ANÁLISIS. Estudio detectó que en promedio el 37% de muertes por altas temperaturas podían atribuirse al cambio climático.
A unos días de la segunda vuelta electoral y en medio de una campaña en la que ninguno de los candidatos presidenciales ha dado propuestas concretas para el sector ambiental, un estudio sobre el impacto del calentamiento global en la salud de las personas, publicado en la revista Nature Climate Change, brinda una alerta respecto a la necesidad de implementar estrategias para reducir los efectos del cambio climático.
La investigación, coordinada por la Universidad de Berna (Suiza) recogió datos de tres décadas pertenecientes a 732 localidades de 43 países y concluyó que, en promedio, el 37% de las muertes mundiales relacionadas al calor se puede atribuir al cambio climático inducido por el ser humano.
En América Latina la relación es aún más preocupante. En Ecuador el 76,6% de las muertes vinculadas con altas temperaturas está relacionado con el calentamiento global, en Colombia, el 76% y en Perú, el 73,5%.
El estudio consideró datos de más de 29 millones de muertes y la carga de mortalidad relacionada con el calor.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores trabajaron la información disponible bajo dos escenarios: uno donde se consideró la temperatura que se observa en la actualidad y otro alternativo, donde se removió el efecto de cambio climático inducido por el hombre. Es decir, excesos de dióxido de carbono (CO2) y otros contaminantes que hacen que varíe la temperatura del planeta.
Como parte de la metodología, detallaron los autores, se construyó la base de datos más grande sobre el clima y la salud, con información obtenida a través de la Red de Investigación Colaborativa Multipaíses y Ciudades (MCC) Research Network, el mayor consorcio de datos meteorológicos y sanitarios disponible a la fecha.
Este, sin embargo, no es el primer estudio que analiza la salud en relación con el medio ambiente. En los últimos años, diversos científicos han alertado sobre las respuestas que genera en el organismo la exposición a demasiado calor, humedad o ambos. Por ejemplo, en una publicación de la Asociación Americana del Corazón se identificó que las altas temperaturas podrían generar “un impacto crítico” en siete órganos vitales -cerebro, corazón, intestinos, riñones, hígado, pulmones y páncreas-; y, en última instancia, la muerte.
El impacto del cambio climático en Perú
La nueva investigación señaló que, en promedio, el 73,5% de muertes por calor en Perú estuvieron relacionadas con el calentamiento global, un indicador que casi duplica el promedio mundial. Las cifras ubican al país como el tercer país de América del Sur con mayor relación, solo detrás de Ecuador (76,6%) y Colombia (76%).
Además de Lima, en el estudio se incluyeron otras 17 localidades del norte (Piura, La Libertad, Lambayeque y Cajamarca), centro (Ayacucho, Junín, Huánuco y Huancavelica), sur (Arequipa, Cusco, Puno y Tacna) y oriente peruano (Loreto, San Martín y Ucayali). En todos los casos se superó el promedio global de 37%, y hubo registros por encima del 80%, como ocurrió en Puno (86,8%) y Lima (81,4%).
En este caso se empleó información del Ministerio de Salud (Minsa) respecto a 208.060 muertes por todas las causas naturales del período 2008-2014. Mientras que las temperaturas revisadas -para la época de verano- se obtuvieron de 18 estaciones regionales del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi).
Las 18 localidades peruanas incluidas en el estudio superaron el promedio global (37%) de muertes por calor atribuidas al cambio climático.
El epidemiólogo Gabriel Carrasco Escobar, único científico peruano que participó en el estudio, señaló a OjoPúblico que esta investigación es la primera que contempla un número tan amplio de países y localidades. Esto, destacó, permitió conocer que territorios como Perú, al igual que otros de Sudamérica y del Sudeste Asiático, son zonas donde se registraron más decesos a pesar de tener una menor emisión de gases de efecto invernadero.
“Estamos pagando el pasivo de lo que otros países desarrollados están emitiendo. [Por eso,] tenemos que empezar a hablar en términos de salud global o planetaria. Estas políticas ya cruzan las fronteras de los países. Necesitamos ponernos rápidamente al día para armar planes de mitigación y ponerlos en la agenda con un presupuesto suficiente para lo que viene en los próximos 50 o 70 años”, explicó.
Hallazgos globales
El análisis total de la investigación consideró datos de más de 29 millones de defunciones y la carga de mortalidad relacionada con el calor entre el 1 de enero de 1991 y el 31 de diciembre de 2018. Así, se estudiaron series históricas de ambas variables para todas las localidades, con el objetivo de calcular la relación entre la exposición a temperaturas medias diarias -en épocas cálidas- y la mortalidad por todas las causas o causas no externas.
Si bien la estimación global es del 37%, este porcentaje varía mucho entre las subregiones y los países revisados. Los grupos más altos se detectaron en Asia Occidental (Irán y Kuwait), el Sudeste Asiático (Filipinas y Tailandia), países de América Central y el Caribe (Costa Rica, Guatemala, Panamá y Puerto Rico) y de América del Sur (Ecuador, Colombia y Perú).
En la publicación también se reconocen las limitaciones del análisis respecto a países donde no se logró acceder a información, como gran parte de África y el sur de Asia. En estos casos, el estudio advierte que es difícil predecir los resultados. Por otro lado, los autores señalaron que las estimaciones no deben considerarse necesariamente representativas para cada país porque, en algunos casos, se tomaron datos de apenas una o dos localidades.
La investigación recuerda, asimismo, que el ser humano y la actividad industrial han influido en el aumento de la temperatura global, que hoy tiene una media de un grado centígrado adicional que en la era preindustrial. Algunas ciudades, incluso, se han calentado más de dos grados, exponiendo a las personas a un mayor riesgo de muerte prematura.
“Nuestros resultados proporcionan una prueba más de los beneficios potenciales de adoptar políticas de mitigación fuertes para reducir el calentamiento futuro y de promulgar intervenciones de adaptación para proteger a las poblaciones de las consecuencias de la exposición al calor”, destacaron los investigadores.