Crean comunidades fantasma en la Amazonía con aval de autoridades regionales

En Ucayali, frontera con Brasil donde operan taladores ilegales y narcotraficantes, se encuentra Alto Esperanza, la primera comunidad indígena de contacto inicial que aspira a titular su territorio. Sin embargo, el proceso se ha entrampado debido a la presencia de grupos de personas que están creando y registrando comunidades con el aval del gobierno regional a pesar de que no habitan estos espacios y no pertenecen a pueblos indígenas. Esta situación se repite en otras zonas de la Amazonía.

EN PELIGRO. Alto Esperanza del río Inuya, comunidad indígena en contacto inicial, busca titular su territorio ancestral, pero enfrenta a invasores y actividades ilícitas.

EN PELIGRO. Alto Esperanza del río Inuya, comunidad indígena en contacto inicial, busca titular su territorio ancestral, pero enfrenta a invasores y actividades ilícitas.

Foto: OjoPúblico

En la región Ucayali, entre las reservas para pueblos indígenas en aislamiento Murunahua y Mashco Piro, muy cerca a la frontera con Brasil, se encuentra la comunidad Alto Esperanza del río Inuya, integrada por alrededor de cincuenta personas del pueblo amahuaca que iniciaron su vínculo con la sociedad mayoritaria a mediados del siglo pasado.

Alto Esperanza es la primera comunidad en contacto inicial que aspira a obtener la titulación de 65.463 hectáreas del territorio que ocupa, en el distrito de Raimondi, provincia de Atalaya. Sin embargo, su pedido presenta un obstáculo: la zona que demandan está ocupada por otro asentamiento, que según la Organización Regional Aidesep Ucayali (ORAU), no es indígena pero ha logrado ser reconocida por el gobierno regional. Ellos los llaman comunidades fantasma.

Son asentamientos que buscan ser reconocidos como comunidades indígenas, pero que en realidad se trata de colonos que han migrado de áreas andinas, explica ORAU. Dicen también que sus habitantes aparecen solo cuando las autoridades a cargo de los procesos de titulación planifican sus visitas de campo. 

Alto Esperanza

SUPERPOSICIÓN. En amarillo, el área que Manitzi reclama como propia y que se superpone al territorio de la comunidad Alto Esperanza, delineado en rojo.
Mapa: Fiarim

 

La localidad se denomina Manitzi, y ellos reclaman como suya un área que se superpone al territorio que Alto Esperanza también solicita. Los dirigentes de la Federación Indígena del Alto Río Inuya y Mapuya (Fiarim) dijeron a OjoPúblico que Manitzi está integrada por agricultores que llegaron del Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem).

Los representantes de la Fiarim solicitaron no ser identificados por seguridad.

Según el fiscal Raúl Huaroc Pocomucha, de la Fiscalía Provincial Especializada en Materia Ambiental (FEMA) de Atalaya, las “falsas comunidades”, como las llaman, “se posicionan con el fin de hacer desbosque y promover el cambio de uso de suelo. Pero lo más triste es que realizan sembríos de hoja de coca”, alertó.

 

Una localidad fantasma

Alto Esperanza del río Inuya fue reconocida por la Dirección Regional Agraria de Ucayali (DRAU) en agosto de 2016. Esta misma dirección reconoció luego a Manitzi, en setiembre de 2020.

Dos meses después, Alto Esperanza apeló la resolución de reconocimiento de la localidad de Manitzi, pero la respuesta oficial llegó recién tres años y medio más tarde. El 8 de mayo pasado, el Gobierno Regional de Ucayali declaró infundado el pedido de apelación, por no presentar documentación que demuestre el agravio ocasionado.

La Dirección Regional Agraria de Ucayali ha reconocido a Manitzi como comunidad indígena, pero esta no figura en la base de datos de pueblos indígenas del Ministerio de Cultura. Según la resolución que reconoce a Manitzi, los integrantes de esta localidad señalaron que ellos pertenecen al pueblo yanesha y que están afiliados a la Unión Regional de Pueblos Indígenas de Atalaya (Urpia). 

Según un informe del año pasado de la organización Conservación Alto Amazonas (UAC, por sus siglas en inglés), que brinda asesoría técnica a Alto Esperanza, el proceso de titulación de Manitzi está paralizado. 

Niños

NECESIDADES. La carencia de servicios públicos es evidente en la zona. En la comunidad Alto Esperanza la mayoría de sus miembros no sabe leer ni escribir. 
Foto: OjoPúblico

 

El mismo documento advierte que, en octubre de 2022, en una visita conjunta realizada con el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp), el Ministerio de Cultura y un comité de vigilancia de Alto Esperanza, se verificó que la comunidad se encuentra deshabitada.

En marzo de este año, en otra visita con el Sernanp y miembros de Alto Esperanza del río Inuya, tampoco hallaron a sus habitantes. Solo habían cabañas abandonadas.

A pesar de que esta situación fue comunicada a las autoridades, el jefe de la Dirección Regional Agraria de Ucayali, Walter Panduro Teixeira, informó que no tienen previsto ingresar a la zona hasta que se cuente con una orden superior.

En la localidad de Manitzi solo se ven cabañas y chacras abandonadas".

El proceso de titulación de Alto Esperanza lleva un año paralizado. Entre el 8 y 23 de abril de 2023 se realizó la demarcación y georreferenciación del territorio comunal. Sin embargo, la dirección regional no ha emitido aún la resolución que aprueba los planos. 

Al respecto, Walter Panduro Teixeira dijo a OjoPúblico que todavía no hay fecha y que esto se debe justamente al entrampamiento que se ha generado con Manitzi, que no reconoce los límites de la comunidad en contacto inicial.

“La DRAU puede aprobar la resolución, incluso hasta el título administrativo de la comunidad. Pero va a quedar ahí porque, al remitir los documentos a Registros Públicos, estos van a ser observados porque en el expediente no va aparecer el acta de colindancia firmada por el colindante [que es Manitzi] como indica la norma”, precisó.

Invasoras

INVASIONES. En rojo, las comunidades señaladas como invasoras por la federación indígena Fiarim. En algunas se realizan actividades ilegales, según autoridades. 
Mapa: Fiarim

 

La demora en la aprobación de los planos, señalan las organizaciones indígenas, favorece a Manitzi y a otras comunidades que cuentan con el mismo reconocimiento, como Nuevo Renaco, Openpemashi, Nueva Alegría, Paucarmayo, Inkatoshi y Flor de Contayo, cuya presencia se hizo notoria en la zona desde mediados del año 2018, según el informe de la organización Conservación Alto Amazonas. 

 

Invasiones y reconocimientos 

La Federación Indígena del Alto Río Inuya y Mapuya (Fiarim) agrupa a las comunidades Nuevo San Martín, Raya, San Juan de Inuya y Alto Esperanza del río Inuya, que es la única que no está titulada.

Según información del Sernanp, que acompaña el proceso de titulación de Alto Esperanza, Manitzi “está compuesta por población mestiza con intereses en espacios para el desarrollo de agricultura, (...) lo que ha generado conflictos entre ambas poblaciones”.

Pese a ello, el 10 de agosto de 2023 un representante de Manitzi se comprometió a dejar el sector que ocupan en Alto Esperanza. El compromiso quedó plasmado en una acta firmada con la Dirección Regional Agraria de Ucayali. 

Sin embargo, dicho compromiso no duró ni un día, el 11 de agosto Manitzi pidió que se anulara su firma. OjoPúblico se intentó comunicar con un representante de este grupo, pero no obtuvo respuesta.   

Sin gente

FANTASMA. Las contadas cabañas que están en pie en Manitzi están abandonadas, tal como se ha constatado en inspecciones realizadas en los últimos años. 
Foto: UAC

 

El caso del reconocimiento de Manitzi llegó este mes a la oficina de la Contraloría en Pucallpa. La organización Conservación Alto Amazonas y la ORAU ingresaron un pedido para que se inicie un proceso de control a fin de hallar responsabilidad en los funcionarios que avalaron dicho reconocimiento. El pedido se encuentra en fase de evaluación. 

Según Carla Pizarro Murga, abogada de la ORAU, en la provincia de Atalaya se han contabilizado 15 casos de comunidades fantasmas. En uno de estos se puede ver cómo una misma persona aparece en el padrón de tres comunidades.

 

Crecimiento de la criminalidad

Mientras las comunidades fantasmas avanzan, la criminalidad en la provincia de Atalaya se incrementa. A la tala ilegal se ha sumado el narcotráfico. Entre los años 2020 y 2022, como OjoPúblico ha detallado en anteriores reportajes, se identificaron 34 narcopistas solo en esta zona. Según la Fiarim, una de estas pistas se ubica en la comunidad San Juan de Inuya, cerca de Alto Esperanza, y más cerca de la reserva Murunahua, para indígenas aislados.

El avance del narcotráfico amenaza también a las reservas Murunahua y Mashco Piro para indígenas en aislamiento, y al Parque Nacional Alto Purús. Una investigación de OjoPúblico identificó que en la Reserva Indígena Murunahua, ubicada en la frontera con Brasil, los sobrevuelos de avionetas ilegales se han hecho cada vez más frecuentes. Asimismo, las amenazas contra los que se oponen o denuncian este tipo de hechos. 

Letrero

BIENVENIDOS. Alto Esperanza fue reconocida por la DRAU el año 2016, y durante la pandemia arribaron invasores que se posicionaron cerca del río Inuya. 
Foto: OjoPúblico

 

Ángel Gonzáles Rodríguez, presidente de la comunidad de Alto Esperanza, tiene garantías personales de la prefectura local desde el 25 de marzo, debido a las amenazas que ha recibido de parte de grupos ilegales. Su caso también es parte del mecanismo de defensores de derechos humanos del Ministerio de Justicia (Minjus). 

Según información de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), entre el año 2021 y 2022, los cultivos de hoja de coca se han incrementado en los distritos de Atalaya. El distrito de Sepahua es el que ha registrado un mayor crecimiento cocalero: de cinco a 68 hectáreas, entre un año y otro. Es decir, se ha multiplicado casi por 14 veces. 

Le sigue el distrito de Raimondi, que registró un incremento de 98 a 426 hectáreas de cultivos de hoja de coca. Es decir, se ha multiplicado por cuatro en un año. Luego, figura el distrito de Tahuania, que pasó de tener 920 a 1.503 hectáreas de coca. 

Hay casos en los que las comunidades llegan a acuerdos con los operadores del narcotráfico, y cobran un alquiler por el uso de un espacio para, por ejemplo, construir pistas de aterrizaje y permitir el despegue de avionetas que transportan droga a destinos como Bolivia o Brasil, según informes de la Policía Nacional.

“Yo los veo trabajar, pero no me meto con ellos y ellos no se meten conmigo”, cuenta a OjoPúblico un exagente de protección de la Reserva Murunahua, que prefiere mantener en reserva su identidad.

Nadie en Atalaya quiere exponer su identidad. Los niveles de inseguridad para los defensores se han incrementado, mientras las comunidades fantasmas continúan apareciendo y registrándose con la complicidad de las autoridades regionales.

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