VULNERABLES. La desigualdad y el deficiente acceso al agua son algunos de los desafíos para que las grandes ciudades se adapten a los efectos de la crisis climática.
En los dos primeros meses del año, las lluvias dejaron más de 100 muertos en la ciudad brasileña de Petrópolis y una serie de incendios arrasó con más de 900.000 hectáreas en la provincia de Corrientes, en Argentina. Aunque estos eventos se registraron a más de 1.000 kilómetros de distancia, ambos evidencian los impactos de la crisis climática. Hace apenas unos meses el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) advirtió que este tipo de impactos extremos serán más frecuentes y severos si no se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero. Ahora, un nuevo reporte de la organización halló que los altos niveles de desigualdad en las urbes incrementan sus riesgos frente a la crisis climática.
El informe, denominado “Cambio climático 2022: Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad”, describe los impactos y las vulnerabilidades en todos los territorios del mundo y proporciona información sobre cómo la crisis climática afecta a las ciudades. El documento señala que las áreas urbanas son vulnerables debido a las altas tasas de pobreza e informalidad, la infraestructura deficiente y distribuida de manera desigual, el déficit habitacional y la recurrente ocupación de áreas de riesgo. “Los impactos se magnifican en las ciudades donde viven más de la mitad de la población mundial”, dijo Hans-Otto Pörtner, uno de los jefes investigadores del reporte, en una conferencia de prensa.
Estas dificultades se pueden identificar en Lima, donde viven 1 de cada 3 peruanos. El ecólogo Ernesto Ráez destacó que las grandes ciudades se sostienen sobre la base de intercambios comerciales muy desiguales con las zonas rurales, puesto que no producen la comida ni la energía que consumen y, además, generan una enorme cantidad de contaminación. “Las megalópolis como Lima, Buenos Aires y Bogotá son inherentemente insostenibles”, dijo.
Estamos en una situación de extrema urgencia, pero no estamos en una situación donde no podamos actuar”, afirmó Edwin Castellanos.
La vulnerabilidad de las ciudades se incrementa, indicó Ráez, al considerar que las fuentes de agua dulce se reducirán y los fenómenos extremos se harán más frecuentes. Por esa razón, Liliana Miranda, autora del reciente informe e investigadora peruana, afirmó que, aunque las ciudades no sienten una conexión tan directa con el clima, estas “no solo son generadoras del problema, sino también víctimas”.
El nuevo reporte también proporciona hallazgos ligados a la salud y la seguridad alimentaria. El documento concluye que los cambios en el clima aumentarán la frecuencia con la que ocurren enfermedades como zika, chikungunya y dengue. “En las próximas décadas, se prevé que aumenten las enfermedades infecciosas endémicas y emergentes sensibles al clima”, indicaron. Además, halló que el aumento en la frecuencia y la intensidad de eventos climáticos extremos ha reducido la seguridad alimentaria y del agua.
Al respecto, Hans-Otto Pörtner, copresidente del grupo de trabajo II, explicó que, de alcanzar un aumento en la temperatura global de 2°C, las regiones que dependen del derretimiento glaciar, como Perú, experimentarán un descenso del 20% de disponibilidad de agua para la agricultura para el 2050. Este dato respalda el hallazgo del IPCC de que América Central y del Sur se verán afectadas por tragedias alimenticias. “Uno de los desafíos de la región será justamente proveer la cantidad de alimentos necesaria para evitar la inseguridad alimentaria”, afirmó Thelma Krug, vicepresidenta del IPCC.
Por todo ello, los investigadores resaltan la importancia de que los países empiecen a implementar acciones de adaptación, ya que la ocurrencia de múltiples eventos climáticos y las dificultades no asociadas a esta crisis, como la pobreza y la desigualdad, “resultará en un riesgo general compuesto y riesgos en cascada a través de sectores y regiones”. Si bien todavía existe una ventana para asegurar un futuro viable, señalan los especialistas, esta se cierra rápidamente a medida que se incrementa la temperatura global. “La adaptación necesita ser establecida lo más rápido posible”, enfatizó Patricia Pinho, investigadora brasileña y autora principal.
IMPACTOS. La reducción en la disponibilidad de agua dulce afectará a los países que dependen del derretimiento de los glaciares para acceder a este recurso.
Foto: Andina
La adaptación debe empezar ahora
El nuevo reporte del IPCC halló que más de 33.000 millones de personas viven en contextos altamente vulnerables al cambio climático. Centroamérica y América del Sur son dos de las regiones en las que se ubican estos “puntos calientes” o hotspot. De acuerdo al documento, el gran reto para la región será adaptarse mientras afronta otros desafíos como limitado acceso al agua, al saneamiento y los servicios de salud, además de altos niveles de pobreza, falta de financiamiento y escasa confianza en los gobiernos.
“América Central y del Sur son regiones altamente vulnerables por esas variantes. Las acciones de adaptación deben ser específicas por país”, dijo Edwin Castellanos, autor principal y coordinador del capítulo 12 del nuevo informe. En efecto, los hallazgos para esta zona del planeta revelan que cerca del 85% de especies, hábitats y comunidades en Sudamérica tendrán un impacto negativo, como la pérdida de biodiversidad y la falta de agua.
Los altos niveles de desigualdad en las urbes incrementan sus riesgos frente a la crisis climática".
En esa línea, el documento destaca la importancia de tomar acciones que cuenten con la participación de políticos, la sociedad civil y empresas privadas. “Este informe es una advertencia urgente sobre las consecuencias de la inacción”, indicó Hoesung Lee, presidente del IPCC.
El reporte, elaborado por la organización intergubernamental, contó con la participación de 270 autores y consistió en la revisión de más de 34.000 artículos científicos. El mismo complementa a “Las bases físicas del cambio climático”, un informe presentado en agosto pasado que confirmó, a través de evidencia científica, que los efectos de la crisis climática son causados por la actividad humana. Ambos documentos formarán parte del sexto reporte del IPCC, que se presentará en abril.
Un desarrollo resiliente al clima
El nuevo informe del IPCC no solo detalla los impactos de la crisis climática en el planeta, sino que ofrece diversas posibilidades para empezar con la adaptación desde ahora. De acuerdo al mismo, por ejemplo, Centroamérica y América del Sur requerirán un estimado de USD 127.000 millones al 2030 para tomar estas acciones. “A medida que la temperatura aumente pueden ser más caras”, precisó Edwin Castellanos. En otras palabras, esta cifra es solo una orientación para que los países de la región enfoquen sus esfuerzos en alcanzar acuerdos sobre el tema en la próxima COP27, pues actualmente el presupuesto para adaptación y mitigación en estos países es prácticamente inexistente.
Liliana Miranda resalta que “es mucho más económico invertir en la prevención y adaptación que en detener el desastre”. En esa línea, el informe ofrece algunas alternativas sobre las medidas que se pueden ir implementando en los diferentes campos de acción. A nivel de las ciudades, el reporte recomienda establecer espacios verdes, implementar la agricultura urbana e instalar redes de seguridad social para la gestión de desastres. En cuanto a la seguridad alimentaria, los autores sugieren la proliferación de agroecología y la diversificación agrícola y paisajística.
DIFICULTADES. La deficiente infraestructura y la ocupación de áreas de riesgo constituyen factores que aumentan la vulnerabilidad de las ciudades.
Foto: Andina
Sin embargo, el documento también introduce un concepto importante, denominado “maladaptación”, para referirse a algunas soluciones adoptadas por los gobiernos que terminan afectando más de lo que ayudan. Un ejemplo de ello, indicó Castellanos, es la aforestación, que consiste en la plantación de árboles en zonas en las que nunca hubo uno y que no son adecuadas para ese fin. “Mientras que la reforestación ayuda a mitigar la crisis climática, la aforestación tiene el efecto contrario”, dijo.
En esa línea, el reporte destaca la importancia de incluir el conocimiento indígena para construir e implementar las acciones de adaptación y mitigación, ya que las mismas poseen información clave sobre la relación con los ecosistemas. Ernesto Ráez agregó que no solo se trata de utilizar los conocimientos, sino de concebir la naturaleza de la manera en que las comunidades lo hacen.
Por eso, el informe remarca la importancia de una gobernanza inclusiva, en la que todos los actores de la sociedad estén involucrados en la toma de decisiones. “Cualquier atraso en la adaptación, [implicará que] esta ventana que tenemos para actuar ya no nos permita desarrollarnos. Estamos en una situación de extrema urgencia, pero no estamos en una situación donde no podamos actuar”, advirtió Edwin Castellanos.