CRÍTICO. Radiografía de una niña sana de 10 años. Los especialistas explican que la pelvis de un niña es demasiado pequeña para permitir el paso de un feto.
Por Stephanie Nolen
Después de que la historia de una chica de 10 años de Ohio que cruzó la frontera estatal para tener un aborto atrajo la atención del país [Estados Unidos] la semana pasada, algunos destacados opositores al aborto plantearon que la niña debió haber llevado su embarazo a término.
Pero las parteras y los médicos que trabajan en países donde el embarazo es algo común entre las adolescentes afirman que tal vez quienes insisten en que las chicas tan jóvenes lleven a término su embarazo no entienden el severo daño que causan tanto el embarazo como el parto sobre el cuerpo de una niña.
“Sus cuerpos no están listos para un parto y es algo muy traumático”, comentó Marie Bass Gomez, una partera y jefa de enfermería en la clínica infantil y de salud reproductiva del Hospital Infantil y de Maternidad de Bundung, en Gambia.
El principal problema es que la pelvis de las niñas es demasiado estrecha como para que pueda pasar incluso un feto pequeño, señaló Ashok Dyalchand, un médico que ha trabajado con adolescentes embarazadas en comunidades de bajos ingresos en la India durante más de 40 años.
“La labor de parto que experimentan es prolongada y obstruida, el feto aplasta la vejiga y la uretra” y, a veces, provoca la enfermedad pélvica inflamatoria y la ruptura de los tejidos que hay entre la vagina y la vejiga y el recto, señaló Dyalchand, quien dirige el Instituto de Gestión Sanitaria Pachod, una organización de salud pública que atiende a las comunidades marginadas en la zona central de la India.
“Es algo muy penoso, en especial para las chicas menores de 15 años”, añadió. “Las complicaciones, la morbilidad y la mortalidad son mucho más elevadas en las chicas de menos de 15 años que en las de 16 a 19 años, aunque la mortalidad de quienes tienen de 16 a 19 años es del doble de la que se da entre las chicas de más de 20 años”.
En Estados Unidos es relativamente poco común el fenómeno de que las niñas tengan hijos. En 2017, el último año del que hay información disponible, hubo 4.460 embarazos de niñas menores de 15 años, y solo menos de la mitad terminaron en aborto, de acuerdo con el Instituto Guttmacher, el cual defiende el derecho al aborto y, de manera periódica, lleva a cabo encuestas en las clínicas.
Sus cuerpos no están listos para un parto y es algo muy traumático”, dijo Marie Bass Gomez, del Hospital Infantil y de Maternidad de Bundung.
No obstante, según la Organización Mundial de la Salud, a nivel global, las complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto son la principal causa de muerte de chicas con edades comprendidas entre los 15 y 19 años.
De acuerdo con una evaluación dada a conocer en 2014 en la publicación Journal of Neonatal-Perinatal Medicine, tener hijos a una corta edad está relacionado con un mayor riesgo de padecer anemia materna, infecciones, eclampsia y preeclamsia, partos de emergencia por cesárea y depresión posparto.
Los bebés de madres muy jóvenes casi siempre son prematuros y tienen bajo peso al nacer, señaló Willibald Zeck, coordinador de la salud de la madre y del recién nacido del Fondo de Población de las Naciones Unidas, quien atendió con frecuencia los partos de madres jóvenes cuando trabajaba de ginecólogo en Tanzania, y luego supervisó programas de salud materna en Nepal y Filipinas.
Aunque una niña embarazada de 10 años de Ohio tenga acceso a cuidados prenatales y a una cesárea que reduzca las consecuencias de un parto obstruido, la experiencia del embarazo en una chica joven es la misma en la India que en Estados Unidos, señaló Dyalchand. “Las niñas tendrán más o menos el mismo tipo de complicaciones; la única diferencia es que quizás por contar con una mejor atención médica, no tengan los mismos resultados lamentables. Pero eso no significa que no quede dañado tanto el cuerpo como la vida de estas chicas”.
Shershah Syed, un ginecólogo y especialista en mortalidad materna en Pakistán, con frecuencia atiende a niñas embarazadas de apenas 11 años. Syed explicó que un buen cuidado prenatal puede evitar que se abra un agujero entre la pared de la vejiga o del recto y la vagina (el cual se conoce como fístula), lo que hace que la orina o el excremento que se filtran no solo provoquen dolor (la orina que gotea produce llagas), sino que también sean un motivo de mucha vergüenza y bochorno.
Pero ni siquiera un buen cuidado prenatal puede evitar la hipertensión o las infecciones del tracto urinario que son comunes en madres muy jóvenes, comentó Syed.
“Desde el punto de vista de la fisiología normal no se supone que una niña de 10 años esté embarazada. Lo que ocurre es que una niña no está lista para dar a luz a un bebé”, señaló Syed, y añadió: “además, es inconmensurable la tortura psicológica por la que tendrá que pasar”.
El embarazo frena el desarrollo físico de niñas y adolescentes y, con frecuencia, también el desarrollo mental, explicó Shershah Syed".
En los casos que él ha visto, el embarazo temprano frena el desarrollo físico de las madres muy jóvenes y, con frecuencia, también el desarrollo mental debido a que muchas niñas dejan la escuela y se pierden de la interacción social normal con sus compañeros, comentó Syed. Pero, pese a que una madre anémica tiene problemas para llevar el embarazo, el feto se apropia de los nutrientes y sigue creciendo hasta que supera por mucho lo que puede dejar pasar la pelvis de una madre muy joven.
“Las chicas pasan por un trabajo de parto de tres, cuatro, cinco días y, después de ese tiempo, el bebé casi siempre está muerto. Y el bebé sale cuando se hunde la cabeza”, explicó Syed, quien es uno de los especialistas más prominentes de Asia del Sur en la reparación de la fístula obstétrica, un resultado habitual del parto obstruido en las niñas embarazadas.
En casi todos estos casos, la niña desarrolla una fístula vesicovaginal, que es un agujero entre la pared de la vejiga y la vagina. En una cuarta parte de los casos, el trabajo de parto prolongado también origina una fístula del recto, por lo que la chica deja salir orina y excremento de manera constante.
Syed explicó que él puede reparar esa anomalía cuando quienes desarrollan una fístula saben que existe un tratamiento y acuden a la clínica. Pero la recuperación de este proceso es muy larga; una fístula de vejiga tarda en sanar más o menos cinco semanas, y una fístula de recto tarda de cuatro a cinco meses.
En 1978, Dyalchand inició su carrera profesional en salud pública en un pequeño hospital de distrito en la zona rural de Maharastra, en la costa occidental de la India. En su primera semana, dos chicas embarazadas muy jóvenes murieron desangradas, una durante el trabajo de parto y la otra en la entrada del hospital, antes de que ni siquiera hubiese podido entrar. Esto hizo que comenzara una larga trayectoria de trabajo con las comunidades para convencer a la gente de retrasar la edad del matrimonio y de la primera gestación de las chicas.
Ese trabajo ha tenido un éxito importante y, según Dyalchand, en la India también ha estado aumentando el acceso al aborto de manera ininterrumpida. Esta intervención es legal hasta las 24 semanas de embarazo.
Bass Gomez comentó que en su clínica en Gambia se puede ofrecer una buena atención prenatal a las niñas embarazadas, pero eso no ayuda mucho a aminorar el enorme trauma de esa experiencia. Su clínica está diseñada para atender a personas adultas, comentó. “Pero, cuando llega una niña que también está embarazada, en verdad es algo muy traumático para la chica”, explicó. “Ese ambiente no es agradable, no está hecho para ellas. Se puede ver que la pasan mal. Se sienten muy avergonzadas y deshonradas”.