Peor caída de la producción agropecuaria en 30 años agudiza la inseguridad alimentaria

El sector agropecuario cerró en rojo en 2023: con -2,91%, registró su peor resultado en tres décadas. Tras un año marcado por la recesión económica y el aumento de la pobreza, los impactos de esta caída en la inseguridad alimentaria persisten. Especialistas y productores agropecuarios resaltan que la crisis del agro se arrastra desde hace, por lo menos, tres años. En este contexto, solicitan una respuesta concreta del Gobierno para evitar mayores perjuicios en la agricultura familiar y en otras poblaciones vulnerables.

AÑO DE CRISIS. Los agricultores de papa quedaron endeudados ante la pérdida de producción en 2023.

AÑO DE CRISIS. Los agricultores de papa quedaron endeudados ante la pérdida de producción en 2023.

Foto: OjoPúblico / Zintia Fernández 

La recesión del 2023 vino acompañada de la caída de algunos sectores productivos de la economía peruana. Uno de los más golpeados fue el agropecuario, que —con -2,91%— cerró en rojo después de 19 años. Al revisar la data histórica, incluso se observa que las cifras son las peores registradas en las últimas tres décadas. 

El sector agropecuario es el principal proveedor de alimentos para la población en el ámbito nacional y, además, aporta empleo para las familias rurales. Es por ello que su descenso, en 2023, impacta en la inseguridad alimentaria de las poblaciones más vulnerables. 

Como ocurrió en 1992, cuando se registró un fenómeno El Niño con sequías intensas en la región andina de Perú, el 2023 también estuvo marcado por factores climáticos negativos. Entre ellos, el ciclón Yaku, El Niño costero y El Niño global, que causaron lluvias y sequías, que perjudicaron el rendimiento de los cultivos agrícolas. 

 

A estos problemas se añaden factores previos, como la crisis de fertilizantes del 2022 y la falta de medidas gubernamentales eficientes, que prevean o ayuden a paliar sus duros efectos. Los productores agropecuarios y especialistas consultados por OjoPúblico coinciden en que esta crisis del agro se arrastra, por lo menos, desde hace tres o cuatro años. 

Para este 2024, el panorama sigue siendo incierto para los productores agropecuarios: hay optimismo de mejora en algunos productos como los lácteos, pero hay riesgos latentes en cultivos, como la papa, el arroz y las hortalizas. En las últimas semanas, en tanto, se registró un aumento de precios en los huevos y el pollo, debido a una baja producción por las altas temperaturas.

Carolina Trivelli Ávila, investigadora principal del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), explica que el impacto de la caída del sector agropecuario es más fuerte en los peruanos de menores recursos, ya que más de la mitad de su gasto se destina a alimentos. Entonces, si sube el precio de estos —así sea una variación mínima— se golpea a la mitad de su canasta de consumo. 

 

Sector esencial para la seguridad alimentaria

Especialistas consultados por OjoPúblico explican que, cuando cae la producción agrícola, hay dos grupos que se ven fuertemente afectados: los consumidores, por el encarecimiento de los alimentos de la canasta básica; y los mismos agricultores, que ven reducidos sus ingresos y pueden caer en la pobreza rápidamente. 

Eduardo Zegarra Méndez, investigador del Grupo de Análisis para el Desarrollo (Grade) recuerda que los precios de los alimentos se incrementaron entre 20% y 25% en los últimos tres años debido a factores inflacionarios. Los ingresos monetarios, en cambio, no han seguido esa tendencia. 

“En términos concretos, una buena parte de la población ha sentido que tiene menos acceso a alimentos. Por eso, se ha agudizado la crisis de alimentos. Ese ha sido el efecto más duro sobre la gente”, enfatizó Zegarra Méndez. 

La economista Trivelli Ávila detalla que, en el 2023, las personas tuvieron que ajustar su consumo debido a que la subida de precios no estuvo acompañada de un incremento de ingresos monetarios. “Entonces, o come menos o elige productos de menor costo, sacrificando algunos productos más nutritivos”, añade la exministra de Desarrollo e Inclusión Social. 

Inflación. Foto: Andina
INFLACIÓN.  La producción agrícola cayó en 2023 y eso se reflejó en el alza de precios de algunos productos de la canasta básica. 
Foto: Andina 

 

En opinión de Trivelli Ávila, el efecto más preocupante de la caída del sector es el empobrecimiento de los pequeños agricultores. En los últimos años, estos han tenido que reducir sus siembras o rematar sus ganados. Eso ha generado que caiga su producción, y ha reducido su capacidad de compra de alimentos para autoconsumo. 

En ello coincide Eduardo Zegarra Méndez, quien resalta que la agricultura familiar está golpeada incluso con pobreza extrema, que ha subido de 8% a 13%. “Son las consecuencias más importantes”, advierte el especialista. 

En 2022, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ya advertía que Perú era el país con mayor inseguridad alimentaria en Sudamérica. Para entonces, 16,6 millones de personas se encontraban en esa situación. Es decir, cerca de la mitad de la población. 

En setiembre del año pasado, una encuesta del IEP reportó, además, que el 57% de las personas consultadas se había quedado, al menos, una vez sin alimentos por falta de dinero en los tres meses previos. En las áreas rurales el impacto fue mayor: 75%. En paralelo, el 70% señaló que había reducido su consumo de alimentos porque no le alcanzaba el presupuesto. 

“La situación ya es crítica. Que empeore, sería llover sobre mojado. Sinceramente, el gobierno no está haciendo nada en el tema alimentario”, se lamenta Eduardo Zegarra Méndez. 

Imagen: OjoPúblico / Zintia Fernández
MÁS VULNERABLES. Las familias agricultoras son las más afectadas por la caída de la producción agropecuaria. 
Foto: OjoPúblico / Zintia Fernández 

 

Los productos más afectados

El sector agropecuario se divide en dos subsectores: el agrícola, que cayó 4,1% en 2023, y el pecuario, que disminuyó su producción 0,85%, según información del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). 

Las afectaciones a los productos agrícolas fueron distintas, según la zona y el tipo de cosecha, explica Beatriz Salazar Vera, investigadora del Centro Peruano de Estudios Sociales (Cepes). 

Por área geográfica, el INEI reportó que la producción en el sector agropecuario disminuyó en la zona centro en 10,25%. En el caso del sur, la caída fue de 9,86% y, en el norte, de 4,46%. El oriente, en cambio, creció 5,03%.

La performance de la zona sur del país estuvo estrechamente ligada con un fenómeno climático: el año pasado se experimentó la peor sequía de las últimas cuatro décadas, un factor que generó diversas afectaciones en los cultivos. 

El ajo, por ejemplo, tuvo una producción 14,94% más baja que la campaña anterior. Esto, explica Salazar Vera, se debió a una reducción del 40% en la disponibilidad de agua por falta de lluvias. A esto se añaden las altas temperaturas, que propiciaron la proliferación de hongos, que atacan sus raíces. 

El año pasado, el sur del país experimentó la peor sequía en 40 años".

Otro producto esencial que también ha reducido su producción es la papa. Según las cifras del INEI la caída fue del 10%. No obstante, en opinión de los productores, la afectación fue mayor. 

“El 2023 no creo que la caída haya sido del -10%, ha sido más. Por lo menos, el -20%. Yo, en la costa, he cosechado siempre por encima de 40 toneladas por hectárea y, el año pasado, he llegado a 30 toneladas. Otros, incluso, han cosechado menos: 15 o 20 toneladas por hectárea”, detalla Fidencio Oscanoa Galarza.

El productor de papa de Nazca cuenta que, el año pasado, enfrentaron una enfermedad muy agresiva en los cultivos de este tubérculo, que los obligó a reducir sus siembras. Pese a los mayores costos de producción debido a la plaga, agrega, los agricultores de la zona no incrementaron el precio de venta, pues la demanda ya había disminuido a causa de la recesión económica.

En otras palabras, el margen de ganancia de los productores se vio reducido y, en muchos casos, quedaron endeudados. 

El rango promedio del precio de la papa al consumidor final fue de S/0,90 a S/1,10 el kilo. En 2021, cuando también subieron los costos de producción por la crisis del fertilizante, en cambio, el precio de venta subió hasta S/1,50 el kilo, recuerda el productor. 

El INEI reportó que los alimentos más afectados en su producción, durante 2023, fueron los destinados al mercado local. Entre ellos destacan, además del ajo y la papa, la oca (-11,85%), el olluco (-9,64%), el maíz choclo (-8,62%), la zanahoria (-8,07%), el haba grano seco (-7,09%), la cebada en grano (-4,81%) y la alfalfa (-4,72%). 

En lo referido a alimentos de exportación, los que más redujeron su producción fueron la quinua (-38,42%), el mango (-23,07%), el arándano (-22,47%), el maíz amiláceo (-10,32%), la aceituna (-8,83%), el pimiento morrón (-6,74%) y el espárrago (-5,76%). 

Parte de estos alimentos, justamente, lideran el ranking de productos que más subieron de precio durante el año pasado, según el INEI. Entre ellos sobresalen el choclo, con un alza de precio del 83,33%; el mango, con 50,10%; el maíz seco cancha, con 47,08%; el olluco, con 45,44%; y la zanahoria con 24,36%. 

 

El presidente de la Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú (AGAP), que agrupa principalmente a las empresas agroexportadoras, Gabriel Amaro Alzamora, detalla que, en el 2023, el volumen de toneladas de alimentos exportados cayó 5%. 

Además, informó que, según data recogida por el gremio, en las regiones más afectadas por los fenómenos climáticos, registraron caídas en la facturación de frutas y hortalizas. En Piura, el valor de venta en dólares al exterior cayó 16%; en La Libertad, 12%; en Lambayeque, 18%; en Tumbes lo hizo en 60%; Moquegua, 24%, y en Junín bajó 6%. 

Finalmente, el subsector pecuario se vio afectado, principalmente, por la menor producción de aves (-1,44%), leche fresca (-2,44%), huevos (-1,54%) y fibra llama (-0,13%), según cifras del INEI. 

Entre el primer y el segundo trimestre del 2023, este subsector fue afectado por la gripe aviar. Un problema que generó el alza del precio del pollo y los huevos, explicó Julio Velarde, presidente del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), durante la presentación del reporte de inflación de diciembre de 2023

Los precios de estos productos se estabilizaron hacia finales del año pasado. Pero, entre enero y febrero, el kilo de huevos subió en S/1,20, de acuerdo al Sistema de Abastecimiento y Precios (Sisap) del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri). En este caso, el alza está vinculada a las altas temperaturas. 

Sobre el sector lácteo, el presidente de la Asociación de Ganaderos Lecheros del Perú (Agalep), Carlos Lozada García, resalta que la crisis viene desde la pandemia. Entre 2020 y 2023, explica, más de la mitad de los productores abandonaron la actividad. 

Lozada García cuenta que la baja en la producción, durante el año pasado, se debió a los bloqueos de carreteras por los conflictos sociales y por la sequía en las regiones del sur del país. 

“Hubo una sequía muy fuerte en Puno, de enero a marzo, y los animales se quedaron sin alimento a partir de junio hasta fin de año. Eso hizo que, en el caso de Puno, haya mucha mella en la producción ganadera, han tenido que vender animales, estaban mal alimentados, la producción cayó enormemente. Además, el precio de los forrajes se disparó abusivamente”, apuntó. 

Composición OjoPúblico
IMPACTO AL BOLSILLO.Algunos alimentos básicos como pollo, huevo, choclo, olluco, zanahoria y mango subieron sus precios ante la menor producción. 
Composición: OjoPúblico

 

Un 2024 en incertidumbre 

Para este año, el panorama todavía resulta incierto para los productores agropecuarios debido a la inestabilidad de las condiciones climáticas. Este verano, por ejemplo, se han registrado olas de calor inusuales en la costa peruana, como Piura y Tumbes, y se reportaron intensas precipitaciones.

Gabriel Amaro Alzamora, representante de AGAP, señala que aunque, por ahora, los pronósticos son inciertos, las empresas del gremio se anticipan a una eventual continuidad de las altas temperaturas y la escasez de lluvias durante este y el próximo año. 

Además, resalta que los cultivos han sufrido en 2023, y eso marcará la producción de este año. Esto debido a que hay productos que inician su campaña de siembra a mediados de año y se cosechan recién el siguiente. 

El Gobierno debe implementar un plan de reactivación del sector porque todavía se presentarán dificultades".

Beatriz Salazar Vera, también directora de la Convención Nacional del Agro Peruano (Conveagro), explica que los productos más vulnerables a estos efectos climatológicos serán los del sur, como la papa, la quinua y el olluco, entre otros. Esta situación, remarcó, aumenta la necesidad de capacitaciones para enfrentar las plagas, que se intensifican con las altas temperaturas. 

“Los pequeños agricultores no saben cómo enfrentar esas plagas, tampoco el Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa). [Ninguna] entidad los apoya lo suficiente para que puedan disminuir los daños”, apuntó Salazar Vera. 

En el sector lácteo, según Carlos Lozada García, representante de Agalep, las expectativas varían según la zona geográfica. En Puno, por ejemplo, hay optimismo con las primeras lluvias del año, mientras que, en Arequipa, estas aún son insuficientes. 

“Afortunadamente, las lluvias en Puno son aceptables contra todo pronóstico, que eran muy sombríos. Están, aún, por debajo de su nivel normal. Pero, aunque sea de a pocos, eso mantiene la vegetación en buen estado. Pero, en Arequipa, necesitamos más lluvias para llenar las represas que abastecerán de agua todo el año. Tenemos que esperar hasta abril para ver en qué terminamos”, detalló. 

El investigador de Grade Eduardo Zegarra Méndez señala que el alza de precios podría continuar, si surgen o se exacerban fenómenos climatológicos, así sean focalizados, como ocurrió con el limón en agosto del 2023, cuyo valor se incrementó en 200%.

Según el especialista, este año podrían estar expuestos la papa, el arroz y algunas frutas u hortalizas porque sus zonas de cultivo (sur y costa norte) son las más vulnerables al factor climático. 

 

La ausencia del Estado 

En este contexto de crisis, tanto los productores agropecuarios y los especialistas consultados por OjoPúblico consideran que el Gobierno está desconectado del agro y que se tiene que implementar un plan de reactivación del sector, pues todavía se presentarán dificultades. 

Los productores aseguran que hay ineficiencia en el monitoreo del Gobierno, que los padrones para la entrega de bonos no están cumpliendo su fin, y que las cifras oficiales del sector, publicadas por el Midagri, no reflejan la realidad del campo. 

“Solo llegan a las zonas cercanas, y no a las más alejadas, que es donde están los agricultores trabajando”, dice Freddy García Medina, presidente de la Corporación Rural de la Papa Macrorregión Centro. 

Fidencio Ascanoa Galarza, productor de papa desde hace 40 años, señala que el trámite para registrarse en el Padrón de Productores Agrarios, con el que el Midagri se guía para entregar los subsidios del Estado, es muy burocrático. 

“Qué bueno sería que, como antes, el Estado [Midagri] vengan al campo y nos encuentren trabajando ahí, que hagan sus informes y todo lo que necesiten para que seamos beneficiados los que verdaderamente trabajamos del agro”, acotó. 

Imagen: Andina
FALTA DE LLUVIAS. El año pasado, las regiones del sur soportaron una de las sequías más fuertes. Esto impactó en la producción agropecuaria.  
Foto: Andina

 

Los programas de financiamiento —como el FAE Agro— es otra de las ayudas implementadas entre 2021 y 2022 por el Ejecutivo, que no ha tenido el impacto esperado en la agricultura familiar debido a sus requisitos. Ahora, tras la descapitalización del 2023, los pequeños agricultores piden un mecanismo más eficiente para la campaña que se avecina. 

Zegarra Méndez recomienda entregar un bono de capitalización agraria generalizado. Este, explica, sería un apoyo directo, en lugar de los programas de financiamiento que se quedan en la burocracia.

El sector agropecuario es clave: abastece el 70% de los alimentos que se consumen en el país. Sin embargo, las políticas públicas no lograron prevenir la caída productiva del 2023 y sus efectos en la inseguridad alimentaria. La ventana de acción, para no repetir este escenario, es escasa, de acuerdo a los especialistas.

“Las campañas agrícolas empiezan en agosto, normalmente, antes de que vengan las lluvias. En estos primeros meses del año, hasta mayo o junio, es una buena oportunidad [para que el Gobierno] lance mecanismos de apoyo para los agricultores”, señala Zegarra Méndez.

 

 

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