VÍCTIMAS. Las tropas rusas intensificaron los ataques a espacios civiles, lo que ha obligado a miles de ciudadanos a buscar refugio lejos de sus hogares.
Por Marc Santora y Mike Ives
Más de una semana después de su invasión a Ucrania, las fuerzas rusas intensifican los asaltos a las zonas civiles, realizan avances estratégicos en el sur costero y empiezan a asediar las principales ciudades. La invasión de las tropas del presidente Vladimir V. Putin, que comenzó el 24 de febrero, dio inicio a la mayor guerra terrestre de Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
En los días transcurridos desde entonces, a lo largo de la frontera oriental de Ucrania con Rusia, las fuerzas rusas han reducido a escombros partes de pueblos y ciudades, según los videos verificados por The New York Times y las entrevistas con residentes que huyeron. Las principales ciudades, incluida la capital, Kiev, han enfrentado importantes ataques, y las autoridades ucranianas han afirmado que las fuerzas rusas tomaron el control de la primera gran ciudad de la guerra, el estratégico puerto meridional de Jersón.
A medida que la guerra avanza hacia una fase cada vez más brutal, la artillería y los cohetes rusos han cortado la electricidad, el agua y la calefacción a muchas zonas. También se multiplican los informes de ataques rusos contra hospitales, escuelas, complejos de apartamentos e infraestructuras civiles básicas. Y se avecina una crisis humanitaria: más de un millón de personas ya han huido del país, según el alto comisionado de la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados.
Incluso cuando las fuerzas rusas continúan su ataque, los soldados y combatientes civiles de Ucrania, un país de 44 millones de habitantes, resisten ferozmente el ataque de su vecino, mucho más grande y más fuertemente armado.
ANSIEDAD.Miles de personas llenan las estaciones de tren para huir de los ataques en el este y sur de Ucrania.
Foto: Ivor Prickett / The New York Times
Rusia ha ido ganando terreno ampliamente en todo el país, especialmente en el sur, pero aún no ha conseguido la superioridad aérea sobre Ucrania, un revés estratégico para Putin que los analistas atribuyen a los cazas ucranianos y a sus sorprendentemente resistentes defensas aéreas. Funcionarios ucranianos y estadounidenses afirman también que algunas unidades rusas —que al parecer incluyen muchos reclutas jóvenes y mal entrenados—se han visto un poco perjudicadas por los retrasos, la baja moral y la escasez de alimentos y combustible.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, prometió el jueves 3 de marzo recuperar el control de las partes del país en donde las fuerzas rusas habían logrado avances. “Estoy seguro de esto: si entraron en alguna parte, es solo temporalmente”, dijo en un discurso a la nación. “Los expulsaremos. Con humillación”. Así evoluciona la guerra:
Bombardeo de la capital
Luego de enfrentarse a una resistencia más dura de lo esperado, Putin ha intensificado el bombardeo de Kiev mientras sus fuerzas intentan derrocar al gobierno. Hasta 15.000 personas, en su mayoría mujeres y niños, se han refugiado en el metro, según informó Andrew Kramer, del Times, desde Kiev.
Esta semana, un misil alcanzó una torre de televisión en Kiev, y los ataques aéreos impactaron una zona residencial de Zhitómir, una ciudad situada a menos de 160 kilómetros al oeste de Kiev. Un video verificado por The New York Times muestra también lo que parecen ser dos aviones de guerra rusos volando a baja altura momentos antes de que un ataque aéreo alcanzara un complejo residencial de apartamentos en Irpín, una ciudad en el límite noroeste de Kiev.
Estos ataques, junto con un convoy de vehículos militares rusos de unos 65 kilómetros de longitud que ha estado avanzando hacia Kiev en los últimos días, han despertado el temor de que las tropas puedan cercar y bombardear lo que hace apenas una semana era una pacífica y moderna capital europea de unos 2,8 millones de habitantes. Pero el jueves hubo indicios de que el convoy podría tener dificultades con el terreno enlodado y otros problemas logísticos que ralentizan su avance.
Asedio a las ciudades
Las fuerzas de Putin ya han rodeado la ciudad nororiental de Járkov, a 30 kilómetros de la frontera rusa, y la han bombardeado desde el exterior con misiles y proyectiles de artillería.
Tomar Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania, constituye un premio estratégico importante y podría permitir a Rusia consolidar sus fuerzas en otras áreas. Pero retener una ciudad requiere una considerable presencia de efectivos militares, y Rusia ya se enfrenta a una rebelión del público en general. No está claro qué planean hacer las fuerzas rusas si consiguen el control de los edificios del gobierno, o cómo harían frente a lo que probablemente sería un esfuerzo insurgente para derrocarlas.
ATAQUE. Agentes de los servicios de emergencia ucranianos en Járkov intentando retirar el cuerpo de un cohete.
Foto: Tyler Hicks / The New York Times
Lo que está claro por el momento es que el asedio a Járkov probablemente infligirá grandes daños colaterales a los civiles mientras la guerra avanza. Ya hay informes de hombres, mujeres y niños en Járkov que pasan días sin comida ni agua, acurrucados en sótanos helados mientras las fuerzas rusas siguen bombardeando una ciudad que hace apenas una semana tenía una población de 1,5 millones de habitantes.
Rusia también está organizando ataques cada vez más audaces contra la infraestructura del centro de Járkov, una estrategia destinada a hacer huir a la población civil como parte de la antesala de una invasión terrestre. Los misiles han alcanzado edificios administrativos, y se han producido enfrentamientos con las fuerzas rusas mientras estas sondean y prueban las defensas de la ciudad.
Triunfos en zonas estratégicas
Rusia ha logrado importantes avances estratégicos en los últimos días en la costa del mar Negro al sur de Ucrania. Asegurar el sur cortaría el acceso del gobierno ucraniano a puertos vitales y podría permitir a Rusia introducir tropas y suministros por mar.
Desde la costa sur, las tropas rusas podrían avanzar hacia el norte, hacia Kiev, y unirse a sus compatriotas que han estado luchando en el este de Ucrania. Esto ampliaría el control de Putin al este del río Dniéper, que atraviesa el centro de Ucrania y divide sus regiones occidental y oriental.
Odesa, la mayor ciudad portuaria de Ucrania, no es tan relevante militarmente como la cercana península de Crimea, que Rusia anexionó en 2014. Pero apoderarse de ella sería esencial si Rusia quiere controlar el sur de Ucrania, informó el miércoles Michael Schwirtz, del Times, desde Odesa.
Ahora que las fuerzas rusas se han adentrado en el puerto sureño de Jersón, tienen un camino hacia Odesa. También han rodeado otra ciudad portuaria clave, Mariúpol. Si Mariúpol cae, dos flancos de combatientes apoyados por Rusia y rusos podrían atrapar a las fuerzas de Ucrania en el sureste.
Los buques navales rusos se han reunido justo fuera de las aguas territoriales de Ucrania en el mar Negro. Ucrania ha acusado a Rusia de disparar contra barcos civiles y utilizarlos como protección.
Aumento de la ansiedad
En el oeste de Ucrania, la gente se ha refugiado de la invasión en Leópolis, una ciudad de edificios ornamentados a unos 45 kilómetros de la frontera con Polonia que hasta ahora se ha librado de los encarnizados combates.
Sin embargo, desde que sonó la primera sirena de ataque aéreo hace una semana, la sensación de urgencia y ansiedad en Leópolis es cada vez mayor.
COOPERACIÓN. Civiles ucranianos llenan sacos de arena en un intento por fortalecer la defensa de su ciudad.
Foto: Tyler Hicks / The New York Times
Ha surgido una amplia red de voluntarios para ayudar tanto a los que huyen del conflicto como a los que se dirigen al frente. Las carreteras de acceso a la ciudad también se han llenado de puestos de control y de defensas montadas a toda prisa.
Soldados fuertemente armados patrullan las calles, deteniendo a extraños y arrestando a personas que consideran agentes rusos y saboteadores. En un incidente que presenció un reportero del New York Times en Leópolis el martes, varios hombres fueron sacados de un sedán rojo en el corazón del casco antiguo y llevados por la seguridad.
En los restaurantes que siguen abiertos, el agua embotellada se sirve ahora exclusivamente en botellas de plástico. Las de cristal se utilizan para hacer cócteles molotov.