DAÑOS. La brecha entre la destrucción y restauración de ecosistemas se va ampliando.
Actualización: 16 de octubre de 2023 a la 16:04
En Perú, la degradación de ecosistemas avanza a un ritmo voraz. De acuerdo a información del Programa Nacional de Conservación de Bosques para la Mitigación del Cambio Climático, en el ámbito nacional, se pierden, en promedio, 132.122 hectáreas de bosque húmedo amazónico al año.
Además, solo en 2021, desaparecieron 6.730 hectáreas de bosque seco. Estas cifras equivalen a la depredación de 6.458 complejos de la Villa Deportiva Nacional (Videna) cada año.
La disminución de la cobertura vegetal afecta a la Amazonía en mayor medida. Sin embargo, los bosques de la costa y de la sierra también son impactados por la deforestación, el cambio del uso de suelos, los incendios forestales y el sobrepastoreo.
En este contexto, en 2021, el Estado peruano se trazó la meta de recuperar 330.000 hectáreas al 2030. Es decir, el 15,35% de las 2'150.172 hectáreas de ecosistemas forestales degradados, identificadas hasta 2018.
En Perú, se pierden, en promedio, 132.122 hectáreas de bosque húmedo amazónico al año".
Para lograr ese objetivo, se aprobó la Estrategia Nacional de Restauración de Ecosistemas y Tierras Forestales Degradadas (ProREST), que contempla un presupuesto aproximado de S/201'948.500 para su implementación.
Sin embargo, la revisión del cumplimiento de sus objetivos anuales, evidencia que ni en 2021 ni en 2022 se alcanzaron las metas establecidas en el plan ejecutado por gobiernos locales y regionales, bajo la supervisión del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor).
Además, OjoPúblico identificó —a partir de datos proporcionados por el Serfor mediante la Ley de Transparencia— que tres de los 24 proyectos programados para ejecutarse hasta el 2023 se suspendieron. Otros tres, en tanto, se dejaron de ejecutar entre 2018 y 2021.
En otras palabras, a la fecha, solo se concluyeron nueve de los trabajos, ocho están en proceso, y uno en etapa final, lo que ha impedido alcanzar los objetivos de remediación del país de los últimos dos años.
DEFORESTACIÓN. Bosques secos y amazónicos pierden miles de hectareas al año.
Foto: Andina.
Para 2021, por ejemplo, se tenía previsto la recuperación en 47.098 hectáreas. Pero, según el reporte del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri), solo se trabajó en 35.520 de ellas. Es decir, la restauración alcanzó solo el 75,42% de la meta anual.
En 2022, mientras tanto, el objetivo era recuperar 60.598 hectáreas. De ese total, solo se intervino 41.439 hectáreas, equivalentes al 68,38% de lo previsto, de acuerdo a la misma fuente.
La estratégia ProREST está enmarcada dentro de los compromisos del Estado peruano en el ámbito internacional, referidos a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, a las Metas Aichi del Convenio sobre Diversidad Biológica, a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y a la Iniciativa 20x20, liderada por los países de Sudamérica para la restauración de 20 millones de hectáreas degradadas.
Francisco Román Dañobeytia, especialista forestal, indicó a OjoPúblico que una de las razones de este retraso en las metas está relacionada a la falta de autonomía económica del ProREST. Otro de los motivos, según el especialista, es la insuficiente articulación del programa con otros actores que ya vienen implementado acciones de restauración en el país, pero no son considerados en la contabilidad de la iniciativa.
“Que no se haya cumplido la meta no significa que no se haya restaurado. Hay empresas e, incluso, proyectos del propio Estado [como Reconstrucción con Cambios] que se están implementando. Pero no hay una adecuada articulación para contabilizar esas hectáreas que se están interviniendo con esfuerzos del sector privado, de la cooperación internacional, y a través de otros proyectos de inversión pública”, detalló.
En esa línea, aseguró que, si el programa no incorpora un sistema de gobernanza capaz de articular a los distintos sectores que están trabajando en el ámbito nacional, es muy probable que Perú llegue al 2030 sin cumplir los compromisos internacionales de restauración.
Proyectos abandonados y sin ejecución
ProREST es una estrategia gubernamental diseñada exclusivamente para la restauración de tierras forestales degradadas. Información obtenida por OjoPúblico mediante la Ley de Transparencia indica que, de los 24 proyectos iniciados en el periodo comprendido entre 2016 y 2021, solo se culminaron ocho.
En general, se paralizaron proyectos en 2.920 hectáreas hasta 2022, en las regiones de Junín, Lima, Ayacucho y San Martín. Algunas de las tareas fueron suspendidas y otras no fueron ejecutadas por gobiernos locales, pese a tener un presupuesto asignado.
Se paralizaron proyectos en 2.920 hectáreas hasta 2022".
Entre los proyectos suspendidos por las autoridades locales se encuentra la recuperación y fortalecimiento de las áreas degradadas en la cuenca del Perené, ubicadas en el distrito del mismo nombre, provincia de Chanchamayo, en la región Junín.
Este proyecto, en la selva central, tenía un presupuesto de S/4'030.330 y empezó a ejecutarse en 2020. Originalmente contemplaba la intervención de 2.200 hectáreas, pero fue suspendido en 2021 sin ser concluido, de acuerdo a información del Sistema Nacional de Programación Multianual y Gestión de Inversiones.
METAS. En los últimos dos años, Perú no logró restaurar 30.737 hectáreas de ecosistemas degradados.
Foto: Serfor.
Los otros dos proyectos suspendidos se encuentran en el distrito de Huachupampa, provincia de Huarochirí, de la región Lima. Corresponden a la recuperación de 60 hectáreas de cobertura agroforestal y frutícola en suelos degradados en el centro poblado de Vicas, por S/182.706, y la recuperación de 40 hectáreas de la cobertura agroforestal y frutícola de las localidades de Pongo, Llaycun, Shucayauri y Queshque, con un valor de S/177.706.
Respecto a los proyectos no ejecutados, dos debían realizarse en Ayacucho. Uno tenía por finalidad la recuperación de los servicios ecosistémicos en las partes altas de la comunidad Rayme Alto, en el distrito de Carhuanca, pero el último desembolso de presupuesto se produjo en mayo de 2022, cuando la obra presentaba una ejecución de 96,7%.
El otro proyecto, a cargo de la municipalidad distrital de Independencia, todavía se encuentra a la espera de la recepción de obra, es decir del visto bueno para iniciar los trabajos.
Finalmente, el último proyecto no ejecutado se encuentra en San Martín. El mismo depende de la Municipalidad Provincial de Tocache y contempla la recuperación de suelos degradados en el valle del Mishollo, distrito de Pólvora.
Algunas tareas fueron suspendidas y otras no fueron ejecutadas por los gobiernos locales, aunque tenían presupuesto".
El sistema de inversiones muestra que el proyecto, valorizado en S/2'999.920, se paralizó en 2019, con un avance de 2,4% de ejecución financiera. En este caso, se tenía previsto restaurar 600 hectáreas de suelos degradados por la deforestación y cambio de uso de suelo.
Si se analiza la distribución geográfica, se observa que, de los 24 proyectos programados, las regiones amazónicas de Madre de Dios, Ucayali, San Martín y Amazonas, solo tienen uno cada una en ejecución. En Loreto, mientras tanto, no se empezó a ejecutar ningún proyecto entre 2021 y 2022.
La escasez de trabajos en las regiones amazónicas contrasta con la cantidad de hectáreas degradadas en esta área. Ucayali (con 36.306 hectáreas), Madre de Dios (23.142) y Loreto (19.829) se encuentran entre las tres regiones que presentaron la mayor pérdida de cobertura de bosques en 2021.
Jorge Álvarez Melo, docente de la Universidad Agraria de la Selva, indicó a OjoPúblico que la escasez de proyectos en la Amazonía puede estar relacionada con la falta de capacidad de gestión de las autoridades regionales y municipales.
PROPÓSITO. Restauración de escosistemas es parte de los compromisos internaciones del Perú.
Foto: Midagri.
Según la norma, Serfor es la entidad que sistematiza y monitorea las actividades y proyectos de restauración que se desarrollan en el ámbito nacional. Esta información es alcanzada por cada Autoridad Regional Forestal y de Fauna Silvestre (ARFFS) para incluir algún proyecto en la iniciativa.
Si se evalúa la cantidad de áreas degradadas que son parte de las estrategia ProREST, Lima ocupa el primer lugar de las regiones con más hectáreas priorizadas (301.838). En segundo lugar se encuentra Áncash (246.043) y, en tercero, La Libertad (216.939).
Lima ocupa el primer lugar de las regiones con más hectáreas priorizadas".
OjoPúblico se comunicó con Serfor para indagar en las dificultades que experimentó el organismo a la hora de alcanzar las metas de restauración en 2021 y 2022, y los criterios empleados para la priorización de los trabajos. Aunque, inicialmente, se comprometieron a atender las consultas, eso no se concretó hasta el cierre de este informe.
De igual modo, este medio se comunicó con las municipalidades de Chanchamayo (Junín), Huachupampa (Lima), Tocache (San Martín), Carhuanca (Ayacucho), Independencia (Ayacucho) y la Gerencia Regional de Desarrollo Forestal y de Fauna Silvestre de Loreto. Ninguna de ellas contestó las llamadas telefónicas.
Reforestación vs. restauración
"Hay una gran diferencia entre reforestación y restauración. La primera está orientada, principalmente, al establecimiento de plantaciones forestales con especies nativas y especies exóticas. Pero, básicamente, con fines comerciales. Mientras que la finalidad de la restauración es recuperar los bienes y servicios ecosistémicos de un paisaje o un ambiente nativo. Por ejemplo, un bosque tropical", explica el ingeniero forestal Álvarez Melo.
El especialista indica que, cuando se habla de recuperar los bienes y servicios ecosistémicos, se hace referencia a árboles, flores y frutos. Y, también, a servicios que provee el bosque, como la regulación hídrica, generación de oxígeno, la captación de dióxido de carbono y la conservación de suelos.
En este sentido, restaurar va más allá de la plantación de árboles: es una operación que demanda tiempo y recursos más amplios. "Generalmente el objetivo [de la reforestación] es plantar árboles para obtener madera y capturar carbono, nada más. Ahí no se está recuperando hábitat para la fauna silvestre o biodiversidad", precisa Tatiana Espinosa Quiñones, ingeniera forestal cofundadora de la ONG Arbio Perú.
La especialista cuestiona que, en el país, se aplique preponderantemente un enfoque de reforestación, en lugar de apostar por la restauración total de terrenos boscosos degradados. Algo que, en su opinión, traería mayores beneficios. Los 24 proyectos de la estrategia ProREST dejan en evidencia este aspecto. Del total, 17 inversiones están centradas en plantaciones forestales o agroforestales.
RESTAURACIÓN. Regresar un bosque degradado a su estado natural tiene un alto costo económico.
Foto: Serfor
De ese subtotal, solo cuatro eran bosques naturales de Ayacucho (1), La Libertad (1) y Lima (2), una correspondía a un área de pastoreo en Ayacucho y, en otros dos casos, se desconocía el tipo de uso del suelo. No obstante, los dos proyectos de bosque naturales priorizados en la provincia de Huarochirí, región Lima, se encuentran suspendidos.
En el país, los lineamientos para la restauración de ecosistemas forestales y de vegetación silvestre establecen hasta cuatro formas de intervención. La primera de ellas, conocida como prevención y control, protege la fauna y flora esperando una reparación natural del ecosistema.
Sin embargo, que un área recupere su estado original con esta alternativa —explica Tatiana Espinosa— puede demandar cientos de años. Los resultados dependen, además, del estado del suelo. Un terreno impactado por la minería ilegal, por ejemplo, tiene deficiencias distintas a las de uno dañado por la ganadería o la siembra de monocultivos.
El segundo nivel de intervención es el manejo de la regeneración natural, que comprende la fertilización y asistencia con semillas. El tercero implica realizar plantaciones forestales de restauración y protección. Y el cuarto nivel se basa en la implementación de sistemas agroforestales. En este último caso, la estrategia de recuperación es mixta: especies de la zona y otras con fines distintos a la madera, pero que tengan usos agrícolas.
La propia norma que establece dichos lineamientos señala que las plantaciones de producción y los sistemas agroforestales pueden considerarse una forma de rehabilitación que puede ayudar a restablecer algunas especies de flora y fauna que, originalmente, estuvieron presentes en un ecosistema. Sin embargo, precisa, esto no alcanza a todas las especies, como sí ocurre con la restauración.
A pesar de eso, Román Dañobeytia señala que la rehabilitación puede considerarse como una forma de restauración, según lo establecido por la Sociedad Internacional de Restauración Ecológica. Ello aunque los sistemas agroforestales sean un punto intermedio, donde un porcentaje retorna a su estado anterior, que puede ser 50/50 o 40/60.
RECURSOS. La restauración requiere de la implementación de diversas estrategias.
Foto: Serfor
“La restauración es un continuo de actividades, que incluyen la remediación, la rehabilitación y la restauración. Son como tres etapas, y no son cosas separadas. Se trata de partes de un mismo concepto”, refirió.
Para Álvarez Melo, lo ideal sería que la zona que fue bosque, vuelva a serlo. Sin embargo, en muchos casos no hay forma de regresar el ecosistema a su estado natural, por la ocupación de la población.
Un estudio de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (Raisg) estima que el país podría perder 857.000 hectáreas entre 2021 y 2025, en un escenario pesimista. Esto es el doble de la superficie de la región Tumbes. En este contexto, Tatiana Espinosa sostiene que lo mejor es que, antes de restaurar, se evite la deforestación y degradación de bosques.
El costo estimado de restauración de una hectárea según la estrategia ProREST es de S/611,96. Si se quisiera restaurar las más de 2 millones de hectáreas degradadas hasta 2018, se necesitarían S/ 1.315'819.257,12 y 65 años para hacerlo. Estos cálculos, sin embargo, no contemplan la degradación causada en los últimos años, lo que elevaría todavía más la brecha.
“La restauración, en principio, es cara: se requiere un gran presupuesto y una capacidad técnica instalada para lograr los objetivos”, indicó Román Dañobeytia. Entre otros aspectos, destacó, el país necesita implementar una red de proveedores de semillas y mejorar su capacidad técnica para realizar plantaciones, además de establecer una red de monitoreo de las áreas restauradas.
*Nota de redacción
La información laboral de Francisco Román Dañobeytia se modificó debido a que estaba desactualizada. Román Dañobeytia ya no es ingeniero forestal del Consorcio para el Desarrollo Sostenible de la Ecorregión Andina (Condesan). Actualmente, se desempeña como consultor forestal. Asimismo, las declaraciones del especialista fueron editadas después de la publicación para incluir más información sobre el contexto de las mismas, que no fue explicado en su momento por un error involuntario en la redacción y edición del texto.