CUMBRE. Líderes de la región amazónica se reúnen para celebrar la cuarta Cumbre Amazónica de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica
Con una deforestación en ascenso y el avance del crimen organizado, la Cumbre Amazónica en Belém do Pará, –realizada en Brasil esta semana– tenía la promesa de abrir un nuevo capítulo para el territorio compartido por ocho países de la región. Pero lejos de “un antes y un después”, concluyó con una serie de puntos declarativos sin ruta concreta, y expuso la ausencia de consensos entre los jefes de Estado sobre la explotación de combustibles fósiles en la Amazonía.
La cumbre –que se realizó el 8 y 9 de agosto– reunió a los presidentes de Brasil, Perú, Colombia, Bolivia y representantes de Venezuela, Ecuador, Guyana y Suriname. También asistieron líderes de Noruega y Alemania, países que financian proyectos de protección de la Amazonía, y de otros países con selvas tropicales como Indonesia y la República Democrática del Congo.
La reunión propiciada, en parte, por el mandatario del país anfitrión, Luiz Inácio Lula da Silva, se planteaba reactivar la reputación de Brasil como líder ambiental en la región y crear una agenda común entre los países amazónicos ante la conferencia mundial del cambio climático de las Naciones Unidas COP 27, que se llevará a cabo este noviembre en Dubai. También puso los ojos del mundo en Belém, donde se espera celebrar la COP30 en el 2025.
AMAZONÍA. Por primera vez, desde el 2009, los líderes de la OTCA se reunieron en Belém do Pará, en Brasil.
Foto: Gobierno de Brasil
El encuentro de jefes de estados amazónicos, ocurrió, además, durante un año histórico para la crisis ambiental del planeta: es uno de los inviernos más calientes en la historia de Sudamérica, se han roto récords de calor en el hemisferio Norte y las industrias formales e ilegales de minería, petróleo, pesca y ganado siguen abriendo nuevas fronteras en el territorio amazónico.
Y aunque los gobiernos de Brasil y Colombia han dicho que la tasa de deforestación en sus países ha caído en el último año, esta sigue en crecimiento en Perú, Ecuador y Bolivia.
Durante la cumbre se llegaron a varios acuerdos para fortalecer a la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) –una organización creada en el 1995 a partir de un tratado firmado a fines de los años setenta que reúne a las ocho naciones amazónicas–, pero no se logró cumplir las expectativas de las principales organizaciones indígenas. Consultados sobre el tema, líderes de la sociedad civil señalan que no esperaban grandes cambios en la cumbre, pues consideran que el encuentro no tiene un real impacto político.
“[A la cumbre] lo veía más como un esfuerzo diplomático y simbólico que de compromisos serios”, sostiene Cesar Gamboa, director ejecutivo de Derecho, Ambiente y Recursos Naturales, de Perú.
“Si en esos 45 años (de la OTCA) no ha pasado todo eso, ¿por qué va a pasar ahora?”, añadió Gamboa. “En realidad ha estado Lula, ha estado (el presidente colombiano Gustavo) Petro, Perú [ha estado] ausente en la discusión, Ecuador con una crisis política, (el presidente de) Venezuela no fue... eso te dice un poco el grado de compromiso para estos temas. No es que haya un tipping point para los países”, añade Gamboa.
No obstante, en la antesala de la cumbre, se generaron altas expectativas de organizaciones ambientales y pueblos indígenas sobre posibles acuerdos ambiciosos, como la reducción de las industrias extractivas y una ruta concreta para llegar a la “deforestación cero”.
'Incumplimiento' de acuerdos
La Declaración de Belém, firmada el 8 de agosto por los líderes de los ocho países, plantea la intención de atender problemas como el respeto e inclusión de pueblos indígenas en el desarrollo sostenible de la región y la creación de esfuerzos científicos regionales para la conservación del ambiente.
Por otro lado, uno de los hitos de la cumbre de dos días fue el llamado “a los países desarrollados a cumplir con sus obligaciones de proporcionar y movilizar apoyo” hacia los países en desarrollo para la conservación del ambiente, incluyendo movilizar 100 mil millones de dólares anuales en financiamiento climático.
Los países también firmaron un comunicado corto de 10 puntos titulado “Unidos por Nuestros Bosques”, donde los mandatarios fueron más contundentes al expresar su “preocupación” por el “incumplimiento por parte de los países desarrollados” de acuerdos internacionales –como el Acuerdo de Kunming Montreal y el Acuerdo de París– para la mitigación de emisiones de carbono y la contribución de 200.000 millones de dólares al año de financiamiento ambiental para el 2030.
Para combatir el crimen organizado, una de las mayores preocupaciones de las comunidades amazónicas y activistas ambientales, el acuerdo propone crear un Centro de Cooperación Policial Internacional de la Amazonía, con sede en la ciudad brasileña de Manaos.
Sin consenso sobre la extracción de petróleo
Durante el encuentro se discutieron pocas acciones en torno a los pedidos de las organizaciones de la sociedad civil para frenar proyectos hidroeléctricos, minería y otras industrias extractivas.
La única alusión a ese pedido en el documento de 113 puntos se hizo para “iniciar un diálogo” sobre “sectores tales como minería e hidrocarburos en la región amazónica”.
Las participaciones de Lula y del presidente de Colombia, Gustavo Petro esta semana representaban una mayor esperanza para los grupos activistas. Y, a pesar de que ambos líderes han querido posicionarse juntos a la vanguardia del tema ambiental en América Latina, hubo claras diferencias en sus discursos sobre la continuidad de la explotación de petróleo en la Amazonía.
Si la selva produce petróleo, pues se está matando a la humanidad".
Vladimir Pinto, coordinador de campo de Amazon Watch, una organización estadounidense sin fines de lucro con proyectos en Perú, Ecuador, Brasil y Bolivia, aplaudió que al menos se haya llevado a cabo la cumbre como punto de inicio para formalizar y empoderar a la OTCA, cuyos líderes no se reunían desde el 2009 en Manaus. Pero en una entrevista antes de la cumbre, dijo que no habría grandes cambios sobre una transición energética.
“El gobierno de Petro ha levantado el asunto del petróleo, de una moratoria en la Amazonía para no abrir nuevas actividades petroleras. No sentimos que hay sobre esto una gran receptividad de otros gobiernos, no hemos escuchado posiciones que vayan en ese sentido, pero es bueno que por lo menos un gobierno lo haya puesto sobre la mesa”, opinó Pinto en la víspera de la cumbre.
Durante una intervención en la cumbre, Petro destacó la hipocresía de otros gobiernos de izquierda y su tendencia al “negacionismo”.
“Si la selva produce petróleo, pues se está matando a la humanidad. ‘No, es que el aparato económico, es que el aparato nacional’”, dijo Petro, imitando los argumentos de otros líderes. “Es el negacionismo, aplazando las decisiones que son fundamentales para la vida”.
Lula, por su parte, se ha negado a comprometerse a eliminar la extracción de petróleo en la Amazonía brasileña mientras la petrolera estatal de su país, Petrobras, presiona para continuar extrayendo petróleo en la Amazonía. Se ha referido más bien a un “desarrollo sostenible” y, en la cumbre, responsabilizó a los países ricos por los retos financieros que enfrenta América Latina para hacer una transición energética y proteger su ambiente.
El Ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Mauro Vieira, negó a los medios que la posición de Lula fuera diferente a la de Petro. Añadió que cada país “tendrá que seguir al ritmo” que pueda para dejar atrás la dependencia de los combustibles fósiles.
Los comentarios de Petro no fueron solo en referencia a Brasil. En Ecuador, además de elegir un nuevo presidente el 20 de agosto, se le consultará a los votantes si desean que se continúe explotando petróleo en el Parque Nacional Yasuní, una reserva nacional en la Amazonía ecuatoriana junto al Río Napo. El país tiene una extracción importante de petróleo en la región.
DIÁLOGOS. Líderes indígenas y organizaciones de sociedad civil discutieron sus propuestas en los días previos de la cumbre.
Foto: Ana Mendes / Climainfo
Mientras tanto, algunas organizaciones de pueblos indígenas lamentaron que entre los acuerdos no se hayan establecido objetivos concretos para abordar el “punto de no retorno” de la Amazonía – es decir, el punto en el que el daño ambiental en la selva ya no es reversible.
En el 2021, varias organizaciones, entre ellas la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), propusieron la protección del 80% de la Amazonía para el 2025, pero esa cifra no se abordó en el acuerdo final.
“La actividad hidrocarburífera y gasífera pone en peligro a la humanidad. Nuestros ríos y nuestros animales están contaminados”, dijo en un comunicado Jamner Manihuari, presidente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana. “No puede pasar que de esta Cumbre salgan acuerdos que jamás sean implementados, como pasa con el de Escazú.”
El Acuerdo de Escazú, el primer acuerdo ambiental de América Latina y el Caribe, aborda el derecho de acceso a la información ambiental, el acceso a la justicia en asuntos ambientales y la participación pública en la toma de decisiones ambientales. El acuerdo se adoptó en el 2018, pero aún quedan 10 países por ratificar el acuerdo en sus países, incluyendo a Perú y a Brasil. A pesar de posicionarse sobre los derechos humanos de líderes ambientalistas, la Declaración no aborda los temas de Escazú.
Walter Limache, coordinador del programa de capacitación política de comunidades indígenas y campesinas como parte de la Red Unitas en Bolivia, coincidió en que el momento de la cumbre fue “muy importante” por lo que representa para los pueblos indígenas que vieron grandes retrasos en materia de derechos humanos y ambientales bajo la administración del expresidente brasileño Jair Bolsonaro.
“Lula en su propia campaña plantea una mirada distinta de la Amazonía”, dijo Limache. “Es importante mencionar que no solo gobiernos digamos conservadores, liberales o neoliberales sino también los gobiernos progresistas tienen su mira en la explotación de los recursos naturales como fuente generadora de su riqueza económica para después aplicar políticas públicas en los distintos países”, enfatizó.
Según la Declaración, Petro se ha ofrecido a convocar y realizar la quinta Cumbre Amazónica de la OTCA en su país en agosto del 2025.