MINERÍA ILEGAL. Una imagen aérea del Sur de Bolívar, una región en Colombia que por muchos años ha sufrido los impactos del rentable negocio de la minería ilegal.
Mientras la Amazonía vive una nueva fiebre de oro que amenaza a comunidades y ríos claves para su supervivencia, se ha puesto en la mira nuevamente el rol de la debida diligencia de las compañías compradoras de oro de países en Sudamérica para trazar la ruta del mineral de origen ilegal.
A pesar de los esfuerzos recientes por transparentar la trazabilidad del oro, muchas de las políticas corporativas y gubernamentales continúan sin afectar significativamente esta industria ilícita.
Una de las soluciones que se ha propuesto en los últimos años es el de procesos fisicoquímicos que permiten identificar con exactitud, según sus propiedades, el origen geográfico del oro. Esto, argumentan algunos científicos, podría ayudar a las autoridades a rastrear el origen del oro. Sin embargo, un grupo de expertos en minería ilegal consultados para este artículo, consideran que se trata de esfuerzos poco factibles en Latinoamérica.
Como muchos otros minerales, el oro tiene propiedades únicas según su punto de origen. Esas propiedades, que incluyen otros minerales y la estructura química, pueden contar una historia. En Brasil, la Policía Federal ha comenzado a utilizar un acelerador de partículas para estudiar la estructura de 57 muestras de oro, que podrían ayudar a determinar si el oro fue extraído ilegalmente de territorios prohibidos como las reservas indígenas de la Amazonía.
Desde hace varios años, el gobierno brasileño ha intentado implementar un programa llamado Ouro Alvo, con la intención de trazar el origen del oro ilegal, particularmente aquel que se extrae del territorio Yanomami. Como parte del programa, miembros de la Policía Federal en alianza con la Universidad de São Paulo, comenzaron a construir una “biblioteca de oro” de las zonas mineras más grandes.
Según han declarado a distintos medios las autoridades de ese país, esa base de datos universal les ayudaría a comparar las propiedades del oro sospechoso para rastrear su origen.
En una entrevista con OjoPúblico, Luis Fernández, experto en minería de oro aluvial y profesor en la Universidad de Wake Forest en Estados Unidos, compara el proceso de identificar el origen del oro al de identificar a una persona por sus huellas digitales. Aunque admite que tiene sus límites, el investigador dice que tiene esperanzas de que en un futuro se puedan utilizar tecnologías como la que se está probando en Brasil para mejorar la trazabilidad de este mineral.
Fernández, quien también dirige el Centro de Innovación Científica Amazónica (Cincia) en Puerto Maldonado, cuenta que, hace 150 años, cuando surgieron las primeras propuestas de las huellas del oro, la idea no era tan buena porque no había un banco de datos. “No había un sistema organizado para la información… ahora se puede hacer", dice.
El mes pasado, OjoPúblico publicó Las rutas del oro ilegal, una investigación transfronteriza que encontró que, desde 2014 hasta 2023, se exportaron más de 3.000 toneladas de oro de origen sospechoso desde cinco países de la región amazónica, Perú, Colombia, Ecuador, Bolivia y Brasil. Pero esas cifras son conservadoras, porque estimados oficiales señalan que el oro ilegal exportado es mucho mayor. Solo en Colombia puede alcanzar el 80%.
No todos los expertos en el tema tienen la misma esperanza que Luis Fernández. La complejidad del mercado –y la falta de recursos por parte de las autoridades para atacar el problema– hace que un grupo de especialistas sostiene que no tiene sentido invertir en ese tipo de tecnología como una solución a nivel regional.
Todavía debemos hacer mucho más" para implementar nuevas tecnologías en la trazabilidad del oro.
"Si ni siquiera puedes tener control sobre lo que produces y lo que exportas, qué sentido tiene" invertir en tecnologías de trazabilidad del oro, cuestiona César Ipenza, abogado especializado en derecho ambiental en Perú y experto en temas de minería ilegal. "Lamentablemente, el país [Perú], sus dinámicas son cada vez más complejas. Para mí, el tema de la corrupción instalada a todo nivel…me demuestra que eso sería imposible".
Por su parte, Rodrigo Botero, director de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS), también coincide en que la ciencia para recorrer la ruta del oro ilegal está muy lejos de ser utilizada a nivel institucional porque “qué pasa cuando tú juntas [el oro] de diferentes regiones”.
“En diferentes tipos de actividades ilegales, lo que nos han mostrado es que la mejor forma de lavar productos ilegales es combinarlos con productos legales”, dice Botero. "Creo que tanto técnicamente como legalmente, todavía debemos hacer mucho más" para implementar nuevas tecnologías en la trazabilidad del oro.
Los métodos detrás de la huella del oro
Uno de los métodos más innovadores que se está probando en Brasil es el análisis de isótopos. Se trata de átomos de un mismo elemento –como el oro– que difieren en masa atómica por el número de neutrones en su núcleo. Los isótopos de un determinado lugar son diferentes a los de otro territorio, por eso, al analizarlos y compararlos con una base de datos de diferentes muestras se puede identificar su ubicación geográfica.
Según Luis Fernández, se pueden utilizar máquinas como un acelerador o la emisión de rayos X para detectar las diferencias en la composición isotópica del oro. Este método, sin embargo, tiene serias limitaciones a nivel regional. Además de que implicaría la construcción de una base de datos con miles de muestras de toda la región, los aceleradores son muy costosos e inaccesible a la mayoría de los países amazónicos.
La logística de recoger muestras y transportarlas de manera segura hacia los laboratorios también requiere equipos especializados. Y para que los hallazgos de este estudio científico lleguen a utilizarse a nivel judicial, se necesitaría políticas intergubernamentales y fiscalización internacional que sería difícil de implementar.
Otra técnica es el análisis de elementos traza. Esto se refiere a elementos químicos que existen en concentraciones muy bajas en todos los organismos y minerales. Fernández explica que esos trazos de elementos únicos en cada mineral también podrían dar pistas sobre el origen del oro.
El equipo de Fernández, quien es ecólogo tropical, utiliza el análisis de isótopos para determinar el origen del mercurio que se usa en la minería informal y que causa graves daños a las comunidades y la fauna que dependen de los ríos amazónicos.
A través de este método, se puede llegar a distinguir entre el mercurio local, proveniente de las montañas de Perú, y el que se ha importado de otros lugares. Esta distinción es importante porque los minerales de una región pueden tener rastros de mercurio de su propia estructura geológica, pero si se puede identificar rastros de un mercurio foráneo, eso le daría a los investigadores evidencia de que en esa zona se podría estar comercializando mercurio para propósitos ilegales.
Las herramientas no son suficientemente precisas para el trabajo que se tiene que hacer".
Pero el oro ilegal es un tema mucho más complejo y cada método tiene sus limitaciones. El oro es un mineral que se forma a través de distintos procesos geológicos, un proceso de erosión de rocas que puede demorar millones de años.
Luis Fernández advierte que "ahora estamos en un periodo donde las herramientas no son suficientemente precisas para el trabajo que se tiene que hacer", aunque asegura que la ciencia está avanzando muy rápido.
"Si tú vas a una montaña, la rompes y haces procesos para sacar oro, sabes de dónde vino el oro porque ese oro proviene de esa montaña, que es un proceso geológico. Y ahí tienes una mezcla [mineral específica]. Entonces, eso puede funcionar [para identificar el origen del oro] en principio. Pero si estamos comparando con el caso de un oro aluvial (...) Entonces, en cierta forma, no sabes cuál es el origen, cuál de los miles de ríos pequeños están rompiendo" la piedra hasta llegar a minarse, dice Fernández.
En el caso del río Amazonas, que tiene cientos de ríos afluentes, sería un gran reto determinar en dónde se originó ese oro. Rodrigo Botero dice que no ha visto los métodos de análisis del origen del oro probados a gran escala; pero considera que en un futuro, con la ayuda de estos métodos, sí se podría obligar a las empresas legales a probar que su oro ha salido de sus operaciones mineras.
Los nuevos enclaves de esta fiebre del oro amazónico –acelerada por los precios históricos– son los ríos de la selva, ecosistemas altamente vulnerables y cruciales para la supervivencia de comunidades indígenas, la fauna y el clima. A medida que los países europeos y Estados Unidos establecen nuevas leyes de debida diligencia, las exportaciones de oro aumentan hacia los Emiratos Árabes Unidos y la India.
La minería ilegal es uno de los crímenes ambientales más importantes de la región. Según las investigaciones de OjoPúblico, existe evidencia de que la minería del oro ilegal tiene fuertes vínculos con el crimen organizado y el narcotráfico en varios países amazónicos.
Es por este esquema que utilizar la esperanza de nuevas tecnologías para llevar a cabo políticas gubernamentales, opina el abogado César Ipenza, no es un buen uso de recursos en este momento por el volumen de oro comercializado informalmente.
Considera que esto podría funcionar quizás con el oro que sale de manera formal, “pero gran parte del oro que sale por las fronteras es informal, entonces de nada me serviría a mí para la trazabilidad", dice Ipenza.