VÍCTIMA. El joven peruano Antonio Rengifo (20) fue asesinado en Tabatinga y su cuerpo abandonado en un basural de esta ciudad brasileña.
Con la colaboración de Geraldine Santos, en Perú
Brasil. Eran las 3.30pm del sábado 12 de junio cuando el trabajador de turismo y exsoldado del Servicio Militar Voluntario del Ejército de Perú Antonio Rengifo Vargas dejó su casa en el distrito de Santa Rosa, en Loreto, ubicado en la triple frontera con Brasil y Colombia, atravesó el río Amazonas y llegó a la ciudad brasileña de Tabatinga. Su plan era celebrar con sus amigos su cumpleaños número 20.
Pero ese día la ciudad brasileña estaba convulsionada. Alrededor del mediodía, el sargento de la Policía Militar (PM) de Brasil, Michael Flores Cruz (36), había sido asesinado de un disparo en la cabeza en la misma zona portuaria donde horas después el joven Rengifo Vargas desembarcó y donde luego subió a un mototaxi para trasladarse hacia el lugar donde celebraría.
El sicario del policía fue asesinado inmediatamente por otro agente. Pero, como ha ocurrido en anteriores ocasiones, la reacción de la policía se trasladó a las calles e iniciaron una serie de redadas para intervenir y detener ilegalmente a personas en la ciudad. Desde hace un tiempo en Brasil, investigaciones periodísticas han expuesto y denunciado casos de ejecuciones extrajudiciales de personas afrodescendientes u otras con antecedentes criminales que involucran como responsables a la policía militar de este país.
En ese contexto un grupo de la Policía Militar detuvo e intervino la mototaxi que trasladaba a Rengifo Vargas. El joven presentó su cédula de identidad peruana y explicó a los agentes que vivía en Santa Rosa, pero lo detuvieron. Fue la última vez que lo vieron con vida.
Antonio Rengifo Vargas (20) fue visto con vida por última vez cuando lo detuvo la policía brasileña".
Esa misma tarde, otros tres jóvenes fueron asesinados por armas de fuego de la policía, dos en la vía pública y uno dentro de su casa. La versión oficial de la policía dice que murieron en medio de unas balaceras, pero la versión de varios testigos, cuyos nombres están protegidos en este informe por su seguridad, los contradice y aseguran que ninguno de los jóvenes reaccionó o formaba parte de un enfrentamiento.
En la madrugada del día siguiente, el 13 de junio, el cuerpo de Antonio Rengifo Vargas fue hallado al lado de otros dos cuerpos en el basurero de Tabatinga. Todos tenían orificios de balas en el cuerpo, señales de haber sido salvajemente torturados y uno de ellos fue decapitado. En el caso del joven peruano, su cuerpo presentaba tres disparos en la cabeza, un corte profundo en el pecho, heridas en el rostro y tenía las manos quemadas.
Los familiares y amigos de las víctimas que fueron abandonadas en el basurero aseguran que los tres jóvenes fueron detenidos por la policía militar el sábado 12 de junio. Uno de ellos se sobrepuso al miedo y quiso identificarse para hablar sobre estos múltiples crímenes. Se trata del empresario de turismo peruano Antonio Rengifo Baldino, de 50 años y padre del exsoldado de 20 años asesinado. Él, que junto a su familia vive en Santa Rosa, asegura que su hijo nunca estuvo vinculado con ninguna actividad criminal y que fue detenido ilegalmente, torturado y asesinado por la policía de Brasil.
Rengifo Baldino, que tiene varios negocios de turismo en la triple frontera, también acusó a la policia de presionar para que el documento sobre el hallazgo e identificación del cuerpo de su hijo no incluyera las evidentes señales de tortura que presentaba. También denuncia que él y su familia han sido amenazados para no denunciar el caso.
INDIGNACIÓN. En protesta contra el presidente Jair Bolsonaro en Manaos, joven recuerda la matanza ocurrida en el 12 y 13 de junio en Tabatinga.
Foto: Ana de Beauvoir
"Cuando recuperamos el cuerpo de mi hijo, mi hermano me dijo que, si velábamos por el cuerpo del niño, podrían venir a ametrallar el velorio. Yo le dije que no, porque nosotros nunca nunca hemos hecho nada malo. El único cadáver velado ese día fue el de mi hijo. Era triste, porque ese día cada diez minutos pasaba una madre llevándose a su hijo, todos los enterraran el mismo día", cuenta Antonio Rengifo Baldino, que tiene familiares también en Tabatinga, donde enterró a su hijo.
“Durante el velorio, la policía pasó más de 30 veces en su automóvil, muy lentamente, apuntando con su rifle. La policía fue a la casa de mi hermano para intimidar también. Incluso amedrentaron al chico que nos transportó el día del funeral”, recuerda.
Desconsolado por el asesinato de su hijo, el empresario realizó por cuenta propia una investigación de lo ocurrido ese 12 de junio. Descubrió que su hijo fue sacado de la sede de la policía de Tabatinga en la madrugada del día 13, ya muy herido, junto con otro joven. A pesar de que sus pistas lo llevaron a la responsabilidad de la policía militar él no buscó en ninguna institución brasileña porque se sentía inseguro. Sin embargo, sí registró el asesinato del joven en el Consulado de Colombia, ubicado en Tabatinga. Tanto él como su hijo tienen doble ciudadanía, peruana y colombiana.
En entrevista con OjoPúblico, Antonio Rengifo Baldino precisó que por eso presentó la denuncia del asesinato de su hijo en el Consulado de Colombia, porque siente que el gobernador del departamento de Amazonas, Jesús Galindo Cedeño, lo puede apoyar. “Aún no he denunciado el hecho en Perú, porque no tengo confianza en las autoridades, me da miedo hablar con cualquier persona. El gobernador de Amazonas ha intervenido para que el Consulado colombiano apoye con las investigaciones”, nos dijo.
Antonio Rengifo Baldino denuncia del asesinato de su hijo en el Consulado de Colombia".
Rengifo Baldino, de padre indígena ticuna peruano y madre brasileña, indicó que acudirá al Consulado de Perú luego de que la policía de Colombia se pronuncie oficialmente. Según el padre de la víctima, en medio de la guerra entre la policía brasileña y los grupos criminales dedicados al trafico de drogas, los agentes oficiales cometen delitos contra los derechos humanos de los civiles. Sin embargo, dijo que a diferencia de lo que ocurre en el lado de Brasil, la policía de Perú y Colombia realizan sus operativos sin afectar a los civiles.
“El problema está en Tabatinga, en Brasil, el presidente de ese país [Jair Bolsonaro] y el gobernador de Amazonas en Brasil [Wilson Lima] apoyan a la policía, han sucedido tres masacres contra civiles y no hay respuesta. Creo que están muy involucrados con estos hecho”, anotó el padre del joven asesinado.
En una entrevista para este reportaje el comandante de la Policía Militar en Tabatinga, el Teniente Coronel Eddie César de Souza Cordeiro (48) reconoció que los policías mataron a cuatro personas en enfrentamientos con supuestas bandas el 12 de junio, pero negó cualquier participación en el asesinato de los tres jóvenes cuyos cuerpos fueron hallados en el basurero.
La transferencia a Tabatinga para el teniente coronel fue un castigo luego de ser acusado el 2019, en Manaos, de acoso y hostigamiento sexual a adolescentes. Ese año él era director de un colegio militar de bachillerato cuando se revelaron mensajes suyos proponiendo sexo a estudiantes en cambio de dinero. El oficial de la Policía Militar confirmó en ese momento la autenticidad de los mensajes, pero dijo que estaban dirigidas a mujeres mayores de 30 años. Se realizó una investigación interna, pero la policía del Estado de Amazonas, a la que pertenece Manaos, se rehusó a enviar las conclusiones para este reportaje.
Control del narcotráfico
La ciudad brasileña de Tabatinga, ubicada a 20 minutos en bote desde la isla de Santa Rosa (Perú) y separada de Leticia (Colombia) apenas por la línea fronteriza imaginaria, es clave para el narcotráfico internacional. Es el punto de entrada de la ruta de Solimões [nombre del río Amazonas en Brasil], que envía la cocaína peruana para los mercados del Norte y Nordeste de Brasil, además de Europa. Recientemente se ha registrado también un incremento del tráfico de marihuana de origen colombiano.
En el lado de Brasil, dos organizaciones criminales operan en la zona: Comando Vermelho (CV), surgido en Río de Janeiro, y Las Crías, que se conformó en la triple frontera. Durante los últimos años, el control por la ruta de Solimões (Amazonas, en Perú) ha generado varios episodios violentos en la Amazonia en los últimos años. El asesinado del sargento de la Policía Militar en Tabatinga el pasado 12 de junio es parte de la crisis más reciente, cuya ola de violencia alcanzó varios municipios.
Todo empezó el 5 de junio, cuando la Policía Militar asesinó en Manaos a Erick Batista Costa, apodado “Dadinho”, un líder del Comando Vermelho. Durante los siguientes dos días, los criminales quemaron en la ciudad 29 vehículos, incluyendo autobuses, carros de la policía y ambulancias, siete sucursales bancarias y acribillaron de balas una jefatura policial. Por tres días, no circuló ningún transporte público en Manaos, una ciudad de más de dos millones de habitantes, y parte del comercio y de las escuelas no funcionaron.
Dos organizaciones criminales operan en Brasil: Comando Vermelho y Las Crías".
En la contraofensiva a estos hechos de violencia, la policía arrestó al menos a 82 personas, incluidos tres presuntos líderes del Comando Vermelho en Río de Janeiro. En medio de estas acciones, el 18 de junio, un adolescente de 16 años recibió un disparo en la cabeza dentro de su casa. Y en Manaos, un conductor de autobús de 50 años desarmado fue asesinado en su casa por agentes de policía que intentaban localizar a su hijo. La policía también detuvo a un niño de 11 años que fue acusado de actuar como espía del narcotráfico en una zona pobre de la ciudad.
La violencia se ha incrementado en la triple frontera durante los últimos meses. En esta parte amazónica limítrofe entre Perú, Colombia y Brasil viven varios pueblos indígenas, que en años anteriores se vieron afectados por las incursiones de grupos armados.
Sobre los hechos recientes, el presidente de la Federación de Comunidades Tikuna y Yahuas del Bajo Amazonas (Fecotyba) de Perú, Francisco Fernández, informó que si bien recientemente no hay atentados directos contra los indígenas de parte del narcotráfico, sí denunció que los líderes que promueven la conservación de los bosques reciben amenazas indirectas. “Nuestros territorios están devastados por el sembrío de la hoja de coca y el narcotráfico en la triple frontera. Nos perjudica porque las quebradas y los suelos están contaminados, hay carencia de alimentos y no podemos desplazarnos libremente”, contó a OjoPúblico.
El apu precisó que, en el lado peruano, los narcotraficantes tienen sus sembríos de hoja de coca, y desde este lado realizan la transformación y distribución a Colombia y Brasil. Sin embargo, al realizar ese transporte se presentan enfrentamientos entre ellos, y debido a la violencia en el lado de Brasil los cárteles se están estableciendo en Perú. “Esto es por falta del gobierno, por su ausencia, si las políticas fueran más fuertes, podríamos combatirlos, pero ahora es incontrolable”, anotó el líder indígena.
En Perú, los narcotraficantes tienen sus sembríos de hoja de coca, transforman y distribuyen a Colombia y Brasil".
Fecotyba cuenta con 36 comunidades en la provincia de Ramón Castilla, Loreto. De ellas, seis trabajan con el Programa Bosques del Ministerio del Ambiente y Francisco Fernández dice que por este trabajo están bajo el acecho de los narcotraficantes. “Por el momento solo atacan a los que están involucrados en las actividades delincuenciales, pero si el estado no interviene pueden presentarse ataques a otras personas. Lo que pedimos es que se mejoren las comunicaciones, en la frontera no tenemos señal telefónica, ni internet, no podemos comunicarnos cuando algo malo sucede”, dijo a OjoPúblico.
El intercambio comercial y social en las tres ciudades de la frontera, Santa Rosa (Perú), Leticia (Colombia) y Tabatinga (Brasil), es frecuente en la zona. Varios ciudadanos tienen por eso doble nacionalidad, pero de las tres ciudades, el lado peruano es el más abandonado, por eso Antonio Rengifo Baldino decidió poner la denuncia primero en el consulado colombiano, y cree que detuvieron, torturaron y asesinaron a su hijo porque presentó su documento de identidad de peruano.
“Lo único que pido es justicia, no venganza, justicia para mi hijo y todas esas personas inocentes que murieron ese día, que su muerte sirva para evidenciar la violencia en la frontera. Queremos que los gobiernos nos atiendan, que cese la violencia, queremos paz. Los jóvenes crecen con odio, no confían en las autoridades. Hoy pasó con mi hijo, mañana puede ser el hijo de cualquiera”, agregó Antonio Rengifo a OjoPúblico, quien dijo temer por su vida y la de su familia. Él solo reclama justicia.