Farid Kahhat: "Nadie puede garantizar que este sea el principio del fin del fujimorismo"

En entrevista con OjoPúblico, el internacionalista y doctor en Gobierno, Farid Kahhat analiza el impacto político de la muerte del expresidente Alberto Fujimori, condenado por violación de derechos humanos y corrupción, así como los principales hitos de su régimen y el futuro del fujimorismo con Keiko Fujimori. También evalúa el escenario internacional y las posibles consecuencias en Perú: Venezuela después de las denuncias de fraude, la campaña electoral en Estados Unidos y el avance de la extrema derecha en América Latina.

ANÁLISIS. Farid Kahhat habla sobre el impacto político de la muerte de Alberto Fujimori, la campaña electoral en Estados Unidos y las elecciones en Venezuela.

Video: OjoPúblico / Giuseppe Vicente

Este 11 de septiembre falleció el expresidente Alberto Fujimori Fujimori, sentenciado por corrupción y violaciones a los derechos humanos. En ese contexto —donde el gobierno de Dina Boluarte decretó tres días de duelo nacional— el doctor en Gobierno e internacionalista Farid Kahhat Kahhat analiza los principales hitos del régimen fujimorista en Perú y en la región. “Nadie puede garantizar que este sea el principio del fin del movimiento político”, dice.

En entrevista para OjoPúblico, el sociólogo de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) señala que lo ocurrido representa un golpe a la legitimidad del fujimorismo. Este último, en sus palabras, forma parte de la coalición que gobierna el país desde el Congreso. “Lo que muchos, más bien, encontrábamos problemático del fujimorismo se queda con Keiko”, afirma Kahhat. 

Farid Kahhat también evalúa el escenario internacional y su impacto en Perú: las elecciones en Venezuela y Estados Unidos, así como el avance de posiciones extremas y conservadoras en Latinoamérica. 

Puede revisar la entrevista completa en nuestro canal de YouTube o en este enlace.

En el escenario político, sea nacional o internacional, muchas veces las muertes y las condiciones en las que estas se producen pueden configurar o definir el estado de un partido o una ideología. Esta semana falleció el expresidente Alberto Fujimori. A partir de ahora, ¿qué cree que podría ocurrir con el fujimorismo?

Al margen de lo que cualquiera piense respecto al fujimorismo, los méritos del fujimorismo eran exclusivamente de Alberto Fujimori, que fue quien gobernó desde 1990 al 2000. En cambio, los deméritos eran compartidos con su hija. Lo que la gente apreciaba del fujimorismo era lo que Alberto Fujimori hizo durante su gobierno. Lo que muchos detestamos del fujimorismo no solo deriva de la gestión de Alberto Fujimori, también de la conducta política que ha tenido, desde entonces, Keiko Fujimori. 

En ese sentido, creo que el golpe del fujimorismo puede ser sustantivo. Lo que más aprecian algunos del fujimorismo se muere con Alberto Fujimori y lo que muchos, más bien, encontrábamos problemático del fujimorismo se queda con Keiko. Entonces, me es difícil creer que esto no golpee al movimiento político. 

Añadiría dos cosas. La primera es que yo creo que era más temible Alberto Fujimori de candidato, que Keiko de candidata. Yo creo que el discurso para Alberto Fujimori estaba servido en caso de que hubiera decidido ser candidato: “Así como acabé con Sendero [Luminoso], voy a acabar con la delincuencia”. Supongo que Keiko podría usar un discurso parecido, pero no tiene la misma legitimidad ante los seguidores del movimiento. 

Yo, sin embargo, haría notar que, en el Perú, Keiko Fujimori pudo pasar a segunda vuelta con solo 13,4% de los votos (...). Emitir certificados de defunción de políticos en el Perú es algo muy difícil. 

Conocida la historia completa de Alberto Fujimori, ¿qué hitos, cree usted, ha marcado en el Perú y en la región el presidente condenado por graves violaciones a los derechos humanos y corrupción?

Veamos algo interesante. Cómo la congresista [Rosángella] Barbarán decía que Fujimori llevó a cabo un "Bukelazo" en el Perú. Preguntémonos lo siguiente: ¿Quién imita a quién? [Alberto] Fujimori llegó al gobierno en 1990. [Nayib] Bukele no tenía carrera política alguna en esa época. ¿Por qué se dice que Fujimori llevó a cabo un “Bukelazo” y no que Bukele llevó a cabo un “Fujimorazo”? Porque sabemos cómo terminó el gobierno de Fujimori. No sabemos cómo va a terminar el gobierno de Bukele, pero en el caso de Fujimori sabemos que —como Bukele— tiene un éxito significativo en temas de seguridad. En el caso de Fujimori seguridad nacional, en el caso de Bukele seguridad ciudadana. 

Básicamente copan los poderes del Estado con un gran apoyo popular, pero, en el caso del fujimorismo, sabemos que luego eso evolucionó en la dirección del autoritarismo y la violación de derechos humanos, y, eventualmente, una condena a prisión. Por eso es que al fujimorismo le conviene la comparación con Bukele, pero a Bukele no le conviene la comparación con el fujimorismo. Por eso el anacronismo de Barbarán, si acaso lo que cabría decir, dada la cronología, es que Bukele perpetró un "Fujimorazo" y no al revés.

Para los seguidores del fujimorismo, la fuente de legitimidad del movimiento era Alberto, no Keiko". 

Por estos días, se han comparado las reacciones de diversos países y de gobiernos tras el deceso de expresidentes vinculados a violaciones de derechos humanos. Se ha hablado de Augusto Pinochet, en Chile; de [Jorge] Videla, en Argentina. En Perú, en tanto, se dispuso tres días de duelo. ¿Cuál es su lectura sobre esta postura institucional? 

Bueno, no me sorprende. La coalición que gobierna el Perú está en el Congreso, no en el Ejecutivo. Y el Ejecutivo hace lo que le pida la mayoría del Congreso para sobrevivir políticamente. En ese sentido, nadie esperaba, creo, que este Ejecutivo tomara decisiones que pudieran contrariar a la mayoría conservadora del Congreso. O sea, cabía dentro de lo esperable.

Si Fujimori merece ese trato, bueno, yo recordaría algo tan elemental como que se proclamó japonés y fue candidato al Senado de ese país (...). Ha sido condenado en última instancia por cargos tanto de corrupción como de violaciones a derechos humanos. No pagó nunca por concepto de reparación civil y, sin embargo, obtuvo una pensión vitalicia. Entonces yo creo que es cuestionable que merezca el trato que se le está concediendo. 

Sin embargo, creo que hay mucha gente que diría, y yo por momentos tiendo a sumarme, a que si esto ayuda a voltear la página de lo que fue el movimiento, estaría bien. Pero claro, el punto es que no podemos voltear la página, porque el fujimorismo sigue siendo parte de la coalición que lidera el Congreso y, a través de esa coalición, gobierna el país. Y, en ese sentido, nadie puede garantizar que esto sea el principio del fin del movimiento político. 

Yo, en principio, no hago escarnio a costa de la muerte de nadie, pero el punto es que las consecuencias políticas de cómo se está tratando el hecho, van a tener reverberaciones en el futuro. Y, en ese sentido, Alberto Fujimori, ahora ha muerto, pero el fujimorismo sigue existiendo.

Acaba de comentar que no es el principio del fin del fujimorismo... 

No me atrevo a hacer un pronóstico en ese sentido, por razones muy obvias, por la fragmentación del voto, en el Perú se puede pasar a segunda vuelta con 13%. Ya lo hizo Keiko Fujimori. Decir que el fujimorismo no va a alcanzar el 13%, que podría llegar a la segunda vuelta por cuarta vez consecutiva es algo que no me atrevería a pronosticar. Lo que sí digo es que para los seguidores del movimiento, la fuente de legitimidad del movimiento era Alberto, no Keiko. Y en ese sentido sí han perdido un baluarte.

Boluarte

REACCIONES. Dina Boluarte dispuso tres días de duelo nacional por el fallecimiento de Alberto Fujimori, quien fue velado en el Ministerio de Cultura.
Foto: Presidencia del Perú

 

¿Y en qué situación queda Keiko? 

A ver, si algo había quedado claro con las tres segundas vueltas de las que participó [Keiko], es que el movimiento político más fuerte de este país es el antifujimorismo. El punto es que es un movimiento al cual lo único que lo une es la oposición al fujimorismo. Se ha dividido en más de una ocasión, por ejemplo, en torno a la figura de [Pedro] Castillo. Y, además, incluso ha dividido a la propia izquierda. En ese sentido, Keiko Fujimori es la líder de una fuerza política que es sumamente impopular, pero es también sumamente impopular el Congreso y Dina Boluarte, y eso no impide que sigan gobernando. 

Entonces, el fujimorismo es una fuerza que tiene la voz cantante en el actual gobierno y puede hacer cosas como cambiar la composición del Jurado Nacional de Elecciones, lo cual haría que no tengamos garantías de elecciones libres y justas en 2026. Están intentando apoderarse de la Junta Nacional de Justicia, como ya se apoderaron del Tribunal Constitucional. Entonces, más allá de que el fujimorismo tenga o no legitimidad popular, están creando condiciones que podrían permitirles, digamos, perpetuarse en el poder con malas artes más allá de 2026. Por eso, nuevamente, yo no me atrevería a emitir su certificado de defunción.

Era más temible Alberto, de candidato, que Keiko de candidata (...). Sin embargo, haría notar que Keiko pudo pasar a segunda vuelta con solo 13,4% de votos".

Cuando hablamos de la reacción institucional tras el fallecimiento de Alberto Fujimori, me mencionó al Congreso. Pero, ¿cuál es el papel del gobierno de Dina Boluarte y de sus ministros, quienes incluso han estado en el mismo velatorio?

Pero, nuevamente, Dina Boluarte sabe que está en el gobierno única y exclusivamente por el apoyo de una mayoría del Congreso que encabeza la principal fuerza, que es Fuerza Popular, el partido de Keiko Fujimori. Tiene 5% de aprobación, no tiene partido, no tiene un solo congresista, no tiene una gestión de la cual preciarse. (...). Entonces lo único que la sostiene en el cargo, pese a que yo sí considero que su gestión es de origen constitucional y la cuestiono por lo que hace una vez que llega al gobierno... Pero es un gobierno que sabe de su debilidad, que ni siquiera hace mayor esfuerzo por gobernar.

Un periodista, al que yo considero serio, dice que [Boluarte] dedica hasta cuatro horas diarias a ver las novelas turcas. Yo no sé si eso sea verdad. Lo triste es que es verosímil, es creíble. Ahí está nuestra María Antonieta. Aunque creo que, a diferencia de María Antonieta, que no se daba cuenta, según la versión de la historia que le atribuye haber dicho: "Si no hay pan, que coman tortas", yo creo que Boluarte tiene más bien la política del avestruz. En su fuero interno tiene que darse cuenta de que esto no va a terminar bien para ella y prefiere enterrar la cabeza en la tierra.

 

"Un golpe de Estado es lo único que pondrían fin al régimen"

Quisiera hablar de la situación en Venezuela. ¿El exilio de Edmundo González da por terminado este ciclo que, en su momento, generó expectativas a los venezolanos en su país o los que están por todo el mundo, incluso en Perú? 

Me temo que es probable. A ver, primero, para quien pudiera dudar, yo no tengo la más mínima duda de que no solo hubo fraude, sino que el fraude fue masivo. Cuando a Evo Morales se le acusa de fraude, fue una segunda vuelta tras haber ganado 49% del voto popular en una primera vuelta que no fue cuestionada. Si Evo Morales cometió un fraude, a lo sumo, estamos hablando de un 2% de votos que se manipularon. Los indicios sugieren que en el caso de Venezuela, el chavismo ha manipulado el resultado electoral en más de un 40% de los votos. 

¿En qué cabeza cabe que un régimen que provocó que un tercio de sus ciudadanos abandonara el país, que creó la mayor hiperinflación del siglo XXI y una de las mayores jamás registradas (...), que tiene una de las tasas más altas de homicidios de América Latina… En qué cabeza cabe que bajo esas circunstancias más de la mitad de los ciudadanos voten por el continuismo? Es contraintuitivo creer que el chavismo podía siquiera ganar (...).

Si no hubo fraude, ¿por qué el chavismo no muestra las actas electorales? Cosa que sí ha hecho el chavismo en elecciones anteriores. ¿Por qué no lo hizo ahora? No tengo la más mínima duda de que ha habido un fraude. Y que es una dictadura incompetente, corrupta, lo dice también Transparencia Internacional (...).

Entonces, digamos, no hay nada que destacar en mi opinión de ese régimen, pero cuando uno estudia el tema, es muy difícil saber si va a haber o no un golpe de Estado, que es lo único que en este momento podría poner fin al régimen y es la traición de parte de los coconspiradores. Y los golpes de estado son difíciles de pronosticar en primer lugar (...).

Las condiciones económicas del 2018-2019 no produjeron un golpe. Intentos sí, pero no un golpe con probabilidades de éxito. Y es difícil creer que vaya a ocurrir ahora. Primero porque hay una junta unificada de gobierno en donde todos son cómplices. Y por ende tienen pocos incentivos para [dejar el poder]... 

Claro, ¿quién va a querer traicionar al gobierno?

Siempre cabe la posibilidad de ofrecerles beneficios en caso de traicionar a [Nicolás] Maduro. Pero el tema es que [los que saquen a Maduro también] podrían quedarse en el gobierno, no es obvio que haya la necesidad imperiosa de abandonarlo bajo presión internacional. Primero, la presión internacional está dividida. La iniciativa de Brasil y Colombia es una de las que se desmarcó México y es una posición distinta de la de la Unión Europea y Estados Unidos. Y, por otro lado, las movilizaciones ya no son de gran calado, cosas que sí ocurrieron, presión concertada y gran movilización popular en Guatemala. Entonces, a ver, me cuesta decir esto, pero no soy optimista. 

Es un panorama desesperanzador. La movilización y los porcentajes que se calcula habría manipulado el chavismo y que usted comenta son bastante grandes. Parecía que este era el momento. Y si en este escenario no se ha dado, ¿cuándo se podría dar? 

Cuando uno estudia el fin de los regímenes autoritarios, hay una conclusión trágica y es que mientras las fuerzas de seguridad del Estado estén dispuestas a reprimir para mantener al régimen en el poder, un régimen puede destruir el país y seguir gobernando. Venezuela no es el mayor ejemplo. El mayor ejemplo es Zimbabue (...). Cuando la fuerza de seguridad del Estado cierra filas tras un régimen político es casi imposible sacarlo de ahí. Esa es la trágica conclusión de años de estudio sobre estos temas.

Venezuela

REFUGIO. Ciudadanos venezolanos que residencia en el Perú esperaban que los resultados de las elecciones del 28 de Julio les permitan retornar a su país.
Foto: Renato Pajuelo / OjoPúblico

 

¿Entonces qué viene ahora para los venezolanos, tanto para los que están en su territorio como para los migrantes o refugiados? 

Recordemos por qué el gobierno de PPK [Pedro Pablo Kuczynski] recibe de buen grado a los inmigrantes venezolanos. Les da permiso de residencia temporal, porque el cálculo es que la dictadura no iba a durar mucho tiempo más. Claramente, eso no resultó ser cierto. Entonces, ese es un primer problema para que haya un nuevo flujo de migrantes: la actitud no va a ser tan receptiva en los países de destino como Perú. 

En segundo lugar, los migrantes de las primeras olas eran los que tenían más posibilidad de emigrar y esos habitualmente son los que tienen mayor educación, título profesional. Si empezaran a llegar nuevos flujos de migrantes, probablemente sería con menor nivel de calificación relativa en el plano laboral y eso sí competiría con los sectores de menores ingresos de los países receptores, provocando mayores tensiones. Entonces, no va a haber tanta receptividad, pero tampoco creo que haya flujo de inmigrantes venezolanos comparables a 2018, 2019. 

En tercer lugar, muchos salieron de su país con la esperanza de que algún día podrían volver y, claro, para decirlo con claridad la condición necesaria para volver, tal vez no suficiente, pero sí necesaria, era que cambiara el régimen político, cosa que ni ha ocurrido, ni es obvio que vaya a ocurrir en el futuro previsible. Entonces, creo que muchos venezolanos ahora sí se harán a la idea de que han emigrado de manera definitiva. De que, salvo que haya un cambio no previsto en la política venezolana, su lugar de destino no va a ser simplemente un refugio temporal, va a ser su nuevo hogar.

Muchos venezolanos se harán a la idea de que han emigrado de manera definitiva (...). Su lugar de destino va a ser su nuevo hogar".

¿Cómo ve la postura del nuevo canciller Elmer Schialer frente al caso Venezuela?

Creo que habría que tener una posición clara... Yo sí creo que hubo fraude y probablemente debiéramos decirlo, pero cuando menos hay que seguir exigiendo que se muestran las actas (....). Habría que tener una posición firme, porque creo que la democracia y la defensa de los derechos humanos son un bien en sí mismo. Pero, en honor a la verdad, no hay ninguna norma del derecho internacional que obligue al régimen de Maduro a convertirse en una democracia. Estaba sometido a la Carta Democrática Interamericana y a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, pero al haber salido tanto de la Convención Americana de Derechos Humanos como de la OEA, no está sometido a ninguna de las dos. Sí se le puede exigir que respete derechos humanos y ahí sí tiene obligaciones contraídas bajo el Derecho Internacional Humanitario.

Por otro lado, es paradójico exigir firmeza en temas de democracia y derechos humanos a un gobierno como el de [Dina] Boluarte. Cuántos manifestantes fueron asesinados vilmente por la dictadura de Maduro tras el fraude electoral: 24...

Hablamos de cerca de 50 civiles fallecidos durante la represión en Perú.

Y la gente a la que esos 49 no les mueve un músculo de la cara están indignados por los 24 muertos de Venezuela (...). En esta coyuntura los dobles estándares son ostensibles frente a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, frente a las muertes durante protestas, etcétera.

 

“Si las elecciones fueran mañana, ganaría Harris”

En América Latina, incluido el Perú, se observa un avance de posiciones extremas y también de corrientes ultraconservadoras y de derechas. ¿A qué puede responder eso? ¿Qué hay detrás?

Yo uso el término derecha radical para referirme a ciertos grupos conservadores tanto en Europa y Estados Unidos, como en América Latina. Si el término es el adecuado es una discusión lícita, admitiría que hay matices que hacer, pero precisamente uno de los matices ayuda a responder la pregunta.

Cuando surge la derecha radical en Europa es cuando la socialdemocracia, la principal fuerza de izquierda electoralmente hablando, estaba en claro declive. Cuando llega el Frente Nacional —ahora Reagrupación Nacional, la principal fuerza de derecha radical— a segunda vuelta presidencial en tres ocasiones en Francia, en las tres ocasiones se enfrenta candidatos de derecha, no de izquierda. Y en el caso de Estados Unidos, el ala progresista del Partido Demócrata no ha ganado la nominación presidencial desde 1972.

Entonces, allá la derecha radical no responde a la sensación de amenaza producto de un crecimiento electoral de la izquierda y sobre todo de una izquierda autoritaria. En América Latina, sí. En América Latina, entre 1999 y 2015, la izquierda gana tres elecciones presidenciales seguidas en Argentina, Ecuador y Bolivia; cuatro elecciones presidenciales seguidas en Brasil, no cuento Venezuela y Nicaragua porque esas no son elecciones democráticas en mi opinión, al menos no en los últimos 15 años. 

Pero la izquierda [en América Latina] estaba en un auge electoral sin precedentes y la forma en que la izquierda gobernó ayuda a generar una sensación de amenaza en sectores conservadores [de la región], a veces por razones absolutamente válidas, como vemos en el caso del chavismo, no se respetan derechos de propiedad, no se respeta la vigencia de contratos y esa izquierda que no respeta los términos básicos de una economía de mercado (...) a su vez, [esa izquierda] se torna autoritaria y no abandona el poder cuando pierde elecciones. De hecho, hace fraude para evitar su derrota.

(...) Pero la izquierda que es democrática, que respeta derechos humanos y que respeta la propiedad privada, la vigencia de contratos, también genera una sensación de amenaza por razones totalmente distintas, porque, por ejemplo, en seis países de América del Sur se ha aprobado el matrimonio igualitario, el matrimonio entre personas del mismo sexo. 

La derecha radical [en Europa y EE.UU.] no responde a la sensación de amenaza por el crecimiento de una izquierda autoritaria. En América Latina, sí".

Esta semana se realizó el debate de los candidatos presidenciales en Estados Unidos. En noviembre serán las elecciones. No siempre los ganadores de los debates son los que terminan triunfando en las elecciones. Pero, de cara a lo que se vio, cómo usted analiza las propuestas y sobre todo las reacciones posdebate.

A veces las reacciones posdebates son importantes, es lo que llaman el spinning, porque la mayoría de los electores potenciales no ven los debates. Cómo se forma la opinión en torno a lo que ocurrió en el debate a través de la prensa o las redes sociales (...). Es demasiado obvio que hubo un ganador o ganadora que sería Kamala Harris. La primera encuesta de CNN después del debate lo dice claramente: 63 [para Kamala Harris] a 37 [para Donald Trump].

(...) Lo que habría que tener en cuenta es que ningún hecho singular, como un debate, tiene un efecto habitualmente de más de 1 o 2 puntos porcentuales sobre la intención de voto. Incluso, si en el mejor escenario cambiara la intención de voto en 2 puntos, eso no necesariamente se prolonga hasta el día de la elección. Por eso se suele decir que los debates no deciden las elecciones. Normalmente eso es cierto. 

Por ejemplo, Hillary Clinton, según las encuestas, ganó los tres debates con [Donald] Trump y perdió la elección de cualquier manera. Acá, yo sí creo que existe la posibilidad. Lo planteo como una hipótesis de que esto beneficia a Harris un poco más de lo habitual, por dos razones. Primero, porque había un empate técnico. Entonces, si el resultado que pronostican las encuestas es tan ajustado, una diferencia de unos puntos puede terminar siendo decisiva si se sostiene en el tiempo. 

Y en segundo lugar, porque lo habitual es que lleguen al debate presidencial candidatos que ya tienen meses haciendo campaña, porque hicieron campañas en las primarias de su partido o, por ejemplo, en el caso de Biden, porque era el presidente en ejercicio, o en el caso de Trump, porque ya fue presidente. 

Kamala Harris no calza en esa figura (...). En muy poco tiempo, cuando lanza su candidatura, pasa de una aprobación neta. Es decir, diferencia entre gente que la aprueba y gente que la desaprueba, resta de menos 17 a una aprobación de uno. O sea, hay más gente que la aprueba que aquella que la desaprueba. Y hay más gente que la aprueba después del debate, y más gente que desaprueba a Trump después del debate. Entonces, esto va a volver a ampliar la diferencia en favor de Kamala Harris.

[Ahora], lo que pasa es que nadie puede garantizar que esto perdure hasta noviembre (...). Entonces, si las elecciones fueran mañana, ganaría Harris. Para suerte de Trump, [las elecciones] no son mañana y uno no puede prever con certeza que pueda pasar de acá en noviembre. Por ejemplo, otro atentado, nadie puede prever algo así.

EEUU

CANDIDATOS. El próximo 5 de noviembre, Estados Unidos decidirá si el republicano Donald Trump o la demócrata Kamala Harris asumirán la presidencia.
Composición: Facebook de Donald Trump y Kamala Harris
 

¿Y cómo impactaría un gobierno de Trump o de Harris eventualmente a Latinoamérica?

Yo le digo a los amigos de derecha que piensen como peruanos antes que como conservadores, porque a nosotros nos conviene los demócratas. Lo digo con absoluta claridad y creo que eso es un hecho objetivo, no depende de ideologías. Hace 10 años hubiera dicho que a Perú le convenía los demócratas, salvo en temas comerciales, porque el partido proteccionista era el Partido Demócrata y el que promovía los acuerdos comerciales era el Partido Republicano. Eso ha dejado de ser cierto con Trump. 

Trump ha dicho que, de llegar al gobierno entre otras medidas proteccionistas, impondría un arancel mínimo de 10% para las importaciones de bienes del extranjero. Eso viola el Tratado de Libre Comercio con el Perú y claramente a ningún productor peruano que exporta Estados Unidos (...) le convendría que tenga que empezar a pagar un arancel de 10% o más (...).

Y otro ejemplo, Trump está hablando de deportar a todos los inmigrantes indocumentados. Entre esos 11 a 12 millones de inmigrantes indocumentados que hay en Estados Unidos podría haber hasta 600.000 peruanos. [Entonces] presumo que los peruanos estamos de acuerdo en que preferiríamos que eso no ocurra, que nuestros compatriotas —algunos de los cuales, para efectos prácticos, no conocen otro país que Estados Unidos, porque llegaron de niños— creo que todos convendrían que lo deseable es que sus compatriotas no sean deportados contra su voluntad. Estos son dos ejemplos claros de cómo nos conviene Harris antes que Trump, más allá de que uno sea de derecha a izquierda, centro, arriba o abajo.

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