ADVERTENCIA. Estudio publicado en Nature advierte de la fragilidad del bosque amazónico. En Perú, la minería es una de sus principales amenazas.
Dos estudios publicados esta semana exponen nuevamente la situación crítica en la Amazonía. Un informe de la plataforma MapBiomas detalla un crecimiento exponencial de la minería y los monocultivos (palma aceitera) durante las últimas cuatro décadas en Perú, y un estudio publicado en la revista Nature alerta que, si no se toman las medidas adecuadas, hasta el 47% de la cuenca amazónica podría colapsar hacia el 2050.
Solo en Perú, durante los últimos 38 años, la superficie impactada por la minería, tanto formal como ilegal, se multiplicó casi 45 veces: creció de 3.800 hectáreas a 169.300 hectáreas. Las regiones más afectadas por la extracción son Madre de Dios y Puno, con 83.000 y 13.000 hectáreas de bosques perdidos, respectivamente.
En el caso de la palma aceitera, el análisis de MapBiomas señala que en 38 años la extensión de este monocultivo sobre territorio peruano se multiplicó por 11 y, actualmente, la superficie cultivada alcanza los 126.200 hectáreas. Los ecosistemas más impactados por esta actividad son, también, los amazónicos.
En Perú, durante los últimos 38 años, la superficie impactada por la minería se multiplicó casi 45 veces".
Esto ocurre en un contexto en el que, recientemente, el Congreso de la República aprobó un cambio a la Ley Forestal que —según el análisis técnico de la misma autoridad forestal— afectará a los bosques amazónicos y los compromisos climáticos del Perú.
PERÚ. En 38 años, la cobertura boscosa se redujo en 4,1 millones de hectáreas, el equivalente a la superficie de la región Amazonas.
Imagen: MapBiomas Perú
La pérdida masiva de bosques en Perú, Brasil, Colombia, Ecuador, Bolivia y Venezuela —países que comparten la Amazonía— está perturbando el ecosistema de esta cuenca de una forma tan agresiva que diferentes estudios, como el publicado en Nature, alertan sobre un punto de inflexión.
Punto de no retorno
La posibilidad de que los bosques amazónicos alcancen pronto un punto de inflexión y ocasionen un colapso a gran escala es una de las mayores preocupaciones en el mundo.
Un reciente estudio publicado en la revista Nature estima, precisamente, que, para el año 2050, “entre el 10% y el 47% de los bosques amazónicos estarán expuestos a perturbaciones compuestas que pueden desencadenar transiciones ecosistémicas inesperadas y potencialmente exacerbar la crisis climática regional”.
ALERTA. El estudio publicado en la revista Nature revela que los bosques amazónicos estables están mostrando signos de fragilidad.
Imagen: Nature
El estudio —liderado por Bernardo Flores, investigador de la Universidad Federal de Santa Catalina (Brasil)— analiza “la evidencia existente sobre cinco factores principales del estrés hídrico en los bosques amazónicos, así como los posibles umbrales críticos de esos factores que, si se cruzan, podrían desencadenar un colapso forestal local, regional o incluso en todo el bioma”, señala el documento.
Diversos estudios científicos han establecido la probabilidad de que grandes partes del bosque amazónico “experimenten eventos de mortalidad masiva debido a perturbaciones climáticas relacionadas con el uso de la tierra en las próximas décadas”. Esta pérdida masiva de bosques puede acelerar la crisis climática a través de las emisiones de carbono.
Las sequías extremas y la deforestación están quebrantando la estabilidad del ecosistema amazónico".
El estudio señala cómo el aumento de la temperatura, la variabilidad en la temporada e intensidad de lluvias, las sequías extremas y la deforestación están quebrantando la estabilidad del ecosistema amazónico.
“En este momento el 86% del bioma amazónico puede encontrarse en un estado de bosque estable, pero algunos de estos bosques estables están mostrando signos de fragilidad”, precisa el reporte.
El análisis del grupo de investigadores concluye que “mantener la resiliencia del bosque amazónico en el Antropoceno dependerá de una combinación de esfuerzos locales para poner fin a la deforestación y la degradación y ampliar la restauración, con esfuerzos globales para detener las emisiones de gases de efecto invernadero”.
Pérdida de vegetación en Perú
Por su parte, el análisis de la plataforma MapBiomas —proyecto de recolección de datos sobre el uso del suelo en toda la Amazonía sudamericana— detalla que los impactos de la minería ilegal se aceleraron a partir del 2009.
El avance de la explotación minera alcanza también a los Andes y la costa. En 2022 se registraron 169.000 hectáreas de uso minero. De ese total, 46.000 se encuentran en territorios indígenas de todo el país. “El 27% de esta minería se realiza en territorio ancestral”, señala a OjoPúblico Andrea Bravo, responsable técnica de cobertura y uso de suelo de MapBiomas Perú.
Luis Hallazi Méndez, investigador del Instituto del Bien Común (IBC) —organización que lidera MapBiomas Perú con apoyo de la Red MapBiomas Network y la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG)—, precisa que la actividad minera identificada corresponde a concesiones otorgadas por el Estado y aquella que se realiza de forma ilegal en regiones como Madre de Dios, Amazonas y Loreto.
PALMA. El análisis de MapBiomas Perú incluyó en su análisis los cultivos de palma aceitera. En 38 años el monocultivo se multiplicó por 11.
Foto: Sebastián Tapia
Según el análisis, entre 1985 y 2022, el Perú perdió 4,1 millones de hectáreas de vegetación, el equivalente a casi toda la superficie de la región Amazonas. Esta disminución de superficies naturales tiene como causas la expansión de actividades humanas como minería, infraestructura y la actividad agropecuaria.
Solo en la Amazonía esta pérdida alcanzó los 2,8 millones de hectáreas de vegetación natural, que equivale a casi dos veces la superficie de la región Moquegua.
La pérdida de vegetación natural implica la reducción de extensiones de territorio con coberturas naturales boscosas y no boscosas. Entre estas últimas se encuentran los bosques amazónicos, bosques secos, manglares, pastizales, matorrales y coberturas inundables.
Así, en 38 años, la región Loreto perdió 606.300 hectáreas de cobertura boscosa. Le sigue Ucayali, con 493.400 hectáreas, luego San Martín, con 489.000 hectáreas; Huánuco, con 404.100 hectáreas; Madre de Dios, con 252.900 hectáreas, y Cusco, con 248.800 hectáreas. Más lejos, en el puesto 15, se encuentra la región Amazonas que perdió 100.300 hectáreas.
Impactos de la palma aceitera
De acuerdo a MapBiomas Perú, en las últimas cuatro décadas, la superficie destinada al uso agropecuario ha experimentado un aumento constante con algunos picos diferenciados en los últimos años. De 10,7 millones de hectáreas en 1985, a 14,5 millones de hectáreas en 2022. En otras palabras, hubo un crecimiento de 35% en 38 años.
En el caso de la palma aceitera este ha registrado un crecimiento exponencial, con un aumento acelerado a partir del 2007. En 1985 existían 11.200 hectáreas y, al 2022, se registraron 126.200. La Amazonía es el principal bioma afectado con este monocultivo.
Al 2022, las tres regiones con mayor extensión de palma aceitera son Ucayali, con 58.800 hectáreas; San Martín, con 46.400 hectáreas, y Loreto, con 16.300 hectáreas. En el caso de Ucayali, a partir de 2011, se experimentó un aumento acelerado de este cultivo, con una tasa promedio de crecimiento anual de 6.762 hectáreas entre 2011 y 2016.
De acuerdo a la plataforma, 345 hectáreas de palma aceitera se superponen a territorio de pueblos indígenas. En el caso de las concesiones otorgadas sobre este territorio para actividades como minería y palma, Hallazi Méndez, del IBC, sostuvo que “las superposiciones significan limitaciones de derechos, como el derecho de las comunidades a la propiedad”, incluso cuando no se esté todavía explotando el área.
El territorio del Perú abarca un área de 129,2 millones de hectáreas, que representan el 7% de la superficie de América del Sur. Para su análisis, MapBiomas divide al territorio nacional en los biomas bosque seco ecuatorial, desierto costero, Andes y Amazonía.
De acuerdo a la plataforma MapBiomas, el Perú registra 1,65 millones de hectáreas de agua. En el caso de los glaciares, entre 1985 y 2022, se perdieron 94.500 hectáreas de su superficie, equivalente al 47,7% de su extensión en 1985, por la crisis climática.
“Este análisis [sobre el retroceso de los glaciares andinos] revela impactos evidentes del cambio climático, con posible impacto sobre el abastecimiento de agua en diversos biomas del país y, en los Andes, desbordamiento de lagos y lagunas por derretimiento de glaciares, con daño de viviendas, infraestructura y cultivos”, explica Nicole Moreno, responsable técnica de agua y humedales de MapBiomas Perú.