LUTO. En Gaza, la mayoría de la gente no tiene acceso a habitaciones o refugios seguros.
Por Mona El-Naggar, Adam Rasgon y Mona Boshnaq
Samar Abu Elouf y Hosam Salem colaboraron con este reportaje.
Apenas habían transcurrido unos minutos del estallido de los enfrentamientos entre Israel y Hamás cuando Baraa al-Gharabli, un niño de 5 años, murió en Jabaliya, Gaza. Mustafa Obaid, de 16 años, murió en el mismo ataque, la noche del 10 de mayo. Casi al mismo tiempo, cuatro primos —Yazan al-Masri, de 2 años, Marwan al-Masri, de 6 años, Rahaf al-Masri, de 10 años, e Ibrahim al-Masri, de 11— fallecieron en Beit Hanoun, Gaza.
“Fue devastador”, dijo Mukhlis al-Masri, un primo de los jóvenes. “El dolor de nuestra familia es indescriptible”. Al pedirles que describieran su sentir, muchos padres simplemente respondieron “es la voluntad de Dios”. A menudo, sus voces se reducían a un susurro, las palabras transmitían resignación. Dijeron que sus hijos habían querido ser médicos, artistas, líderes.
LLANTO. Aunque visiblemente herido luego de reciente bombardeo de Israel un padre sufre desconsoladamente la pérdida de su hijo.
Hosam Salem/The New York Times
“Aún no me lo creo”, dijo Saad Asaliya, un taxista de Jabaliya, que perdió a su hija de 10 años. “Trato de calmarme diciendo que era la voluntad de Dios que ella se fuera”. Durante los 11 días de combates que se libraron este mes entre Israel y Hamás, al menos 67 niños menores de 18 años murieron en Gaza y 2 en Israel, según los reportes iniciales. Casi todos los niños fallecidos eran palestinos.
Gaza está densamente poblada y es mayoritariamente joven, ya que aproximadamente la mitad de los habitantes tienen menos de 18 años. Por lo tanto, cuando los ataques de los aviones de combate israelíes afectan los vecindarios residenciales, hay un alto número de niños en riesgo. En ocasiones desaparecen hogares enteros con una sola explosión.
Israel culpa a Hamás por el elevado número de civiles muertos en Gaza porque el grupo dispara cohetes y realiza operaciones militares desde zonas civiles. Los críticos de Israel citan el número de muertos como prueba de que los ataques de Israel fueron indiscriminados y desproporcionados.
En Gaza, crecen en medio de una pobreza generalizada y un alto desempleo, y no pueden entrar o salir libremente del territorio debido al bloqueo impuesto por Israel y Egipto. También viven bajo la constante amenaza de guerra. Un joven promedio de 15 años ha experimentado al menos cuatro importantes ofensivas israelíes. Casi todo el mundo en Gaza conoce a alguien que ha muerto en los combates.
“Cuando pienso en los niños que murieron”, dijo Ola Abu Hasaballah, psicóloga infantil en Gaza, “también pienso en los que sobreviven, los que fueron rescatados de entre los escombros y perdieron una extremidad, o los que irán a la escuela y se van a enterar de que su amigo ha desaparecido”.
Cuando las sirenas sonaron alrededor de las 3:00 a. m. del 12 de mayo en la aldea árabe de Dahmash, en el centro de Israel, Nadine Awad, de 16 años, y su padre corrieron afuera en busca de refugio, dijo su tío, Ismail Arafat. Pero un cohete disparado por los militantes en Gaza se estrelló contra el suelo junto a su casa y los mató a ambos.
DIBUJO. Los niños son los más vulnerables ante los bombardeos, a su corta edad ya evidencian los daños que ha dejado la guerra.
Foto: Samar Abu Elouf/The New York Times
Nadine era una de las mejores estudiantes, dijo su asesora académica, Sirin Slameh. Hablaba inglés bastante bien, aprendió a tocar el piano sola y participó en programas de convivencia entre judíos y árabes, dijo Slameh. La semana anterior, había obtenido un 97 en un examen de matemáticas, una materia con la que había batallado.
Era muy unida a su padre, dijo Arafat, y lo seguía a todas partes. “Lo triste es que ella lo siguió cuando sonaron las sirenas”, dijo, “y terminó siguiéndolo hasta la tumba”. Aunque la mayoría de los niños que fallecieron por los ataques aéreos israelíes eran palestinos, hay excepciones.
Al menos dos de los niños que murieron en Gaza, Baraa al-Gharabli y Mustafa Obaid, pueden haber muerto cuando los militantes palestinos dispararon un cohete contra Israel que no alcanzó su objetivo, según una investigación inicial de Defensa para los Niños Internacional de Palestina.
Y una de las niñas fallecidas en Israel, Nadine Awad, era palestina. “Los cohetes no diferencian entre árabes y judíos”, dijo Ismail Arafat, su tío. Yahya Khalifa, de 13 años, disfrutaba andar en bicicleta, había memorizado varios capítulos del Corán y esperaba algún día visitar la mezquita Al-Aqsa en Jerusalén. “Era un niño inocente y dulce”, dijo su padre, Mazen Khalifa. Salió a hacer un recado rápido, prometiendo comprar yogur y helado para la familia, dijo su padre, pero murió en un ataque aéreo israelí.
ROSTROS. Niños y adolescentes han sido parte de las víctimas mortales que han dejado los bombardeos.
Collage: The New York Times
Las identidades de los niños fallecidos, sus fotografías y las circunstancias de sus muertes provienen de sus padres y otros familiares, maestros y escuelas en Gaza e Israel, organizaciones internacionales de derechos, funcionarios palestinos, redes sociales y organizaciones de noticias en Gaza e Israel. La mayoría de los detalles de sus casos han sido corroborados por varias fuentes.
El ejército israelí dice que toma precauciones rigurosas para evitar la muerte de civiles. Afirma que una gran parte de su campaña de bombardeos tuvo como objetivo acabar con la red de túneles subterráneos de Hamás, una instalación militar que fue construida debajo de los barrios civiles. Sin embargo, muchas personas en Gaza dicen que el número de civiles fallecidos demuestra que las precauciones que pueda tomar Israel resultan trágicamente insuficientes.
“La gente piensa que tiene que haber alguna lógica”, dijo Raji Sourani, director del Centro Palestino de Derechos Humanos en Gaza, “pero lo fundamental es que quieren infligir dolor y sufrimiento”. Las escasas bajas del otro lado también reflejan un desequilibrio en la defensa.
Hamás y otros grupos militantes dispararon más de 4.000 cohetes contra pueblos y ciudades israelíes, de forma indiscriminada. Pero la mayoría fueron interceptados por la Cúpula de Hierro, el sistema de defensa aérea de Israel, que según los funcionarios israelíes detuvo alrededor del 90% de los cohetes. Y muchos israelíes tienen refugios antiaéreos en sus hogares.
HOGAR. Una familia recorre un terreno destruido por los misiles israelíes, muchas personas ya no tienen donde vivir luego del último ataque sobre Gaza que se centró principalmente en zonas civiles.
Foto: Samar Abu Elouf/The New York Times
En Gaza, la mayoría de la gente no tiene acceso a habitaciones o refugios seguros. Mucha gente busca cobijo en las escuelas de las Naciones Unidas, pero también han sido bombardeadas, lo que refuerza la sensación de que cualquiera puede morir en cualquier parte. Incluso en Israel, no todos los ciudadanos tienen el mismo acceso a los refugios antiaéreos. Awad, quien murió a causa de un cohete procedente de Gaza, vivía en una aldea árabe desprovista de refugio antiaéreo.
Fawziya Abu Faris, de 17 años, se levantaba temprano todas las mañanas en Umm al-Nasser, una comunidad beduina en el norte de Gaza, para ordeñar las ovejas de su familia y hacer queso fresco y yogur, dijo su padre, Nasser Abu Faris. Era poco después de la medianoche en Beit Lahia, Gaza, y los tres niños aterrorizados estaban acurrucados en los brazos de su madre. Muhammad-Zain al-Attar, de 9 meses, se sentó en el medio, su hermano, Islam al-Attar, de 8 años, y su hermana, Amira al-Attar, de 6, a cada lado.
El primer ataque golpeó la entrada de su apartamento en la planta baja, atrapando a la familia e imposibilitando la huida, dijo el padre, Muhammad al-Attar. El segundo, momentos después, derribó el edificio de tres pisos. Al-Attar logró salir de los escombros y sobrevivió. Su esposa e hijos fueron aplastados bajo un pilar de hormigón, y sus cuerpos fueron encontrados juntos.
Los expertos en salud mental y las organizaciones independientes que trabajan con niños en Gaza dicen que es común que sufran de trastorno de estrés postraumático, miedo crónico y ansiedad. Esos sentimientos pueden producir pesadillas debilitantes y comportamiento autodestructivo o agresivo.
“Gaza ya es una experiencia muy violenta y aterradora para los niños porque están bajo un régimen militar constante”, dijo Karl Schembri, portavoz del Consejo Noruego para los Refugiados, que dirige un programa de psicoterapia y educación para niños en Gaza. Once de los niños con los que trabaja murieron este mes, todos ellos en sus hogares.
DOLOR. Una joven madre llora desconsoladamente mientras abraza el cuerpo de su hijo, una víctima más de los ataques del ejército de Israel contra zonas urbanas en Gaza.
Foto: Samar Abu Elouf/The New York Times
“Estaban recibiendo asistencia y cuidados para tratar de dejar de tener pesadillas y superar sus traumas”, dijo Schembri. “Ahora están enterrados con sus sueños y sus pesadillas”. El 19 de mayo, el día antes de que Israel y Hamás acordaran un alto el fuego, Dima Asaliya, de 10 años, volvía desde la casa de su hermana mayor cargando un horno de pizza eléctrico. Era uno pequeño, dijo su padre, Saad Asaliyah, del tamaño de una pelota de fútbol, que la familia utilizaba para hornear pan.
Un avión no tripulado de vigilancia israelí había estado sobrevolando la zona, y Asaliyah se pregunta si los soldados israelíes lo habían confundido con un arma. “Tal vez sus alarmas se activaron debido a la hornilla”, dijo. “¿Pero no vieron lo pequeña que era?”. Hubo una explosión y su hija menor desapareció. “¿Ves su foto?”, preguntó. “Es digna de nuestra pena”.
@2021 The New York Times Company