Pedro Vaca: “Los impedimentos a la prensa son la superficie de un problema más profundo”

El relator especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Pedro Vaca, realizó una visita oficial al Perú. Es la primera vez que lo hace desde que asumió su liderazgo en 2020. Durante cuatro días en Lima y uno Ayacucho, se reunió con diversas autoridades ―entre ellas el presidente Pedro Castillo― y miembros de la sociedad civil, para evaluar el estado de la libertad de expresión y de la libertad de prensa. El informe especial ―y sus recomendaciones― saldrá publicado en los próximos meses.

AUTORIDADES. Pedro Vaca se reunió con el presidente Pedro Castillo, representantes del Ejecutivo, el Legislativo, el Ministerio Público, la Defensoría del Pueblo y el JNE, entre otros.

AUTORIDADES. Pedro Vaca se reunió con el presidente Pedro Castillo, representantes del Ejecutivo, el Legislativo, el Ministerio Público, la Defensoría del Pueblo y el JNE, entre otros.

Foto: Andina

Hasta esta semana, la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión (RELE) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) nunca había realizado una visita oficial al Perú. Es decir, un viaje consensuado con las autoridades del Estado, en el que no solo se pactan reuniones con los altos mandos de los distintos poderes, sino también con miembros de la sociedad civil. La finalidad de este tipo de actividades es realizar un análisis de la situación de la libertad de expresión en el lugar y emitir un informe especial con recomendaciones para su ejercicio y respeto.

Pedro Vaca Villarreal, relator especial para la Libertad de Expresión desde 2020, estuvo durante cinco días en Perú para llevar a cabo esa misión. Su visita oficial responde, entre otros motivos, a la petición que le hicieron, a inicios de año, distintas organizaciones peruanas: monitorear el estado de la libertad de expresión y de la libertad prensa en el país. 

En entrevista con OjoPúblico, que lo acompañó en su recorrido por Ayacucho, Vaca Villarreal habló sobre sus impresiones generales tras esta visita, los problemas urgentes de la prensa peruana y regional, y las vulneraciones del Estado en contra de los manifestantes en protestas sociales. “Hay que reconocer que en Perú hay procesos democráticos. En el marco institucional, es democrático. Pero, al igual que en muchas democracias consideradas como sólidas, hay manifestaciones [problemáticas] en no pocas oportunidades, que no cuentan con el suficiente rechazo de los liderazgos públicos”, sostuvo el viernes 20 de mayo, desde la provincia de Huamanga, en Ayacucho.

El Estado peruano ha aceptado ser observado internacionalmente".

Durante su visita se ha reunido con diversas autoridades: el presidente Pedro Castillo, la presidenta del Congreso, el ministro del Interior, representantes del Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo. ¿Qué impresiones generales se lleva de estos intercambios? 

Creo que lo primero es que el Estado peruano ha aceptado ser observado internacionalmente, que se elabore un informe y que se formulen recomendaciones sobre la situación de libertad de expresión y libertad de prensa en el país. Eso me parece que es un gesto y una actitud que hay que valorar positivamente, sobre todo en tiempos en los cuales la observación internacional no siempre es de buen recibo de los Estados. 

La agenda que estamos terminando hoy [20 de mayo], aquí en Ayacucho, me confirma que no solamente es un sentir y una preocupación del Gobierno actual sino también del Poder Legislativo, la Defensoría del Pueblo, el Ministerio Público… creo que somos muy conscientes de los tiempos difíciles que atraviesa la democracia y la sociedad peruana. Pero que, desde la misma diversidad de la institucionalidad, haya oportunidad para hablar conmigo de libertad de expresión, yo lo aprecio. 

Me llevo también una responsabilidad, porque hablamos con distintos actores de sociedad civil: organizaciones, directivos de medios de comunicación, dueños de medios de comunicación, organizaciones de libertad de prensa, organizaciones vinculadas a tecnología, periodistas de investigación, organizaciones defensoras de derechos humanos, personas víctimas de usos excesivos de la fuerza en el marco de protestas, medios comunitarios, medios regionales y autoridades reguladoras. Entonces, la diversidad de la información recibida implica, naturalmente, un ejercicio de análisis y ponderación.

Frente a esta disposición y apertura que mostraron las autoridades para recibirlo, existen situaciones de desencuentro entre esas mismas autoridades y la prensa peruana, de las cuales usted está al tanto y, en parte, son motivo de su visita. ¿Cómo calificaría esa paradoja? 

Hay otra pandemia que es la pandemia de la exclusión de lo distinto. Una de las grandes paradojas que yo advertí, no solo en autoridades de distintos poderes, sino también dentro del mismo periodismo y de organizaciones, es que, a la par de las declaraciones sobre profundas convicciones frente a libertad de expresión, hay muchos reparos sobre cómo los otros ejercen esa libertad de expresión. 

Hay otra pandemia que es la pandemia de la exclusión de lo distinto".

Ahora, yo veo estas cuestiones del impedimento del ingreso al Congreso o el acceso a los edificios que están en el centro de la ciudad o la disponibilidad de las altas autoridades del Gobierno para responder a la prensa casi como la superficie de un problema mucho más profundo. Estos hechos son la capa más visible de asuntos estructurales. Hay algunos asuntos muy peruanos, que tienen que ver con el pasado reciente y el pasado lejano del país, y hay otros asuntos estructurales, que tienen que ver con nuestra convivencia democrática en el mundo que nos correspondió vivir ahora.

¿Cuáles serían esos temas coyunturales y los más estructurales? 

Dentro de los asuntos muy peruanos hay un factor trascendental, que es el periodo comprendido entre la primera y la segunda vuelta presidencial de 2021. Fue apabullante, [de acuerdo a] lo que pude escuchar en algunos espacios abiertos y otros espacios más íntimos, lo que pasaba en el periodismo en ese momento. Creo que ha terminado dejando una herida abierta, que no cicatriza aún. Deja muchas preguntas, prejuicios, posicionamientos cerrados y pocos puentes entre sectores que piensan distinto. Es algo notorio dentro de mi visita. 

Lo que está en juego es la posibilidad de ese mantra democrático que nos dice que este sistema de organización estatal y de organización social no sirve para encontrarnos entre personas distintas. Ni sirve para discutir abiertamente sobre los puntos de interés público y encontrar salidas a los problemas de la comunidad conforme ese debate dé. Tengo la impresión de que hay fórmulas y planteamientos impermeables.

¿A qué se refiere con planteamientos impermeables? 

Escucho planteamientos como “la prensa miente”. Y yo estaría, por ejemplo, abierto a abrir un periódico o a escuchar una radio, a ver un canal de televisión y hacer un análisis ponderado en qué puede mejorar un contenido, en qué es deficitario en términos de calidad. Perú tiene altos niveles de organización periodística, no todos los países de la región, por ejemplo, tienen tribunales de ética, procesos autorregulatorios como los que tienen aquí. 

Perú tiene altos niveles de organización periodística y procesos autorregulatorios".

Por otro lado, sobre los temas más estructurales, regionales o continentales —incluso me atrevería a decir que casi globales o del hemisferio occidental— está la convivencia digital. Es algo que nuestras democracias aún están empezando a entender: los comportamientos orgánicos e inorgánicos, el rol que tienen las redes sociales en estos, la desinformación, el buen escepticismo al consumir contenidos en Internet, la falta de criterios para ponderar la calidad de información; la forma en cómo el liderazgo público ha encontrado en la desinformación, en la mentira y en la seudoinformación mecanismos de distracción, que evaden los debates e instalan formas de pensar y mucha confrontación. 

Todo esto vuelve a temas muy del Perú. Me atrevería a decir [incluso] mucho más limeños, que son parte de esa violencia digital, que se termina trasladando a espacios físicos, a perturbar actividades legítimas que se están ejerciendo en distintos espacios. Eso me preocupa. 

Se reunió con representantes de la sociedad civil, entre ellos los deudos de Inti Sotelo y Bryan Pintado, asesinados en las manifestaciones en contra del breve régimen de Manuel Merino. Sabemos que el contenido de las reuniones es confidencial. Pero, de modo general, ¿qué reflexiones le dejan sus testimonios? 

Hay un elemento clave y es el tiempo. Cuando yo conocí a los familiares de Bryan e de Inti habían transcurrido 15 a 20 días desde el 14 de noviembre [en ese entonces la CIDH hizo una visita de trabajo al Perú, para conocer el estado de los derechos humanos en el contexto de las protestas sociales. Vaca estaba entre los integrantes]. Yo me fui, en ese momento, con una expectativa muy alta de lo que esperaba ver del Estado peruano en términos de justicia, reparaciones, reconocimiento a las víctimas, garantías de no repetición. 

En este segundo tiempo, un año y medio después, a mí me frustra profundamente que buena parte de las expectativas que se levantaron en ese entonces estén aún insatisfechas. Parte de mi visita también ha implicado hacer un llamado a que esa deuda de las instituciones para con las víctimas pueda ser resarcida. Y yo espero que cuando vuelva, después de la publicación de este informe, no vuelva a percibir esos niveles de frustración.

Una parte importante de estas visitas es el intercambio ―encontrar determinado tiempo para encontrarnos, para formular preguntas, recibir perspectivas―, pero la parte más fundamental de este tipo de mecanismos es que el actuar institucional esté sintonizado con estándares internacionales de derechos humanos y, en mi caso, de libertad de expresión. Ahí es donde realmente [se plasma] la efectividad de este tipo de visitas.

Visita Vaca Ayacucho 1

CASO BUSTÍOS. Pedro Vaca Villarreal escuchó a los hijos de Hugo Bustíos, periodista asesinado durante el conflicto armado interno, y los testigos del caso.
Foto: OjoPúblico / Rosa Chávez Yacila

 

Los asesinatos de Inti Sotelo y Bryan Pintado son casos emblemáticos. Sin embargo, las agresiones y muertes en el contexto de protestas sociales son frecuentes en Perú. Un ejemplo de ello se pudo ver en el reciente paro de transportistas y trabajadores agrícolas, donde nuevamente se registraron fallecidos.

La impunidad genera dos mensajes completamente opuestos. Un clima de permisividad: si en el pasado no hubo una sanción, ¿por qué va a haber una sanción en la atención a la protesta de mañana? Del otro lado, genera una profunda sensación de desprotección en las personas que tienen, muy seguramente, demandas legítimas por hacer y que sienten que corren riesgos altos de afectaciones a sus derechos o reclaman por asuntos que les incumben.

Separó el último día de su visita para venir a Ayacucho, un lugar emblemático de resistencia frente a la violencia del conflicto armado interno. ¿Por qué era importante para la relatoría escuchar no solo a gente de Lima, sino también de regiones? ¿Por qué eligieron esta en particular? 

Para mí era muy importante venir a territorio, el Perú es un país que también está hablando de los territorios. Escogimos Ayacucho porque teníamos información de casos de mujeres periodistas que estaban enfrentando un número importante de procesos judiciales, y teníamos interés de ver las características que tiene ese fenómeno de judicialización y también en medios de niveles territoriales. 

Es importante fortalecer a la prensa local y que existan garantías a la libertad de expresión a nivel territorial".

Además, es un lugar muy simbólico. Los fenómenos de violencia, los asesinatos de periodistas en el pasado hacen parte de la historia del periodismo nacional. También es muy importante notar que, si bien hubo y espero no se repita, violencia letal contra la prensa en el Perú, la violencia ha encontrado otros lugares, otras manifestaciones. Hay una violencia online contra la prensa y particularmente grave contra mujeres periodistas. 

Eso es algo que también pudimos ver en el marco de esta visita y creo que mandatos como el nuestro deben enviar un mensaje: es importante fortalecer la prensa local y que existan garantías a la libertad de expresión a nivel territorial, pues también ocurren debates en entornos locales que deben ser tramitados con miras al interés público.

A propósito de la violencia, en algunos países de América Latina la prensa vive bajo amenaza letal: México ya lleva 11 periodistas muertos en lo que va de 2022. En América Central, ciertos gobiernos, como los de El Salvador o Nicaragua, ejercen una dura presión contra los reporteros. ¿Cuál es su diagnóstico sobre el estado de la libertad de prensa en América Latina?

Hay cuatro variables que son importantes para analizar ese fenómeno. Uno tiene que ver con la relación entre periodismo y democracia. El periodismo, como labor, camina sobre un filo de montaña que tiene dos abismos: de un lado está su extinción (hay síntomas de que los medios se están haciendo más pequeños, están cerrando o están despidiendo a algunos de sus periodistas en algunos países). Y, del otro lado, está la captura a partir de la publicidad. En tiempos de crisis económica la publicidad puede ser una variable que termine capturando líneas editoriales. 

El segundo componente tiene que ver con la institucionalidad democrática: una prensa libre requiere de poderes ejecutivos meticulosamente cuidadosos de la libertad de expresión, muy respetuosos de esta; de parlamentos con profundas convicciones que no legislen en contra; de poderes judiciales muy ponderados y conscientes de su importancia para no asignar sanciones o límites a expresiones que son relevantes democráticamente. 

Visita Vaca Ayacucho

RADIO REGIONAL. En su paso por Ayacucho, Pedro Vaca Villareal, se reunió con la radio local Estación Wari. 
Foto: OjoPúblico / Rosa Chávez Yacila

 

El estado de derecho en el continente está sufriendo fuertes embates. Hay cuestionamientos sobre la independencia del Poder Judicial, parlamentos que están haciendo ajustes drásticos a los sistemas jurídicos, sin que estén precedidos por un debate proporcional a la dimensión del asunto sobre el cual están legislando. Durante la pandemia, ha aumentado la opacidad en general, ha llevado a que el acceso a la información sea más difícil. Entonces, es muy importante pensar en cuál es la arquitectura institucional que tenemos en nuestros países para garantizar los derechos que esos mismos Estados se han comprometido a cumplir.

Hay otra variable transversal que es Internet y libertad de expresión. Este es un universo gigante, donde yo creo que, a efectos de libertad de expresión, el deterioro del debate público, la moderación de contenidos en Internet y el déficit digital son los tres grandes temas.

La pregunta ‘¿qué se hace desde el periodismo para velar por su calidad?’ es una pregunta de primer orden. 

Por último, hay un cuarto tema que me parece que también sería importante reflexionar en el Perú: libertad de expresión y la lucha contra la discriminación y la exclusión. ¿Qué implica estar en un área desconectada?, ¿qué implica que se estén cerrando radios? Las zonas remotas o aisladas están en un déficit, se empieza a hablar de desiertos mediáticos. 

También está la discriminación. La libertad de expresión implica, a mi juicio, hablar de lucha contra el racismo, de los derechos de las mujeres, de todas las formas de discriminación, porque el discurso, ciertamente, ha sido históricamente una forma discriminar. Si queremos sociedades donde la igualdad sea una realidad, esa variable debe estar dentro de las conversaciones de libertad de expresión.

En el caso de Perú, ¿qué vías o herramientas considera que no se toman en cuenta para resolver esos desencuentros o, al menos, llegar a un consenso entre las autoridades y la prensa, y entre la prensa misma? 

Podría decir que en la mayoría de las conversaciones que tuve con autoridades, en las que se expuso que había reparos con la labor periodística de algunos medios, yo formulé la pregunta de si se habían solicitado, por ejemplo, rectificaciones o si se había acudido a instancias de revisión periodística a través de los mecanismos que tiene el Perú. Abrumadoramente, la respuesta fue que no. 

Eso es algo que llama la atención. La prensa peruana cuenta con instancias, instrumentos a través de los cuales buena parte de su reclamos se podrían tramitar de una forma que no se use el derecho penal, que no implique una estigmatización a la prensa, que no termine alentando a seguidores a ejercer expresiones que pueden rayar con la violencia contra periodistas. Creo que es un ingrediente sobre el cual me gustaría explorar más. 

También me gustaría analizar más en profundidad cuál es la posición del propio periodismo para responder una pregunta que también está presente: cuáles son las instancias para velar por la calidad de los contenidos periodísticos. Esa es una pregunta supremamente importante en este momento donde hay desinformación desmedida, vectores de desinformación acelerados en entornos digitales, bajísimos niveles de alfabetización digital, donde se siembra miedo para que la gente esté ansiosa y, entonces, el miedo es el conductor de sus decisiones y de sus pasiones. Yo creo que la pregunta ‘¿qué se hace desde el periodismo para velar por su calidad?’ es una pregunta de primer orden. 

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