COMPROMISO. Muñoz Páez integra la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) en España que visibiliza el rol de las mujeres científicas en este país.
Adela Muñoz Páez es una científica española especializada en el campo de la química inorgánica, es catedrática en la Universidad de Sevilla y activista feminista. Parte de su tarea de divulgación se ha enfocado en la revaloración de la carrera de científicas cuyos aportes fueron olvidados o arrebatados. El libro Sabias: La cara oculta de la ciencia (Editorial Debate, 2017), está dedicado a estas mujeres. La especialista integra, además, la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), que busca poner fin a la invisibilización de las mujeres en el mundo de la ciencia, No more Matildas es uno de los proyectos estandarte de este colectivo.
La autora participó de la reciente edición del Hay Festival en Arequipa, donde realizó diversas presentaciones, una de ellas dedicada exclusivamente a su libro Brujas (Debate, 2022), que cuenta cómo esta cacería afectó a mujeres en incapacidad de rebelarse contra el sistema. En este contexto, la divulgadora conversó con OjoPúblico sobre las barreras que enfrentan las mujeres para alcanzar la paridad en el ámbito científico y en la sociedad en general.
Hay dos estudios conocidos por evidenciar las disparidades de género en ámbitos académicos. En 1997, las científicas suecas Christine Wennerås y Agnes Wold publicaron Nepotismo y sexismo en la revisión por pares, el cual demostró que, sistémicamente, las mujeres con iguales méritos que los hombres eran peor evaluadas para un puesto. Las científicas llegaron a esta conclusión tras revisar candidaturas a posiciones postdoctorales de 52 mujeres y 62 hombres.
Un estudio de 1997 mostró que las mujeres eran peor evaluadas que los hombres para un puesto"
Luego, en 2012, investigadores de la Universidad de Yale, elaboraron el estudio Los sutiles sesgos de género de la facultad de ciencias favorecen a los estudiantes varones, donde se recrearon dos currículos idénticos, en uno de ellos el nombre del postulante era John y en el otro era Jennifer. Sistemáticamente, tanto científicos hombres como mujeres, evaluaron mejor el currículo de John.
“Hasta ese entonces se pensaba que la ciencia era un mundo muy perfecto y feliz, que en ciencia no había prejuicios y se estudiaba de forma aséptica, entonces no se admitía o se debatía que las mujeres fueran discriminadas”, explica Adela Muñoz Paéz.
¿Qué ha hecho que la participación de las mujeres sea tan restringida en la ciencia, las artes y otros campos donde se generan cambios para la sociedad?
Fundamentalmente las trabas que han puesto los hombres. La ciencia, tal como la conocemos, requiere una formación específica que se adquiere en los centros de educación superior, y las mujeres han tenido el acceso vetado a las universidades desde que se crearon. Las universidades eran herederas de las escuelas catedralicias y estaban regidas por el clero, que prohibió el acceso a las mujeres como una de las primeras medidas.
Si las mujeres han ido ganando acceso en las universidades, ha sido [a través de] una lucha de cada país. La puerta de acceso a la formación superior estuvo cerrada a las mujeres hasta comienzos del siglo XX. Universidades prestigiosas, como la de Cambridge, dejaron que las mujeres accedieran, pero con muchas restricciones, [y recién] las quitaron todas cerca del año 1972.
¿Qué otras puertas hay que abrir?
La segunda puerta es la élite de la ciencia y las academias. En países donde la ciencia ha sido muy respetada, relevante y ha tenido financiamiento —como Gran Bretaña, que tuvo una academia de ciencia auspiciada por el rey desde finales del siglo XVI, o Francia, con Colbert— vetaron el acceso de las mujeres a las academias científicas. Incluso hoy en día, tanto en Gran Bretaña como en Alemania, el porcentaje de mujeres en los escalones más altos sigue siendo relativamente escaso.
En países como España, donde la ciencia tuvo mucho menos cuidado, la presencia de mujeres es mayor, porque tras la muerte de [Francisco] Franco recién la ciencia se dotó de financiación pública, pero las mujeres ya estábamos antes de eso. Entonces, el porcentaje de mujeres en ciencia en España está por encima de la media europea. Pero eso es consecuencia de algo malo, que era que la ciencia no se cuidó, no fue una actividad prestigiosa y bien financiada.
En España, tras la muerte de Franco, la ciencia se dotó de financiación pública, pero las mujeres ya estábamos antes en eso.
En el libro Sabias, hablo de varias científicas que fueron negadas por la academia. Maria Winkelmann era una astrónoma que se casó con un astrónomo mucho mayor que ella y, en los últimos años de él, ella realizó todo el trabajo [como astrónomo oficial en Berlín]. Pero, cuando su marido murió y ella pidió seguir en el cargo, no la dejaron. El común de las personas decía que las instituciones científicas se desprestigiaban si había una mujer, aunque estuviera contratada en un escalón con un nivel más bajo o menor sueldo que su difunto marido.
El hecho de que hubiera una mujer, aun cuando fuera brillante, era visto como un desprestigio para las instituciones. El estamento oficial de la élite e instituciones ha sido como un búnker y, en parte, todavía lo siguen siendo. Hay que tomar acciones porque este tema no se soluciona por sí solo, hay un grupo de personas —los hombres— que tienen un acceso preferente y de motu proprio no van a perder esos privilegios.
INSPIRACIÓN.Adela Muñoz Páez es parte del elenco de Científicas: pasado, presente y futuro, una obra de teatro para incentivar vocaciones científicas.
Foto: Hay Festival
Parte de su trabajo es la divulgación de la obra de mujeres científicas que, en su momento, tuvieron que luchar contra distintas adversidades en el campo. ¿Qué barreras aún no se superan?
La ciencia es una carrera muy absorbente, que está asociada a la docencia, la investigación, ir a congresos en el extranjero, formarse en varios laboratorios. Entonces, requiere que la persona se movilice, particularmente cuando termina su tesis doctoral, [que coincide con] la edad para formar una familia y tener hijos. Entonces, ahí las mujeres, por lo general, tienen más problemas que los hombres. Eso es un nudo gordiano, el de la maternidad.
Hay países, como Gran Bretaña, que para supuestamente facilitar la presencia de las mujeres en la ciencia, dan bajas [licencias] extendidas, pero yo creo que es una trampa. Si tú te vas un año para cuidar de tu hijo o hija, luego no podrás volver con las mismas condiciones. La ciencia es un campo cambiante y donde se están produciendo descubrimientos constantemente. Entonces, si estás un año fuera, es muy difícil que regreses en el grupo de cabeza. Ese es uno de los problemas ahora, no el único, pero yo diría que es el principal.
En el libro Brujas habla de la caza a la que sometió a diversas mujeres. ¿Cuándo se habla de este asesinato masivo por qué se debería usar la perspectiva de género?
Hay un efecto un poco perverso porque este tema se ha estudiado desde finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX sin perspectiva de género, cuando es evidente que, aunque en la caza morían tanto hombres como mujeres, el perfil promedio de las víctimas era el de una mujer sin la protección de un hombre, soltera, viuda o de una edad avanzada, y pobre. Esto se ha olvidado en muchos estudios sobre la caza de brujas, y otros han justificado todo sobre la base de una sociedad machista, cuando el fenómeno es mucho más complejo.
Las víctimas mayoritarias de la caza eran mujeres, entonces hay que mirar con una perspectiva de género el por qué fueron ellas los chivos expiatorios mayoritarios, [tampoco hay que dejar de lado que] en aquella época, además, hubo cambios climáticos, guerras de religión, el tránsito de la edad media a la edad moderna, donde la mujer pasó de tener un papel relativamente reconocido trabajando en los campos a una fase precapitalista, donde las propiedades comunales desaparecieron.
Hay estudios que han obviado que el fenómeno es mucho más complejo, entonces no hay un único motivo, hay muchos. Estos estudios con un sesgo de género, yo creo que no eran completamente acertados y han desacreditado la perspectiva de género. Está el concepto de la rebeldía, de que eran mujeres rebeldes que eran castigadas, cuando la rebeldía es un lujo que no ha existido hasta hace muy poco y que, en la edad moderna, no existía.
Las víctimas de la caza de brujas eran mujeres, hay que mirar con perspectiva de género el por qué fueron los chivos expiatorios"
Lo de rebelarse contra el sistema es un lujo que las mujeres no se han podido permitir hasta hace muy poco. Por ejemplo, las científicas de las que hablo en el libro Sabias buscaron la forma de no enfrentarse frontalmente al sistema. Una rebelión, como las que hacen las mujeres en Irán, no era posible en la edad moderna, en los siglos XVI y XVII.
¿Con el inicio de la privatización de los recursos y del capitalismo, las mujeres pierden libertades?
Sí, puede parecer que la edad media era una etapa muy oscura, pero para las mujeres fue mucho más oscura la edad moderna, como consecuencia de esa etapa precapitalista, donde los titulares de la mayoría de las propiedades fueron los hombres. Silvia Federici, la autora del libro Calibán y la bruja, ha estudiado todos esos fenómenos sociales del precapitalismo, donde los beneficiarios fueron hombres en su inmensa mayoría, y la mujer era valiosa en cuanto procreaba hijos o satisfacía necesidades sexuales.
Entonces, pasó de tener un rol familiar y social, con más o menos relevancia pero de cierto estatus, a ser devaluada y limitada a las labores reproductivas, perdiendo así mucha capacidad de autonomía y decisión. Cada país o región tiene situaciones particulares. Pero, en general, a las mujeres en la edad moderna les fue peor que en la edad media.
Irán es un país donde se ha institucionalizado la desigualdad y se están registrando masivas protestas de mujeres. ¿Hay similitudes entre la “policía de la moral” y los tribunales de brujas?
Lo que la “policía de la moral” hace en Irán yo recuerdo que era ejercido por la sociedad entera cuando era pequeña, en España. Tú no podías salir a la calle con un traje ceñido o maquillada de una forma llamativa. Esa fiscalización de cómo estabas vestida ha existido en la España de pueblos pequeños, en la época franquista. No hacía falta tribunales, era la sociedad en su conjunto, empezando por las mujeres, las que hacían esa fiscalización, no hace tanto.
El cuerpo de las mujeres ha sido siempre objeto de obsesión. Ahora, eso ha cambiado muchísimo, aunque yo creo que se está yendo al extremo de la sexualización desde muy pequeñas, y eso también tiene efectos perversos.
¿Puede haber una conciliación entre religión y feminismo?
En Sevilla hay un grupo de teólogas feministas que pelean porque se reconozcan los derechos de las mujeres en la iglesia y creen que esa conciliación es realizable. Yo particularmente no lo veo posible. Sé que hay muchísimas mujeres que están luchando desde dentro, que son conocedoras de los dogmas de la Iglesia, que son creyentes y que, desde adentro, quieren mejorar. Pero creo que muchos estamentos de la religión han subyugado a la mujer, entonces no lo veo viable.
Lo que la policía de la moral hace en Irán yo recuerdo que era ejercido por la sociedad entera cuando era pequeña, en España.
La religión cristiana, particularmente la católica, durante dos mil años ha mantenido a las mujeres fuera de la cúpula, fuera del sacerdocio, y las ha relegado siempre a papeles subalternos. Si nos vamos al islam, no hay mujeres en la cúpula, ni predicadoras. En el judaísmo tampoco tienen un papel de protagonismo. La primera obsesión de las religiones es la mujer y sus cuerpos, por lo cual yo lo veo difícil.
Hay países donde las mujeres tienen menos derechos que otras, pero eso no significa que no haya brechas a nivel global. ¿Cómo se puede pedir mayor participación de las mujeres en puestos de poder si muchas niñas tienen menos probabilidades de acceder a la educación?
Hay tantas discriminaciones. En países como Afganistán la situación es terrible, les están negando la posibilidad de ir a la escuela a niñas. También se olvida que se negó el derecho a nacer a niñas con abortos selectivos en China, cuando había la política del único hijo y se prefería tener un hijo varón. En India igual.
Hay tantísimas discriminaciones, estamos luchando por una mayor presencia en Europa, pero no hay discriminación de niñas en la escuela, no hay una discriminación por normas de vestir, como Irán o países del Golfo Pérsico, donde las mujeres pueden tener dinero, pero no pueden conducir, no pueden salir a la calle sin un hombre.
ENSAYO. En Brujas (Debate 2022), su último libro, la autora cuenta cómo esta cacería afectó a las mujeres y las hizo incapaces de rebelarse contra el sistema.
Foto: Hay Festival
¿Ha sentido presión para demostrar su capacidad por el hecho de ser una mujer que hace ciencia?
Sí, porque yo fui educada en el concepto de no destacar y de no tener mucha iniciativa y de no alardear o reivindicarme mucho, y en la ciencia hay que tener instinto asesino. Es un mundo muy fascinante, pero muy competitivo.
En general, los estereotipos hacen que esas cualidades se asocien más a los hombres…
Claro, pero son cualidades aprendidas. En una ponencia [del Hay Festival] hablaban de un famoso sexólogo peruano que decía cosas como que las mujeres no estaban hechas para la poesía, bueno, eso es lo que decía Aristóteles, el pensador que más influencia ha tenido en el mundo occidental. Él decía que las mujeres no tenían capacidad para crear obras artísticas o tener un pensamiento racional científico, que estaban más dadas a las emociones, que eran histéricas. Esa idea ha prevalecido hasta el siglo XX.
En el franquismo esa idea calzaba muy bien con la imagen de la mujer en la casa. Gregorio Marañón, un médico y pensador español muy famoso, decía que las mujeres con sentido de la creatividad artística o científica, tienen mal desarrollada su parte femenina, algo así como que son marimachos. Eso lo ha publicado uno de los filósofos españoles más famosos del siglo XX.
Esos dichos son interiorizados no solamente por los hombres, sino por las mujeres, lo que ha frustrado que desarrollen sus talentos. Tienes que borrar y desaprender lo que te han dicho durante mucho tiempo, de que las niñas no hacen tal o cual cosa, entonces debes contradecir o desobedecer todas esas órdenes que te han estado diciendo desde que naces. Esa es la otra puerta, la puerta mental.
¿Qué mujeres científicas están sobresaliendo con su trabajo y cambiando paradigmas?
En cada país hay muchos ejemplos que se pueden seguir, lo que pasa es que no se ven. Una de las luchas que tenemos en la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) en España es recordarle a los medios de comunicación que las mujeres tienen puestos de responsabilidad, pero falta que las visibilicen. Yo creo que cada país y cada sociedad tiene científicas y hay que buscar referentes para que las niñas y los niños sepan que la ciencia también es cosa de mujeres.