HALLAZGOS. Un total de 615 embarcaciones grandes, el 95 % de China, fueron detectadas pescando calamar gigante en el Océano Pacífico Sudeste, en el 2020.
El calamar gigante (Dosidicus gigas) es la especie de cefalópodo más abundante en los mares del océano Pacífico, desde Panamá hasta Chile. Se pesca de noche y, para hacerlo, las embarcaciones usan un sistema de luces que los atrae. Una vez cerca, son enganchados con una línea de anzuelos verticales. En aguas internacionales esta actividad la realizan barcos industriales, pero en mar peruano lo hacen embarcaciones artesanales. En Perú, a esta especie —que puede llegar a medir tres metros de longitud y pesar unos 50 kilos— se la conoce como pota y su extracción representa la segunda pesquería más importante, después de la anchoveta.
El año pasado el país exportó un total de USD 618 millones, una cifra inferior a la registrada en 2019, cuando los envíos sumaron USD 881 millones, según el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur). A lo largo del Océano Pacífico Sudeste, durante los últimos 29 años, la flota aumentó de 6 a 528 buques.
Aunque son escasos los estudios sobre la cantidad de calamar gigante existente en el mar, en algunos países sí se establecen cuotas máximas de captura. En Perú, por ejemplo, el límite para este año es de 580 mil toneladas. No obstante, en aguas internacionales no hay un límite máximo para su extracción. En ese contexto, la Global Fishing Watch (GFW), una plataforma en línea que muestra la actividad de la pesca comercial mundial y que es producto de una alianza entre Oceana, Google y SkyTruth, ha analizado el comportamiento de los buques que pescaron calamar gigante durante el 2020 en el Océano Pacífico Sudeste, que va desde Chile hasta Panamá.
En aguas internacionales no hay un límite máximo para la extracción del calamar gigante (pota).
El estudio revela que, entre enero y diciembre del año pasado, un total de 615 buques —el 95 % de estos de bandera China— pescaron calamar gigante en el Océano Pacífico Sudeste. La época más concurrida de la temporada de pesca de este especie fue entre enero y marzo de ese año, cuando se identificaron 467 barcos distribuidos alrededor de las Islas Galápagos occidentales y el sur del Perú. Incluso en pandemia, y con las medidas restrictivas, esta actividad continuó.
Entre los principales hallazgos destaca que un grupo importante de embarcaciones mostró comportamientos poco transparentes que, según los expertos, pudo haber tenido como objetivo ingresar deliberadamente a pescar en zonas prohibidas.
Irregularidades en altamar
El análisis realizado por la GFW es el resultado de la revisión de datos del Sistema de Identificación Automática (AIS) que tienen los barcos que operan en aguas internacionales. Se trata de un dispositivo que transmite la posición, rumbo y velocidad de un barco y que pueden ser detectados por otra embarcación para evitar colisiones en el mar.
El estudio se realizó en aguas internacionales alrededor de la zona económica exclusiva (ZEE) de Perú, alrededor de las mismas zonas de Islas Galápagos y un área en el Ecuador ubicada a unas 1.000 millas náuticas al oeste. Las tres están bajo la jurisdicción de la Organización Regional de Ordenación Pesquera del Pacífico Sur (OROP-PS).
El primer hallazgo muestra que, de los 615 buques que estaban en el Océano Pacífico Sudeste el 2020, 82 no figuraban en las listas que recibió la OROP-PS de los barcos autorizados por los Estados para pescar. Pero lo hicieron y eso se sabe por el uso de su sistema de luces para atraer al calamar gigante. “Este desajuste pone de relieve el riesgo potencial de que los buques estén en funcionamiento, sin que se les exija informar de sus capturas o transbordos al Estado que le otorgó la bandera o a la SPRFMO [OROP-PS, por sus siglas en español]”, advierte la investigación.
OBSERVACIONES. La GFW detectó que barcos de pesca de calamar gigante transmitieron una misma posición, aunque se encontraban en lugares distintos.
Foto: GFW
El estudio también detectó otras anomalías en la transmisión de datos de un grupo de barcos localizados en la zona de pesca de calamar gigante. A pesar de que cada embarcación cuenta con un único código de identificación, que es intransferible y se le conoce como MMSI, 19 barcos usaron más de un código y 47 barcos —todos con bandera de China— usaron un código que antes había sido reportado por otro buque.
Por ejemplo, el barco Chang An 998 y el Yuexuyu 22090 transmitieron su posición usando un mismo código, a pesar de que ambos se encontraban en lugares diferentes: el primero cerca de aguas territoriales del Perú; y el segundo, en el mar de China. Otro de los hallazgos fue que 16 embarcaciones transmitieron una posición falsa.
La Organización Marítima Internacional (OMI) —adscrita a las Naciones Unidas— señala que la transmisión de datos falsos es considerada como una actividad fraudulenta, cuando se hace con el fin de alterar información. No obstante, la GFW indica que el envío de posiciones falsas pudo ser producto de una falla en los equipos, aunque tampoco descarta que sean “una forma deliberada de ocultar su ubicación”.
Al respecto, Edaysi Bucio Bustos, coordinadora de análisis de pesquerías en América Latina y autora principal del análisis de la GFW, explicó a OjoPúblico que se desconoce si las anomalías detectadas en la transmisión de datos de la ubicación de los barcos son intencionales o no. Pero precisó que afecta un poco la transparencia con la que deben operar las embarcaciones. “Me refiero a que la gente sepa dónde está [un barco], con qué identidad está transmitiendo, de qué bandera es”, señaló.
Un cuarto hallazgo se refiere a los períodos en que los buques estuvieron como “desaparecidos”. Dependiendo del modelo de equipo de identificación automática que usen los barcos pueden emitir señales de su ubicación cada 5 segundos o cada 5 y 6 minutos. Sin embargo, la GFW encontró que el 42 %, es decir 258 de los 615 buques detectados en el área del estudio, no reportó su ubicación por más de 24 horas, o hubo poca información en ese lapso.
"Uno de los hallazgos fue el envío de posiciones falsas por parte de buques de pesca de calamar gigante".
“Durante estos vacíos, las actividades o el desplazamiento del buque son desconocidos y causan mayor preocupación cuando se producen cerca de los límites de la ZEE de los Estados ribereños”, se lee en el informe. La GFW recomienda que se exija el uso continuo del sistema de identificación automática (AIS) y que se garantice que estos funcionen adecuadamente, para evitar la pesca ilegal.
Para Alfonso Miranda Eyzaguirre, presidente del Comité para el Manejo Sostenible del Calamar Gigante en el Pacífico Sur (Calamasur), que integran Chile, Ecuador, México y Perú, el estudio de la GFW confirma el comportamiento de la flota pesquera china, que representa un peligro para la pesquería de calamar gigante.
“No me cabe ninguna duda que es así, porque no es una cosa aislada, no es algo que haya sido reportado, porque cuando una embarcación tiene un desperfecto, informa de ello. Esta es una conducta sistemática, recurrente, no exclusiva en el mar peruano, sino que es una conducta que se ha ido denunciando en otros mares”, dijo a OjoPúblico.
El peligro de los transbordos
Las embarcaciones que extraen el calamar gigante en el Océano Pacífo Sudeste, generalmente, no descargan el producto en los puertos, sino que hacen transbordos en altamar. Sobre esta práctica también alerta el informe de GFW, que señala que existe una marcada diferencia en el número de transbordos notificados en 2020 en relación al número de encuentros entre dos barcos. Por ejemplo, China reportó 2.930 transbordos de calamar gigante, pero las transmisiones de la ubicación de los barcos solo detectó 1.039 de estos.
En ese sentido, el análisis considera que el transbordo de calamar en la región presenta desafíos porque opera con controles más débiles en comparación con otras pesquerías y “podría estar siendo una ventana para permitir la pesca ilegal”.
“Si no se regula y fiscaliza esto [los transbordos en altamar] se permite un ‘blanqueo’ de pescado. Porque un buque que recibe el pescado por trasbordo puede recibir de un barco que pesca legalmente, pero también puede recibir de uno que pesca ilegalmente. Y, como todo al final se mezcla, sirve como mecanismo de ‘blanqueo’. Al llegar al puerto es más difícil detectar si ese pescado viene de una actividad ilegal”, explicó el abogado y profesor adjunto de la Alianza Global de Derecho para Animales y el Medioambiente de la Universidad Lewis & Clark en Portland (EE. UU.), Nicholas Fromherz.
El transbordo de calamar en la región opera con controles más débiles".
El experto dijo a OjoPúblico que la OROP-PS, a diferencia de otras organizaciones similares en el mundo, no tiene un buen sistema de observación y fiscalización de la pesquería. Precisó que, por ejemplo, “en las jurisdicciones de otros organismos regionales de ordenamiento pesquero, está prohibido el transbordo en el mar para los buques de pesca de cerco de atún, y sí se permite para otras pesquerías, pero siempre y cuando estas tengan el 100% de observadores a bordo”.
Calamasur ha propuesto que se prohíban los transbordos de calamar gigante en el mar y que se exija un observador a bordo por cada embarcación. El objetivo es evitar la pesca ilegal y garantizar la sostenibilidad de la especie. “Pero estas medidas no han sido apoyadas por el Gobierno peruano. Tampoco se ha logrado prohibir las incorporaciones de más embarcaciones calamareras industriales por parte de la flota de países de aguas distantes”, dijo Alfonso Miranda, presidente de Calamasur.
RELEVANTE. En Perú, después de la anchoveta, la segunda pesquería más importante es la del calamar gigante.
Foto: Andina
Gigantes depredadores del mar
El estudio de la GFW detectó pescando en el Océano Pacífico Sudeste a 10 buques que han sido vinculados a posibles casos de pesca ilegal, no declarada y no reglamentada desde 2014 hasta 2020. Ocho de ellos estaban en la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Argentina, uno en una zona similar de Perú y un décimo recorrió ambas zonas. A pesar de sus antecedentes, las embarcaciones cuentan con autorización de la OROP-PS.
Es el caso del Hua Li 8. Según la GWF, en febrero del 2016 la Interpol lo tenía registrado por sospecha de pesca ilegal, debido a que una patrulla de la Marina argentina la encontró pescando en su ZEE sin emitir señal de su posición. Dos años más tarde se registró en la OROP-PS y durante el 2020 ha pescado a lo largo de la frontera de la ZEE de Perú y entró dos veces a puertos peruanos.
Otro buque que durante el 2020 pescó en la frontera de la ZEE de Perú fue el Run DA 608. En octubre del 2018 esta embarcación fue incautada por las autoridades peruanas tras haberse detectado que capturó —sin autorización— 19 toneladas de calamar gigante dentro de la ZEE de Perú. Dos años después, el Segundo Juzgado de Investigación Preparatoria de la Corte Superior de Justicia del Santa, en Áncash, ordenó el inicio de juicio contra el capitán del barco, Zhuang Hanbo, por tráfico ilegal de especies. Sin embargo, el buque “continúa operando a lo largo de la ZEE de Perú y utilizando puertos peruanos”.
El estudio de GFW establece que 10 buques están vinculados a posibles casos de pesca ilegal
La OROP-PS confirmó a OjoPúblico que el Hua Li 8 y el Run Da 608 [este último ahora de nombre Ningtai 717] están autorizados para operar en aguas de su jurisdicción y no están incluidos en la lista de buques ilegales de la OROP-PS.
En ese contexto, la GFW considera que los miembros de la OROP-PS deberían adoptar un proceso más sólido para incluir a buques con historial de pesca ilegal en la lista negra. Para el abogado especialista en derecho ambiental internacional, Nicholas Fromherz, se deben implementar dos medidas concretas: prohibir los transbordos en alta mar e intensificar el control a los buques extranjeros en los puertos.
Los desafíos de la pesca de calamar gigante
A diferencia de otras pesquerías, la pesca de calamar gigante recién cuenta con una Medida de Conservación y Manejo aprobada en la octava reunión de la Comisión de la OROP-PS, realizada en febrero del año pasado. Se trata de la CMM 18, que entró en vigencia recién a partir del 1 de enero de este año.
El documento señala que desde 1990 ha habido un incremento sustancial en la pesca de esta especie y se necesita un monitoreo, control y vigilancia más efectivo. Algunas medidas que ordena es que todos los estados miembros y los que participen en la pesca de calamar gigante deberán presentar un informe anual de captura.
También sugiere implementar un sistema de monitoreo de embarcaciones. Otra de sus recomendaciones es que cada Estado miembro, o los que tengan barcos con su bandera pescando en el área, entregarán a la OROP-PS una lista de embarcaciones que ellos hayan autorizado, que hayan pescado o que hayan realizado transbordos. Esta información debe ser entregada dentro de los 30 días posteriores al final de cada año.
Para Calamasur, estas medidas no son suficientes para garantizar la sostenibilidad del calamar gigante. “Se necesita ejercer una fiscalización más efectiva sobre la flota pesquera, controlar el número de barcos de aguas distantes, hacer más estudios para conocer mejor la especie y realizar controles más efectivos en puerto”, indica.
El abogado ambientalista Nicholaz Fromherz considera que, sin estudios sobre el estado del calamar gigante y sin acciones concretas, está en riesgo la sostenibilidad. Aclaró que no se trata de cerrar esta pesquería, sino más bien de ejecutar medidas firmes para su protección. Por ejemplo, limitar el número de embarcaciones, los transbordos en altamar y colocar más observadores en los buques.