17, cuando durante una consulta un dermatólogo revisó su espalda y notó una malformación que entraba en los parámetros de una condición médica. El especialista la derivó a un traumatólogo. Le diagnosticaron escoliosis. En ese momento, Farje pasó a integrar una involuntaria comunidad de pacientes que lleva años en un vía crucis: la imperiosa espera de un implante médico que aliviaría la tendencia de sus cuerpos a inclinarse. Un vía crucis que incluye desde disputas técnicas entre médicos de distintas especialidades hasta el negocio de los implantes médicos en el Perú.

SEGUNDO TIEMPO. Adriana Farje (23) aún se recupera de la segunda cirugía de escoliosis que corrigió los problemas de la anterior: los implantes colocados por neurocirujanos del Hospital Rebagliati empezaron a soltarse.  

OjoPúblico ha reconstruido un problema de salud que afecta a decenas de pacientes en distintas ciudades del país y cuyas aristas revelan un complejo sistema burocrático que no está al servicio de las necesidades de personas vulnerables. La escoliosis es una condición médica más frecuente de lo que se suele considerar. Tan solo en el 2017 el Ministerio de Salud registró más de 17 mil personas afectadas por este problema en todo el ámbito nacional, de acuerdo a cifras obtenidas por un pedido de acceso a la información pública. Los casos reportados ese año incluyeron a 6.259 niños y adolescentes de 12 a 17 años. Solo en el 2017.

El meollo del problema, que ha estado generando numerosos dramas familiares expuestos en los medios, está en la renuencia de Essalud para adquirir un tipo de dispositivos médicos llamados ‘sistemas de fijación transpedicular de cero perfil’, también conocidos como implantes coplanares, compuestos de dos barras que se fijan con tornillos en la columna y al unirse durante la cirugía permiten alinear todas las vértebras con resultados óptimos y más duraderos.

La escoliosis es una condición médica más frecuente de lo que se suele considerar. Tan solo en el 2017 el Ministerio de Salud registró más de 17 mil personas afectadas por este problema en todo el ámbito nacional.

El ente rector de la seguridad social no ha incorporado esta solución médica a pesar de que esos implantes son usados por otros establecimientos públicos de salud y por distintas clínicas privadas debido a sus considerables efectos benéficos en los pacientes. Esta resistencia no ha tomado en cuenta la evidencia de los pacientes que han debido operarse más de una vez debido al uso de implantes que, según la opinión de distintas fuentes recogidas por OjoPúblico, están considerados obsoletos.

 

El niño que volvió a inclinarse

La odontóloga Patricia Valdivia lleva casi cuatro años esperando los implantes coplanares que permitan corregir el problema de columna de su hijo, Fabricio, de doce años. El niño presenta un diagnóstico de escoliosis congénita. Hasta ahora ya ha sido operado tres veces para corregir un defecto de formación en las vértebras de la zona lumbar. La primera operación fue a los dos años, cuando le pusieron unas barras de titanio que terminaron por doblarse. La última vez fue en el 2015, en el Hospital Almenara. Para ese momento, la señora Valdivia ya había escuchado que existían unos implantes más modernos, eficaces y duraderos, pero no estaban disponibles en la red de Essalud y la lista de espera para ese tipo de cirugía era tan larga que el traumatólogo recomendó operar al niño con los materiales existentes, para controlar la progresiva desviación.

Lo hizo con la advertencia de que, por las limitaciones de esos dispositivos, eventualmente Fabricio necesitaría una nueva operación.

“Mi hijo quedó derecho, pero al cabo de ocho o nueve meses volvió a recaer”, recuerda Patricia Valdivia, sentada ahora en la sala de su consultorio dental. Quiere decir que la columna del niño volvió a desviarse con tornillos, barra correctora y todo. “Lo que tiene [ahora] son [como] cabezas grandes que le protruyen toda la piel y cuando se echa le incomodan”, dice en la misma sala donde ella atiende otra clase de dolencias.

CRUZADA. Patricia Valdivia dirige un grupo de más de 40 pacientes con escoliosis, entre adultos y niños, y padre de familia quienes exigen que sean operados con los implantes coplanares.

El consultorio está en el primer piso de un edificio multifamiliar ubicado en San Juan de Lurigancho. En la sala de recibo hay una foto grande en la que se ve un grupo de modelos con sonrisas blanquísimas. Al lado se ve la foto de un niño que se lleva el índice a la boca en señal de silencio. Es el hermano de Fabricio, que nació sin problemas. El lugar está equipado, pero sin gente. El ajetreo de las gestiones impide a la señora Valdivia atender con regularidad. Esta mañana, por ejemplo, la madre de Fabricio tampoco ha atendido porque debía salir a recoger los resultados del pedido de información que hizo a otro hospital para averiguar si es cierto que estaban haciendo operaciones con los implantes que actualmente tiene Essalud. Los responsables del Hospital Sabogal le dirán que no.

El problema de Fabricio y otros pacientes en su condición fue motivo de una carta de alerta enviada en enero del 2016 a Manuel Garay Evia, Jefe del Servicio de Ortopedia y Traumatología del Hospital Almenara, donde el niño recibía tratamiento. En el documento, los doctores René Chirinos, Carlos Cárdenas y Édgar Morales advirtieron sobre las condiciones en que se estaban realizando las cirugías para corregir deformidades vertebrales: operaciones que solían durar de seis a doce horas, en varios tiempos y con un elevado nivel de sangrado en los pacientes. Muchas de estas condiciones se debían al tipo de implantes que se estaba utilizando.

 

“Cada vez tenemos mayor número de pacientes en lista de espera y casos de mayor complejidad que requieren uno de nuevos implantes, técnicas quirúrgicas nuevas y tecnología de última generación”, indicaron los especialistas en la carta. El problema se agravaba por el sistema burocrático para el acceso a los dispositivos médicos: los pacientes debían esperar de seis a doce meses para acceder a los implantes para escoliosis. “Cuando se hace efectiva la compra, la deformidad ha empeorado y la planificación puede cambiar, necesitando en esos casos compra adicional de implantes”, advierte la misiva.

De acuerdo a documentación revisada por OjoPúblico, al momento en que se emitió esa carta había al menos cien pacientes a la espera de una intervención de esas características.

A pesar de la urgencia señalada por los médicos, el procedimiento para atender este pedido tardó más de un año. Solo en agosto del 2017, el área administrativa de Essalud inició las gestiones para la autorización e incorporación de esos implantes al catálogo de bienes de uso clínico de la institución. En los documentos que justificaban el pedido se señalaba como objetivo: “Estar a la vanguardia junto con los grandes centros a nivel mundial haciendo cirugías de tecnología actual que han resultado buenos en todos los aspectos” y “constituir [al Hospital Almenara] en un centro de referencia nacional e internacional”. Tres semanas después, llegó la primera evidencia de que el pedido iba a ser rechazado.

RECLAMOS. Pacientes con escoliosis y padres de familia de Lima y regiones protestan frente a las oficinas del IETSI por la aprobación de los implantes implantes coplanares. Los plantones constantes llamaron la atención de los medios.

 

 

Una polémica médica

Según el reglamento de Essalud, la decisión de incorporar tecnología médica nueva a sus procedimientos médicos depende de un organismo desconcentrado llamado Instituto de Evaluación de Tecnologías en Salud e Investigación (IETSI). Es un comité que evalúa la evidencia científica existente acerca de la tecnología sanitaria y emite dictámenes sobre su conveniencia. Si el dictamen es favorable, dispone la creación de un código que permite la incorporación del material nuevo al sistema de compras del seguro social.

En la respuesta al pedido inicial del Hospital Almenara, en noviembre del 2017, el instituto señaló que evaluaría la propuesta “en términos de eficacia y seguridad”. Al mismo tiempo, destacó que los establecimientos de su red nacional usaban un implante llamado ‘Set de fijación transpedicular para columna vertebral’. “[…] no debería existir retrasos en las intervenciones quirúrgicas”, dijo el documento firmado por la Dra. Patricia Pimentel, presidenta del IETSI.

Fue entonces que empezó una guerra interna alrededor de los pacientes de escoliosis. Para empezar, porque el sistema que indicaba la respuesta del IETSI no es el que se usa para el tratamiento de deformidades, sino de enfermedades degenerativas de columna, que presentan necesidades específicas. El que se usa es otro sistema de tornillos pediculares denominado USS1, que también está cuestionado porque corresponde a tecnología desarrollada en los años ochenta.

La operación fue infructuosa: según los especialistas, la corrección fue casi nula y el paciente sufrió un cuadro de shock medular a causa del tiempo que duró la cirugía.

A inicios de este año, en enero de 2018, los tres especialistas en columna del Hospital Almenara insistieron en que la situación había llegado a niveles críticos. “El único sistema para escoliosis con el que cuenta EsSalud es obsoleto, no usado en la actualidad en ningún centro de referencia internacional”, señaló un documento enviado por los médicos a la Gerencia Quirúrgica de ese establecimiento y revisado para este informe.

Entre las principales deficiencias está que ese implante está hecho de barras de titanio, un material que tiende a doblarse “adoptando la barra la forma de la columna deformada”, indicó el documento, que llegó el mismo día de su emisión a las cabezas del Servicio de Traumatología y de la Gerencia Quirúrgica de la institución. Los sistemas solicitados por los especialistas están hechos de cromo-cobalto. “[…] la diferencia está en la dureza de la barra”, indicaron los expertos.

“El sistema USS1 (obsoleto) logra pobre corrección, no lográndose balances adecuados para la columna, ‘siempre’ terminan con espaldas planas, dolorosas y susceptibles de revisiones periódicas posteriores, que implican mayores complicaciones quirúrgicas y posquirúrgicas”, señaló la carta. La muestra era un paciente que fue operado de escoliosis severa. La operación, planificada para hacerse en tres tiempos debido a su complejidad, fue infructuosa: según los especialistas, la corrección fue casi nula y el paciente sufrió un cuadro de shock medular a causa del tiempo que duró la cirugía.

Esta explicación, firmada por tres de los mayores especialistas del país en operaciones por escoliosis, debía ser concluyente, pero no lo fue. El IETSI argumentó que sus implantes tenían plena vigencia y que tenía la opinión de reconocidos expertos en ese tipo de cirugías para comprobarlo. Lo que empezó entonces fue una contienda de competencia: los traumatólogos del Hospital Almenara vs. Los neurocirujanos del Hospital Rebagliati.

ESSALUD. Ante las continuas protestas de pacientes y familiares, el seguro social aceptó firmar un convenio para transferir casos al Instituto de Salud del Niño. 

 

Contienda de competencias

El médico Édgar Morales es un traumatólogo reconocido en la comunidad internacional de especialistas en escoliosis. Trabaja desde hace quince años en el Hospital Almenara, donde integra la Unidad de Columna encargada del tratamiento de los casos de escoliosis. Morales fue uno de los médicos que desde el año 2015 solicitaron la compra de los implantes coplanares para atender los casos de deformidades severas que llegaban a ese establecimiento. También, junto a sus colegas, decidió dejar de hacer operaciones complejas mientras no se utilizaran los materiales más adecuados. Los médicos han dicho que adoptaron la medida “con un criterio científico y ético”, se lee en un documento revisado para este informe.

“Cuando presento el pedido de los implantes, IETSI llama a dos neurocirujanos del [Hospital Edgardo] Rebagliati para opinar respecto a lo que estaba pidiendo”, recuerda el especialista en entrevista con OjoPúblico.

La evidencia documental del caso indica que el instituto convocó a varias reuniones de expertos para determinar la idoneidad de los implantes coplanares. Ambas especialidades reclamaban la autoridad en el tratamiento de esta condición. IETSI apoyaba la versión de los especialistas en el sistema nervioso. “Los neurocirujanos [del Rebagliati] concluyen que ellos operan muy bien con lo que tiene el Seguro”, señala Morales. Como argumento, adujeron una experiencia de cinco años en ese tipo de intervenciones y las características de su formación médica.

GRUPO VULNERABLE. En el 2017, más de 6259 niños y adolescentes de 0 a 7 años de edad fueron diagnosticados con escoliosis a nivel nacional.

Uno de los puntos más controversiales se produjo cuando estos especialistas afirmaron que en sus cirugías no utilizaban el monitoreo neurofisiológico, un procedimiento que consiste en conectar al paciente a una computadora para medir medir sus reacciones y evitar cualquier daño neurológico. Las operaciones de escoliosis son tan delicadas que hacerlas sin monitoreo sería impensable en los centros de referencia mundial relacionados con esta condición, señala Morales.

OjoPúblico ha verificado que la postura de la comitiva del Hospital Rebagliati, convocada por el IETSI, no tomó en cuenta la opinión del mayor especialista en Traumatología de ese mismo establecimiento de salud, quien no participó de las reuniones de carácter cientifico sobre el tema. El Dr. Daniel Cauti, un médico con diez años de experiencia en el tratamiento de cirugías de columna vertebral con énfasis en deformidades, se pronunció en febrero de este año en una carta dirigida al jefe de sus colegas en el Almenara. “[...] nosotros no deseamos usar más el sistema”, dijo sobre la postura de su unidad ante los implantes que el IETSI todavía pretende mantener. Cauti explicó que esos dispositivos eran poco eficaces para corregir las escoliosas severas, muy difíciles de colocar, y requerían cirugías tan largas que los pacientes perdían demasiada sangre y los cirujanos corrían el riesgo de cansarse y cometer errores.

“Ese sistema no cumple con los estándares actuales descritos anteriormente para la corrección de deformidades escolióticas y, además, se encuentra en situación de cese de su producción por el fabricante debido a su obsolescencia”, indicó el traumatólogo del Rebagliati.

Fuentes de la industria confirmaron que los implantes usados por EsSalud han sido declarados obsoletos para el mercado asiático y estadounidense, y que solo se mantendrán en el país hasta diciembre.

A pesar de estas referencias, el IETSI continuó respaldando su negativa en la opinión de los neurocirujanos de ese establecimiento e incluso observó la adquisición de un anestésico denominado Remifentanilo, que, de acuerdo a al menos dos especialistas consultados para este informe, es fundamental para un correcto monitoreo neurofisiológico.

OjoPúblico ha podido establecer que la posición del IETSI está basada en información imprecisa. Uno de los neurocirujanos que participó en las reuniones declaró a este medio, bajo un acuerdo de confidencialidad, que -si bien considera adecuado el tipo de implantes que actualmente utiliza EsSalud- el departamento de Neurocirugía del Hospital Rebagliati no opera a niños, sino a adultos. También admitió que esa unidad no utiliza el sistema de monitoreo en todos los casos. El establecimiento no dispone de un equipo propio, debe alquilarlo para casos especificos.

De otro lado, fuentes de la industria médica, que pidieron no ser identifcadas, confirmaron a OjoPúblico que los implantes usados por EsSalud han sido declarados obsoletos para el mercado asiático y estadounidense, y que solo se mantendrán vigentes en el país hasta diciembre de este año.

En paralelo a este debate, la situación de los pacientes ha llegado a niveles críticos. En enero del 2018, el doctor Morales y su colega, el doctor René Chirinos, reportaron al gerente quirúrgico del Almenara que tenían casos de pacientes cuyas columnas habían superado los 80 grados de inclinación, el doble del punto crítico en que se requiere operación. Ese deterioro había derivado en complicaciones cardiacas o pulmonares y en serios problemas psicológicos: un paciente presentaba una deformidad tan severa que había empezado a tener problemas para respirar y otros dos habían tratado de suicidarse.

IMPLANTES. Radiografía de un menor de edad que muestra la persistencia de la deformidad pese a los implantes colocados con el actual sistema de EsSalud. El paciente de este caso lleva cuatro años a la espera de una nueva operación. 

 

 

Voces autorizadas

“Ellos dicen que no han encontrado evidencia científica de que los implantes coplanares sean mejor de lo que tiene EsSalud”, dice la señora Patricia Valdivia, la madre del niño que espera los implantes coplanares para someterse a una cuarta operación. El argumento aparece en varios documentos que ha recibido de EsSalud a lo largo del año. En todos le indican que no se necesita de esa nueva tecnología. “[…] la cirugía de columna para el tratamiento de escoliosis viene siendo realizada exitosamente y con normalidad por los establecimientos especializados de EsSalud”, dice una carta de agosto del 2018 que le envió Yolanda Falcón, gerenta central de Atención al Asegurado.  Dos semanas antes, la directora del IETSI, la oncóloga Patricia Pimentel, le envió un oficio para decir que la institución“contempla tecnologías de cuarta generación, en observancia con el avance tecnológico”.

“Es un tema de insuficiente literatura científica”, indicó Pimentel a un consulta de OjoPúblico sobre la negativa de su institución a incorporar los implantes solicitados por especialistas y pacientes. “No existe evidencia de que esto sea mejor”, dijo sobre los sistemas coplanares.

Esta versión contrasta con la opiniones expertos nacionales o extranjeros que se han pronunciado recientemente sobre este tema. En febrero de este año, el médico Carlos Cárdenas, quien pasó al staff de la Clínica Delgado, envió una carta al Servicio de Ortopedia y Traumatología para certificar que los implantes coplanares son más eficientes, facilitan el trabajo del cirujano y disminuyen el tiempo necesario para la cirugía, “En nuestra institución NO [sic] usamos sistemas de generaciones pasadas”, señaló. Días antes, el doctor Luis Enrique Núñez, del Instituto Nacional de Salud del Niño, dijo que su institución tampoco usa uno de los sistemas que mantiene EsSalud. “[...] recomendamos el uso de sistemas de deformidad modernos que faciliten el trabajo quirúrgico al cirujano”, concluyó. Y en esa misma semana, el doctor Raúl Macchiavelo, del Hospital María Auxiliadora, que depende del Minsa, reafirmó la tendencia: “Al ser la cirugía de escoliosis una de las más complejas [...] usamos implantes coplanares”.

El debate ocurrido en Perú llegó incluso a los centros de referencia internacional, que también se han pronunciado a favor del pedido de los médicos traumatólogos del Hospital Almenara. “Disponemos en este momento de sistemas coplanares con gran variedad”, señaló el doctor Carlos Montero, una eminencia que conduce el Instituto Roosevelt de Bogotá. “En este momento de la tecnología disponible, no se justifica seguir utilizando los sistemas anteriores”, indicó en una carta de abril pasado.

La confirmación de este criterio llegó a fines de agosto último desde Argentina “En este momento, con la tecnología disponible, resulta un compromiso del profesional con su paciente (y muy especialmente en la grandes deformidades), utilizar la mejor tecnología disponible, con sistemas coplanares de alto desempeño y bajo perfil que permitan aplicar todas y cada una de las maniobras de corrección del menú técnico con precisión y facilidad”, señaló el doctor Mariano Noel, Jefe del Servicio de Patología Espinal del Hospital Nacional de Pediatría J.P. Garrahan de Buenos Aires.

“En este momento de la tecnología disponible, no se justifica seguir utilizando los sistemas anteriores”, indicó en una carta enviada por el Instituto Roosevelt, de Bogotá, en abril pasado.

Tanto el Instituto Roosevelt como el Hospital Garrahan son considerados los centros más avanzados en la cirugía de escoliosis en América Latina.

La presidenta del IETSI replicó en entrevista con este medio que esos pronunciamientos no son evidencias, sino reportes aislados. “Pueden ser especialistas, pero es una opinión”, coincidió Fabián Fiestas, Gerente de la Dirección de Evaluación de Tecnologías Sanitarias de esa entidad.

“Se ha demostrado que el dispositivo no es mejor que otro, y este sustento es sólido”, señaló Pimentel. “No hay dudas, no está en proceso de evaluación. Sabemos que esta técnica no es mejor de la que ya tenemos”.

Las respuestas no han convencido a los padres de decenas de niños que han seguido reclamando la compra de implantes más adecuados para sus hijos. Las protestas públicas, que incluyeron a pacientes encadenándose a las puertas de EsSalud, empujaron a que la institución firmara un reciente convenio con el Instituto Nacional de Salud del Niño de San Borja para transferirle a los pacientes cuyas familias no admiten que se les apliquen implantes considerados obsoletos. En lugar de dar paso a la tecnologia solicitada, ha optado por asumir los costos para que otro establecimiento realice las cirugías. Parecía una solución para un problema que estaba llamando la atención de los medios de comunicación. OjoPúblico ha confirmado, por fuentes del propio EsSalud, que el convenio solo incluye a una veintena de pacientes. A todos los demás le espera lo mismo que antes.

La señora Cotrina tiene un hijo adolescente con una desviación tan seria que le tendrán que sacar tres vértebras y cuatro costillas para enderezarle la columna.

 

Los afectados

Las señoras Silvia Cotrina y Olga Millán son parte del llamado “Grupo Escoliosis”, una comunidad de unas cuarenta familias que se comunica por Whatsapp para intercambiar información y ayudarse mutuamente en algunas gestiones relacionadas con los casos de sus hijos. La señora Cotrina tiene un hijo adolescente con una desviación tan seria que le tendrán que sacar tres vértebras y cuatro costillas para enderezarle la columna. La señora Millán tiene una niña que fue operada a los tres años y ahora, a los seis, no solo sigue con el problema sino que los tornillos que sobresalen de su espalda no la dejan ni dormir. Ambas familias tuvieron que mudarse a Lima a raíz de la condición de sus hijos. No encuentran explicación a la resistencia de EsSalud para comprar mejores implantes.

En el mismo grupo está Félix Nolasco, padre de un joven de 17 años llamado Angelo, quien además del problema en la columna presenta parálisis cerebral. Tiene 106 grados de curvatura y su condición de agrava porque los médicos han encontrado que uno de sus pulmones funciona solo al 20%. El muchacho no podía ser atendido de otros males mientras no fuera operado de escoliosis, porque una parte de sus vértebras está empezando a incrustarse en su pulmón derecho y eventualmente alcanzará el corazón.

“Cuando fui al neurocirujano me dijo que no podía operarlo porque era muy riesgoso y debía hacerlo su mismo doctor”, comenta el señor Nolasco sobre la condición de su hijo, que se ha agravado a raíz de la larga espera.

Su doctor es, precisamente,  un traumatólogo.

Siguendo sus consejos, el señor Nolasco se ha resistido a que Ángelo sea operado en las condiciones actuales de EsSalud. La espera ha tenido complicaciones: hace unos días, tuvo que ser internado de emergencia y le aplicaron un respirador artificial debido a las complicaciones del pulmón.

“Esto no hubiese pasado si lo hubiesen operado a tiempo”, señala.

CRISIS. La última protesta fue motivada por la condición de un adolescente con 106 grados de desviación de columna y asma severo que fue enviado a Cuidados Intensivos del Hospital de Emergencias Grau.

“La señora [Patricia] Pimentel [del IETSI] ha dicho que no quiero que operen a mi hijo. No es que no quiera, sino que debe ser con los nuevos implantes”, dice Cotrina. “¿Por qué van a poner los obsoletos? ¿Para que de nuevo vaya el otro año a que lo operen? Es un niño especial, no puede estar aguantando a cada rato la operación”, dice con angustia contenida.

Ante una consulta de OjoPúblico sobre este caso, la directora del IETSI dijo que el agravamiento no se debía a la escoliosis, sino a un problema de asma severo que presuntamente se complicó con una situación de hipertiroidismo y diabetes. El señor Nolasco dice que esa afirmación es incorrecta: su hijo no ha sido diagnisticado de diabetes. En el informe médico del caso, emitido en abril de este año y revisado para este informe, tampoco se indica esa condición.

A pesar de las negativas del IETSI, OjoPúblico ha podido conocer distintos casos en que el uso de los implantes actuales ha tenido resultados poco alentadores.

El neurocirujano llegó a decirle que los dolores eran parte de la condición permanente de pacientes como ella, que se acostumbrara, y que la aparición del bulto solo era síntoma de que estaba muy delgada

El caso más evidente es el Adriana Farje, la estudiante universitaria mencionada al inicio de esta historia.

Antes de su última operación, Farje presentaba una desviación de columna que llegó a los cincuenta grados, diez grados más que el punto en que se ya considera que un paciente requiere una intervención quirúrgica. Pasó un año de consultas y pedidos de opiniones que llegaban a la misma conclusión. La primera cirugía, que debía devolverle calidad de vida, se realizó en enero del 2013 en el Hospital Edgardo Rebagliatti. El encargado de la operación fue un neurocirujano.

En los dos años que siguieron, la paciente llevó terapias que le permitieron seguir con ciertas limitaciones su carrera de ingeniería de sistemas y hacer sus prácticas preprofesionales. El problema fue que a los dos años los malestares volvieron con más fuerza: sentía dolores, punzadas, una sensación de tirantez en el brazo. Algunos días ni siquiera podía movilizarse sola. También fue entonces que apareció el bulto en su espalda.

Farje pidió consultas para que la revisaran.

“Recibí una serie de respuestas de terror”, comenta.

El neurocirujano que la atendió llegó a decirle que los dolores eran parte de la condición permanente de pacientes como ella, que se acostumbrara, y que la aparición del bulto solo era síntoma de que estaba demasiado delgada. Tras mucha insistencia volvió a ser examinada. Solo entonces le dijeron que debían operarla de nuevo: había señales de que el implante de columna se había movido de su lugar.

El último informe de radiología, emitido en agosto pasado, fue concluyente: Adriana presentaba una “importante escoliosis dorsal no corregida” y “tornillos dorsales con signos de aflojamiento, desplazamiento y malposición”.

¿Cómo había pasado eso?

“Lo que me pusieron no era el material adecuado para mi tipo de escoliosis”, señala Farje ahora, sentada por un momento en la cama donde convalece por segunda vez. Si aquello de los implantes no adecuados ya era muy serio, no era la peor noticia. “Me pusieron trece tornillos, pero yo necesitaba más de veinte”.

Su caso requirió una doble operación: primero debían sacarle los antiguos dispositivos y luego ponerle los implantes coplanares que su familia adquirió por su cuenta. La operación y los costos adicionales superan los 90 mil soles. En algunos casos el costo podría ser hasta el doble. La familia Farje tuvo que agenciarse préstamos para asegurar que Adriana pudiera recuperarse. Otros pacientes, sobre todo la mayoría de menores de edad que dependen de Essalud, no tienen la misma oportunidad.

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